Marylinne Robinson (Sandpoint, Idaho, 1943) es una escritora tan considerada en Estados Unidos (ganadora del premio Nacional y del Pulitzer) como desconocida en nuestro país. De naturaleza filosófica, casi mística, pero expresión genuinamente narrativa, radicalmente personal y atípica en el panorama contemporáneo, Robinson es una autora hondamente norteamericana. En su literatura resuenan las voces de McCullers, Steinbeck, Faulkner, incluso reconocemos la huella de los trascendentalistas.
La entrevisto para La Vanguardia con ocasión de la publicación de su última novela, Lila (Edicions de 1984 / Galaxia Gutenberg), que de nuevo lleva al lector a Gilead, un pequeño pueblo imaginario en algún punto del estado de Iowa, desde donde Lila Ames, que ha crecido llevando una vida itinerante, en los márgenes de la sociedad, nos da cuenta de su infancia y del profundo cambo de vida que experimenta a raíz de su llegada al pueblo. Su relación con el reverendo John Ames supone también el encuentro con el otro y con la sociedad y el inicio de una iconoclasta búsqueda espiritual.
Lejos de la reedición del mito de Pigmalión, el encuentro amoroso y amistoso entre John y Lila -extraordinariamente bello y poco convencional- muestra cómo nuestra conciencia del mudo está inevitablemente condicionada por nuestra circunstancia pero es también por ello muy plástica, y ofrece una reflexión acerca de la dificultad de trasladar a la palabra el movimiento de nuestra alma, de expresar lo inefable, algo que recorre la obra de Robinson.
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