No siempre sucede pero, cuando pasa, es maravilloso. No hablo del amor. O sí, de un amor distinto, a una autora y a un libro. El último encargo de La Vanguardia (bueno, la propuesta esta vez fue mía) me brindó la oportunidad de leer uno de los mejores libros que he leído últimamente y descubrir a una gran autora.
Edicions de 1984 publica L’arrelament, de Simone Weil (París, 1909 – Ashford, 1943), un libro fundamental y radicalmente original, como su autora, una de las pensadoras europeas más importantes del siglo XX y, sin embargo, una gran desconocida. Probablemente su condición de mujer, joven -murió con 33 años-, su independencia, su indagar oblicuo y personal y su heterodoxia -era de filiación marxista pero no comunista, cristiana aunque nacida en el seno de una familia judía laica y crítica con el cristianismo procedente de la Iglesia romana, ¡era una mística!, humanista pero detractora de la idea de progreso comúnmente entendida- expliquen la ignorancia de un legado que es de una lucidez, ambición y originalidad poco comunes y a la que me parece del todo oportuno recuperar y reivindicar, tanto por el contenido de su reflexión como por su manera singular de pensar y proceder. (Seguir leyendo.)