Sin dramatismo, sin énfasis, pero con extraordinario cuidado, así es la manera de narrar de Mia Hansen-Love la vida de su protagonista: una mujer que, a los cincuenta años, se enfrenta (en verdad no hay “enfrentamiento” por su parte, sino vivencia) a la pérdida, a sucesivas pérdidas. Un vuelco de su mundo. La película propone (constituye) una reflexión existencial en un “tono menor”, con sencillez, sin frases lapidarias de ningún género. Y, no obstante, no deja de destilar dolor… y aceptación, que no conformidad. Me parece determinante que la protagonista (una espléndida, of course, y extraordinariamente convincente Isabelle Huppert) sea una mujer, y no un hombre, pues en este mundo que es el nuestro, es sustancialmente distinta la experiencia del mundo de uno u otra en ese momento de la vida en particular, y ese es sin duda uno de los elementos distintivos y más interesantes de la película. No hay queja al respecto, sino pura elaboración. En fin, si alguna crítica he de hacer al film es tal vez el excesivo equilibrio de su protagonista (por estos barrios somos un poco menos templadas). Pero la recomiendo vivamente si no se ha caído del cartel este viernes. Por cierto que el plano secuencia que cierra la película, me parece toda una lección de lenguaje cinematográfico.
A propósito de L’Avenir
21 viernes Oct 2016
Posted Cine, Cultura, Una habitación propia
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