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Angela Carter; Alejandra Acosta; La cámara sangrienta; Sexto Piso; cuentos; cuentos de hadas; género
Publicado en el Cultura/s de La Vanguardia (26/08/2017).
UNA LIBERADORA VERSIÓN de Barbazul. Y terrorífica, con una progresión narrativa digna de un maestro del suspense. La más gamberra y deliciosa versión de El gato con botas. Sensuales, violentos y melancólicos cuentos de lobos y de vampiros. Inquietantes las más de las veces. Sorprendentes siempre. Y dotados de un magnífico estilo (¡bravo por el traductor!), elaborado, barroco pero extraordinariamente preciso: ni una palabra de más. Así son los cuentos de la escritora y periodista británica Angela Carter (1940-1992), una grande de la narrativa inglesa de la que Sexto Piso reedita uno de sus volúmenes más destacados, La cámara sangrienta, en una preciosa edición que cuenta con las bellísimas ilustraciones de la chilena Alejandra Acosta (1975).
Angela Carter se acerca a los cuentos de hadas de la tradición europea con el espíritu audaz de sus heroínas. Con curiosidad, irreverencia, frondosa imaginación y una extraordinaria libertad creativa. Altera finales y conclusiones, reescribe, mezcla fábulas. Desde lo que hoy llamaríamos una perspectiva de género, liberando a las mujeres de arquetipos limitadores, pero yendo mucho más allá. O, desde ahí, desde esa libertad, adentrándose en las fuentes del deseo, en su naturaleza ambivalente, en el subconsciente, que no siempre arroja visiones complacientes o comprensibles. Y es que los relatos de Carter no responden a una lógica cartesiana sino a la lógica simbólica y poética de los mitos y cuentos.
Fábulas que son también puro divertimento, exploración de los mecanismos o modos narrativos, entre el relato gótico, en la mejor tradición de Poe o Hoffmann, y la narrativa erótica; entre la lógica narrativa más clásica, como “La cámara sangrienta” que da título al libro, deslumbrante, y la más poética, casi diría que plástica o performativa, pues “Lobalicia”, bellísimo, se me antoja un ballet. Las niñas, mujeres y adolescentes que protagonizan los cuentos de Carter son audaces y de corazón puro, del que brota su fuerza y su valor. No son cuentos ingenuos. Están en las antípodas de la corrección política. Pero la curiosidad no resulta penalizada y la feminidad es vibrante y activa, no mero reflejo y expectativa.
Un libro, como rezan algunos juegos educativos, para lectores de 12 a 99 años. Un clásico contemporáneo.