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La última película de Leos Carax es ambiciosa y desequilibrada y adopta la forma de una fábula musical, donde la representación escénica tiene un peso esencial y donde realidad y ficción se confunden. La mayor parte de la acción transcurre en lo que parece ser una especie de noche perpetua.

Los arquetipos de la masculinidad y la feminidad es otro de los temas que abordo en La noche de Carax, título de mi última colaboración para la revista de cine y ensayo fílmico Transit. Podéis leerla completa aquí.