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Eva Muñoz

~ Periodista, guionista y crítica cultural

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Acerca del cuerpo

Audre Lorde: trencar la tirania del silenci

23 lunes May 2022

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Els diaris del càncer; Audre Lorde; Cal.lígraf; diaris; càncer; malaltia

L’article d’aquesta setmana al Cultura/s de La Vanguardia és una reflexió entorn la dimensió política de la malaltia a propòsit de la publicació d’Els diaris del càncer, d’Audre Lorde. Podeu llegir el text sencer més avall.

La editorial Cal·lígraf acaba de publicar Els diaris del càncer, de la poeta, ensayista y activista afroamericana Audre Lorde (Nueva York, 1934 – Saint Croix, 1992), el primer texto de la autora que se traduce al catalán. Se trata de un libro breve pero de calado que aborda su experiencia cuando, en 1978, a los 44 años de edad, es diagnosticada de un cáncer de mama. Entre la memoria personal y la reflexión política y existencial, estos diarios muestran el abatimiento y el dolor físico, el miedo a la muerte o los momentos de esperanza y de alegría cotidiana que también forman parte del proceso pero, por encima de todo, muestran la determinación de Lorde para poner en palabras esa experiencia y adueñarse así del aprendizaje y el empoderamiento que conlleva. Para romper, en definitiva, con la “tiranía del silencio” que creía rodeaba la experiencia de las mujeres en general y el cáncer de mama en particular, máxime cuando la mujer en cuestión era negra, lesbiana y madre.

Y aunque Lorde reconoce que, aun en toda su crudeza, la enfermedad ha supuesto una vía de conocimiento para ella, critica ese positivismo tan caro al neoliberalismo que hace al individuo único responsable de todo cuanto le sucede, también de su enfermedad y de su curación. Es solo un primer ejemplo de la dimensión política del libro. La autora, que sufre una mastectomía, denuncia como el énfasis puesto por el sistema en la implantación de una prótesis, a la que ella renuncia, refuerza el estereotipo según el cual el aspecto central en la vida de una mujer es su apariencia física (sujeta además a la mirada del otro), incluso frente a una experiencia tan radical como una enfermedad que le confronta con la muerte.

La enfermedad, que deja al descubierto la vulnerabilidad de nuestros cuerpos y nuestra necesidad de los otros, tiene una dimensión existencial y política inevitable. La poeta no adoctrina, sino que reivindica la necesidad de enfrentar la enfermedad desde la propia circunstancia, animando así a cada uno a buscar su propio camino. En estos tiempos dominados por la enfermedad y en que muchos de los conflictos que el libro expresa están lejos de estar resueltos, estos diarios constituyen una lectura plenamente vigente.

La cara B de Eloy Fernández Porta

01 domingo May 2022

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Libros

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Los brotes negros; Eloy Fernández Porta; ansiedad; salud mental; Anagrama

En mi artículo de esta semana en el Cultura/s de La Vanguardia escribo acerca de Los brotes negros, un libro en el que Eloy Fernández Porta relata y explora un trastorno de ansiedad padecido recientmente. Conmovedor, lúcido y muy valiente. Podéis leerlo íntegramente más abajo.

Los brotes negros, el último libro del escritor, crítico cultural y performer Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974) no es un ensayo, el género que más frecuenta. Esta vez se trata más bien de “literatura del síntoma”: el relato y la exploración de un trastorno de ansiedad y sus oscuras floraciones. En un registro que alterna sin apenas transición el diario, la correspondencia y el análisis,  encontramos fragmentos de vida que se dirían escritos desde el vértice del dolor o algún lugar muy cercano, pero también la reflexión algo más distante acerca de esa experiencia: una búsqueda de síntomas previos, de causas u orígenes que lo llevan a la infancia, a la familia, a rupturas sentimentales y, por supuesto, a una lectura de la enfermedad entendida como la somatización por un cuerpo, el suyo, de las claves de la sociedad neoliberal introyectadas y llevadas al paroxismo: la velocidad, la producción, la exigencia incesantes.

Cuerpo y libro -perfectamente blanco, breve- se nos presentan frágiles, atravesados por las quiebras y contradicciones de nuestra contemporaneidad y por el grito con que se expresa la angustia. “Soy caja de resonancia de una patología comunal. ¿Quién no grita?”, escribe el autor de Afterpop. Enferma la sociedad entera, sí. Sin embargo, el dolor tiene siempre un cuerpo y un rostro concretos. O a propósito de un libro que hace de su dolencia materia prima narrativa, se pregunta: ¿qué diferencia hay respecto al mandato neoliberal que nos conmina a la superación y a la producción constantes?

Hay algo desasosegante y muy conmovedor en el libro de Fernández Porta y es que reconocemos los síntomas, el caldo de cultivo. Es el libro de uno de nosotros, de un agente cultural para ser más precisos, uno de los más dotados y exitosos por cierto. Sin embargo, no es Simone Biles (a la que él mismo alude) renunciando a competir por otra medalla olímpica ni Kurt Cobain dejándonos un bello y joven cadáver sobre el que apuntalar el mito del artista maldito. Se trata de algo mucho más cotidiano, carente de dimensión épica o trágica pero que destila un humanísimo dolor, humildad y valentía, lucidez tal vez a su pesar. “Al declararme incapaz trato en vano de impugnar un sistema que solo sirve para los superdotados y no podrá sino crear multitudes de tullidos afectivos, negados rencorosos, desechados, donnadies”. Quizá el único modo de salvarse sea tratar de escapar a esa lógica binaria del “capaz/incapaz” que responde además a unos estándares impuestos. La poesía y el arte escapan a esa lógica, aunque no a un sistema presto a inocularla de nuevo.

Maldurmientes del mundo

07 lunes Mar 2022

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Libros del Asteroide; El mal dormir; David Jiménez Torres; insomnio

En mi última colaboración para el Cultura/s de La Vanguardia escribo sobre El mal dormir, una reflexión en primera persona acerca de las procelosas aguas del insomnio con la que el escritor David Jiménez Torres se alzó con el I Premio de No Ficción Libros del Asteroide. En el artículo hablo también con el editor Luis Solano acerca del premio: el único galardón de no ficción del ámbito hispanohablante que se concede a proyecto y no a obra acabada.

Podéis leer el artículo completo aquí.

Las nuevas voces del feminismo

08 jueves Mar 2018

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, La entrevista, Libros

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Mujeres; feminismo; voces; Mary Beard; Laura Bates; Patricia Merino; Virginie Despentes; Chimamanda Ngozi Adichie; Jessa Crispin

ALGO SE ESTÁ MOVIENDO. Entre las novedades de cualquier librería es fácil encontrar últimamente algún ensayo feminista. También en librerías, carteleras de cine o centros de arte, la presencia de obras firmadas por mujeres ha dejado de ser algo anecdótico y su trabajo empieza a ser recibido no como una excepcionalidad o como una obra femenina, sino como la obra de una autora, mujer, sí, e imbricándose en el discurso general. Y si la cultura, además de construirnos, la construimos nosotros, ¿cómo no habría de cambiarla el hecho de que el discurso público esté empezando a poblarse de voces de mujeres? Porque la cosa va de voces, como señalan Mary Beard y algunas otras.

Mary Beard en blog Eva MuñozReportaje publicado en el Cultura/s de La Vanguardia el 24 de febrero de 2018

MARY BEARD: GÉNERO Y DISCURSO PÚBLICO
Un gesto y, sobre todo, una voz: la de Telémaco reprimiendo a su madre Penélope cuando ésta hace oír su voz en público. Un acto, este silenciar el discurso público de las mujeres, escribe Mary Beard (Much Wenlock, 1955) que aún hoy, en pleno siglo XXI, “se repite con demasiada frecuencia”. En su reciente ensayo Mujeres y poder, esta catedrática de Clásicas en Cambridge, divulgadora y figura referencial y personalísima del feminismo contemporáneo, parte de una de las obras fundacionales de la cultura occidental, La Odisea de Homero, para rastrear los orígenes de la misoginia moderna.

Y es que, explica la profesora británica, desde el momento en que el poder deja de residir en la fuerza bruta, el atributo definitorio de la masculinidad, al menos entre los hombres libres, pasa a ser la voz o, más precisamente, el discurso público. Por eso, desde ese momento, despojar a las mujeres de poder y mantenerlas en el ámbito doméstico, equivale a silenciarlas públicamente. Y La Odisea, que además de las gestas de Ulises es el relato de cómo Telémaco madura y se hace un hombre, contiene en su arranque lo que pretende ser un mensaje muy preciso para hombres y mujeres: quién tiene y quién no tiene derecho a hacer oír su voz. Y, en consecuencia, quién tiene, o no, autoridad y autonomía.

Mary Beard analiza la relación entre poder, discurso público y voz masculina a través de algunas de las obras fundacionales de la cultura occidental.

La autora prosigue su estudio analizando otras obras de referencia de nuestra cultura en distintas épocas y las pone en relación con situaciones actuales en las que el discurso público de las mujeres es silenciado o trata de silenciarse en los medios y en las redes sociales. Una indagación que no es ajena a su propia experiencia, pues su excelente tarea como divulgadora del mundo clásico en la BBC le costó ataques furibundos en los medios y las redes que, por cierto, nada tenían que ver con su competencia académica o comunicativa sino con su aspecto. Y es que Beard es una voz tan autorizada como desacomplejada y liberada de estereotipos: ni guapa, ni sexi, ni masculina. Todo lo cual, como su humor e inteligencia, resulta profundamente subversivo.

Señala usted el discurso público como el atributo definitorio de la masculinidad.
Sí, tan atrás como nos remontemos, encontramos una relación clara entre mujeres silenciosas o silenciadas y hombres portadores del discurso. La cultura occidental representa la mujer callada, y eso es algo que debemos confrontar.
¿Hay una conexión entre Telémaco haciendo callar a su madre y las formas contemporáneas de ignorar el discurso femenino?
En efecto. Para mí fue una conmoción ver, en algunos de los primeros ejemplos de la literatura occidental, a mujeres siendo acalladas por hombres. Durante tres mil años se nos ha transmitido la idea de que las mujeres deben callar.
Cuando las mujeres quieren ser tomadas en serio, con frecuencia adoptan atributos masculinos.
Carecemos de modelos femeninos de poder o autoridad. Por ello, cuando una mujer quiere tomar posiciones de poder adopta un estilo masculino, como vestir pantalones o un tono de voz grave, es lógico. Me gustaría que fuéramos capaces de derribar ese estereotipo masculino acerca del aspecto del poder. ¿Ponerle faldas, quizá?
¿Debemos redefinir el poder para que las mujeres tengamos espacio en esa esfera?
La lógica me parece evidente. Si las mujeres no encajan en la actual estructura de poder, debemos cambiar la estructura del poder, no a las mujeres.
El número de mujeres que participa hoy en el discurso público es creciente. ¿Producirá esto un cambio en la percepción de la voz femenina?
Finalmente contribuirá a ello, ¡pero no sé si lo suficientemente rápido para mí! Tengo 63 años ¡y lo quiero ya! Aún veo muy pocas mujeres como directoras de museos o en el parlamento, y creo que todavía hay mucho trabajo que hacer.
Con el crecimiento de movimientos como el “Me Too”, hay hombres, y mujeres, que denuncian un incremento de la corrección política…
No creo que haya más oposición de la que siempre ha habido. Siempre se produce algún tipo de reacción.
¿Es usted feminista?
Por supuesto. Nunca he pensado que pudiera ser otra cosa. Quizá deberíamos debatir acerca de qué feminismo hablamos… pero sí, desde luego, y una feminista orgullosa de serlo.
¿Superar el patriarcado es hoy el único horizonte ideológico capaz de regenerar una humanidad autodestructiva?
Me gustaría superar el patriarcado, ¡pero tengo unas cuantas cosas más en la lista!

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS
LAURA BATES
De una generación posterior a Mary Beard, la autora de Sexismo cotidiano ha trasladado al papel una experiencia que arrancó en 2012, cuando creó la web Everyday Sexism Project, donde la gente podía compartir sus experiencias de machismo diario. Tres años después de su creación, el proyecto de Laura Bates (Oxford, 1986) había superado las 100.000 entradas, convirtiéndose en un acontecimiento viral y un gran compendio de la misoginia moderna. Lo que en Beard es un análisis de nuestra tradición literaria en clave de género, en Bates es un examen de la comunicación contemporánea desde esa perspectiva, que le sirve para poner en contexto los relatos que le han hecho llegar mujeres de todo el mundo, edad y condición y dan cuenta de un machismo perfectamente instalado y normalizado en nuestra cultura.

Su web Everyday Sexism Project sirvió a Laura Bates para dar voz a mujeres anónimas del mundo entero y realizar un amplio compendio de la misoginia moderna.

El trabajo de esta escritora que anteriormente ejerció de niñera y actriz no pretende erigirse en análisis cuantitativo o en prueba fiscal, pero no hay duda de su interés cualitativo y de la cantidad de datos útiles de los que ha hecho acopio. Su mayor valor reside sin embargo en dos aspectos. Primero, en llamar la atención de manera fehaciente sobre el hecho de que no por normalizado, el machismo haya desaparecido de nuestro entorno. Por el contrario, más allá de los abusos graves y lacerantes, nuestra vida cotidiana está llena de un sexismo que, por normalizado, opera de manera silenciosa, conformándonos y haciéndonos conformar. Segundo, al crear un espacio de comunicación en la red, esta milenial ha logrado conectar con las jóvenes y las adolescentes contemporáneas. Un hecho que parece fundamental a juzgar por algunas de las estadísticas y relatos que el libro recoge y que revelan por ejemplo que “el mayor deseo” de las niñas entre los 11 y los 17 años es “estar más delgadas”. Mientras esto sea así, el problema de las mujeres no es el “techo de cristal”, sino otro mucho más insidioso: hemos interiorizado la cárcel, somos prisioneras de nuestros propios cuerpos.

PATRICIA MERINO
El proyecto político del feminismo se centra hoy todavía en el empoderamiento de las mujeres en el empleo y en la vida pública. Por eso, leyendo el título del libro de Patricia Merino (Bilbao, 1961) Maternidad, Igualdad y Fraternidad, habrá quien sospeche que no estamos hablando de feminismo sino de alguna otra cosa. Ciertamente, la maternidad no es ni obligatoria ni nuestro destino, el feminismo clásico lo dejó por fortuna claro, pero relegar la maternidad, ese hecho central de la vida humana, a los márgenes del discurso es en realidad hacerle el juego al patriarcado, denuncia la autora, pues “es precisamente en las dependencias y vulnerabilidades originadas en la maternidad donde éste enraíza”. Y la solución no puede ser obviar la cuestión sino, por el contrario, poner la maternidad en el centro del debate y, de una vez por todas, reconocer a la madre como sujeto político.

Solo poniendo la maternidad en el centro del debate feminista y reconociendo a las madres como sujeto político superaremos el patriarcado, sostiene Patricia Merino.

En su libro, Merino cuestiona la representación que desde el feminismo beauvoiriano y las posiciones constructivistas se ha hecho de la maternidad, teñidas de misoginia la una y de un culturalismo extremo la otra, que niega la dimensión biofísica de la maternidad y su trascendencia. La autora también reflexiona acerca de los conceptos de “trabajo” y de “empleo”, reclama la equiparación del trabajo productivo y reproductivo y explora el modo en que encaja la maternidad en las diversas sociedades europeas actuales y cómo en cada una de ellas se socializa la crianza. Una reflexión que se antoja fundamental en nuestras sociedades posfamiliares y poslaborales, donde las profundas transformaciones del mercado de trabajo y las tasas crecientes de paro también obligan a cuestionar el binomio empleo-derechos sociales y de ciudadanía en que hasta ahora se han basado las sociedades industriales.

VIRGINIE DESPENTES
Hablemos claro: he venido a recomendaros algunos libros imprescindibles, de esos que os pueden cambiar la vida. Y eso es exactamente lo que puede hacer un libro como la Teoría King Kong de Virginie Despentes (Nancy, 1969), que puede reconciliaros con quienes sois con la contundencia de un puñetazo y emocionaros con un arranque tan poco sospechoso de sensiblería como este: “Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, la camioneras… ”. Pero, queridas, las que sabemos algo o estamos dispuestas a descubrirlo, sabemos que lo verdaderamente conmovedor en esta vida es la verdad desnuda.

El discurso de Virginie Despentes es un cuestionamiento radical de las asunciones políticas, estéticas y sexuales en las que se sustenta el patriarcado.

El de Despentes es un cuestionamiento radical de muchas de las asunciones estéticas, políticas y sexuales sobre las que se asienta nuestra sociedad patriarcal y es, por ello, profundamente liberador, y perturbador. Empezando por ese “ideal de la mujer blanca, seductora, que nos ponen delante de los ojos [y que] es posible incluso que no exista”. ¡Bingo! Son fundamentales algunos capítulos y reflexiones, como su lectura de la seducción femenina, ese “vestirse de puta” como forma de disculparnos por nuestra inteligencia y enviar el mensaje tranquilizador de que seguimos jugando al juego que se espera de nosotras, o su análisis a contracorriente de la violación o la prostitución, donde la autora parte de su propia experiencia y elabora desde ahí su discurso, una dinámica narrativa que encontramos a lo largo de todo el libro. Escrito en 2006, es todo un acierto su reedición doce años más tarde, con traducción de Paul B. Preciado, y no hay duda de que sigue estando plenamente vigente.

CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE
En este coro de voces, sería fácil dejarse llevar por la tentación de etiquetar a Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, 1977) como la “voz periférica”, pues nació y creció en Nigeria, donde sigue residiendo parte del tiempo, además de en Estados Unidos, o como “feminista pop”, pues en efecto es un personaje público extraordinariamente popular (tanto como pueda serlo un escritor que además es mujer y negra) y algunas de sus frases más célebres han sido llevadas a la música por Beyoncé o estampadas en camisetas Dior. Lo que sí podemos decir de Adichie es que es capaz de expresar con extraordinaria sencillez asuntos complejos y su discurso está lejos del intelectualismo dominante en los discursos feministas más tradicionales y emparenta con su narrativa, “yo soy una contadora de historias, me interesa la textura de la vida, no las teorías”, dice.

Chimamanda Ngozi Adichie expresa con sencillez asuntos complejos y pone el acento en la educación y en nuestra acción cotidiana.

Todos deberíamos ser feministas, un librito que recoge una conferencia pronunciada en 2012, contiene observaciones de gran sencillez pero enorme calado y se ha convertido en todo un clásico del feminismo contemporáneo. La autora reclama un mundo distinto y más justo y sugiere cuál es la forma de empezar: “tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos”. Una idea que ha desarrollado en su más reciente Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, que contiene propuestas tan simples y valiosas como la sugerencia de no llamar “princesas” a las niñas (pensadlo bien), enseñarles que lo más importante en esta vida es ser honesto con uno mismo, no gustar o complacer a los demás, o que los matrimonios son felices o desgraciados, pero en ningún caso un logro. Recomienda también la autora acostumbrar a los niños a leer (incluso mediante soborno) y enseñarles a cuestionar el lenguaje, y en ningún caso pretender que ellas son mejores que ellos, pues es otra trampa: la bondad femenina es tan frecuente como la maldad. Espléndida novelista, más allá de estos breves ensayos, el discurso de Adichie está comprendido en una narrativa cuyas protagonistas son con frecuencia mujeres jóvenes que tratan de construirse una identidad (siempre múltiple) y una vida propia con inteligencia, energía y humor.

JESSA CRISPIN
El feminismo está de moda. Ya no es un movimiento político sino un estilo de vida, un producto más y, como tal, ha perdido su capacidad crítica y su poder transformador. Esa es la tesis de la periodista, escritora y crítica literaria Jessa Crispin (Kansas, 1978), autora de Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista, un análisis ácido y lúcido tanto del patriarcado como del feminismo contemporáneo. Con la voluntad de resultar aceptable para todos, dice la autora, el feminismo se ha vuelto inofensivo. Y así se ha pasado de la crítica a la etiqueta y la denuncia, una deriva que para Crispin no es ajena a la sustitución de la sociología por la psicología y de la política por la moda que opera en nuestras sociedades contemporáneas.

Jessa Crispin se muestra tan crítica con el patriarcado como con un feminismo que en su voluntad de universalizarse ha perdido su capacidad transformadora y ha devenido moda.

“Los obstáculos y desigualdades reales a los que se enfrentan las mujeres afectan en su mayoría solo a las mujeres pobres; las de clase media y alta pueden comprar el acceso al poder y a la igualdad”, afirma la autora. El problema es el patriarcado, eso lo que hay que poner en cuestión y superar, concluye. Lejos de ello, el llamado empoderamiento no haría sino perpetuarlo, según Crispin, pues simplemente pretendería que algunas de nosotras podamos apropiarnos de una parte del pastel. Si bien la crítica principal de Crispin parece válida, cabría hacer un par de observaciones a su análisis. En primer lugar, que la clase media va camino de convertirse en producto de derribo, con una mayoría de nosotras a la cabeza. En segundo, aun estando de acuerdo en que gestos como enfundarse un fabuloso traje negro de Valentino en un cuerpo al servicio de los más caros mitos del patriarcado quizá no sea exactamente un acto ni radical ni liberador, ese gesto pone precisamente de manifiesto como la cosificación del cuerpo de la mujer es transversal social y económicamente, al igual que una cultura que lleva tres mil años silenciándonos a todas, de baja y alta cuna.

Fuera de los márgenes de este artículo quedan muchas otras voces que se están haciendo oír. Paulina Fariza publica F de Feminismos, un abecedario ilustrado al hilo del cual recorre algunos de los principales hitos, conceptos y retos del feminismo contemporáneo; Bel Olid expone también los conceptos clave de la lucha feminista actual en Feminisme de butxaca en tanto que Capitan Swing reedita la Autobiografía de Angela Davis, filósofa, feminista y mítica activista afroamericana… Imposible dar cuenta aquí de todas las novedades, pero el fenómeno editorial es el reflejo de un movimiento político que ha vuelto al centro del discurso.Nuevas voces del feminismo en blog Eva Muñoz

 

¿Ética maquínica?

06 lunes Mar 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Ciencia, Cultura, Economía y Política, La entrevista, Libros

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Rosi Braidotti; Lo Posthumano; Gedisa; Revista de Occidente; inteligencia artificial; robots; Parlamento Europeo

 

rosi-braidotti en blog Eva Muñoz

EL PARLAMENTO EUROPEO acaba de proponer una regulación a gran escala de los robots y máquinas inteligentes. El informe, según publicaba El País, propone regular temas como la responsabilidad civil y legal de los robots —especialmente en el caso de los coches autónomos—, la creación de una agencia europea encargada de ellos, la privacidad de los datos que almacenan, la inclusión de un código ético y la posibilidad de establecer un impuesto por utilización.

En este contexto, traigo aquí una entrevista con la filósofa Rosi Braidotti a propósito de su libro Lo Posthumano que publiqué el pasado noviembre en Revista de Occidente. La filósofa critica que la categorización ética de determinadas cuestiones con frecuencia enmascara un debate de fondo sobre las condiciones materiales y geopolíticas que están creando entidades como los drones o las redes computacionales.

¿Podríamos por favor detenernos un minuto a discutir las infraestructuras materiales, las inversiones de capital, la combinación de ciencia y economía, las relaciones geopolíticas que están creando los drones y las redes computacionales en primer lugar? ¡Son los principales ejes del poder en el mundo contemporáneo y la ética por sí sola no va a resolver los problemas!

En la entrevista, la filósofa aborda también las principales críticas que, a partir de los años sesenta y setenta, se han formulado al humanismo tanto desde movimientos sociales como el feminismo como desde la teoría postestructuralista, y de las que su libro hace una comprensiva y valiosa revisión.

La crítica al humanismo no es nueva, especialmente desde la izquierda del espectro político. (…) El «Hombre» no puede pretender representar a la humanidad toda porque ese «hombre» es una entidad específicamente determinada en cuanto a cultura, género, raza y clase: es europeo, macho y blanco.

En un momento histórico en que la crisis de lo humano es vista con aprensión cuando no con alarmismo, es estimulante encontrar a una pensadora que aboga porque esa pérdida de centralidad de lo humano -que Braidotti juzga más normativo que neutro- sirva para cambiar de paradigma hacia otro más complejo pero también más comprensivo e integrador, el único quizá capaz de salvar las brechas y las contradicciones que marcan nuestro presente y el futuro que se vislumbra.

Soy consciente de que gran parte de las modificaciones físicas y psíquicas que experimentan nuestros cuerpos responden a la lógica capitalista. Así es que sí reclamo la puesta en juego de determinados valores éticos, concretamente: que la experimentación sea sin ánimo de lucro, sujeta a la solidaridad transnacional, a la conexión entre especies y, por supuesto, a la justicia intergeneracional.

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Las oposiciones coexisten y estallan ante mis ojos: la epidemia de la anorexia y la bulimia y el hambre resultado de la pobreza se traducen en espasmódicas ondas de la expansión y contracción del peso de los cuerpos en diversos sectores de la población. En Los Ángeles hay clínicas dietéticas para mascotas del mismo modo que las hay para humanos. ¡Bienvenidos al capitalismo como esquizofrenia!

 

Tanztraüme

13 lunes Feb 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Tanztraüme; Pina Bausch

Anoche fui feliz durante la hora y media que duró la proyección de Tanztraüme en la Filmo: un docu de Anna Linsel y Rainer Hoffmann que recoge la puesta en escena por adolescentes de 14 a 18 años sin experiencia de baile del proyecto de Pina Bausch Kontakhof. Un ensayo a través del cuerpo y la emoción acerca de las relaciones entre hombres y mujeres, el amor, la violencia, la fragilidad, la seducción… Cuánta emoción, belleza y creatividad! Arte ‘popular’ pero ‘exigente’ a un tiempo: la demostración fehaciente de que tal cosa es posible. La danza como experiencia artística autotransformadora y vivencial. Grande! Energético y contagioso. Cielos: algo así debería ser un servicio público!!

Heridas de melancolía y de belleza

30 domingo Oct 2016

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, poesía, Una habitación propia

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A quiet passion; Terence Davies; Historia de una pasión; Emily Dickinson

a_quiet_passion en blog Eva Muñoz

El agua se aprende por la sed;

la tierra, por los océanos atravesados;

el éxtasis, por la agonía.

La paz se revela por las batallas;

el amor, por el recuerdo de los que se fueron;

los pájaros, por la nieve.

Emily Dickinson

La belleza de A Quiet Passion (Historia de una pasión) hiere. Heridas de imposibilidad de absoluto y de melancolía. Así están las mujeres de A Quiet Passion. Así están Emily Dickinson y su madre: una presencia, la de esta última, que en su casi mudez, casi habitante del mundo de las sombras o de los muertos, me parece determinante. Y hay un momento en que habla que es para mí crucial: cuando evoca la maravillosa voz de aquel muchacho que murió a los diecinueve años y cantaba en la iglesia. Se diría que aquella mujer quedó anclada en aquel instante. Su emoción, su hálito vital, ella entera, quedó allí, y lo que sigue entre los vivos es apenas una cáscara… Desconozco absolutamente la intención de Terence Davies. No soy más que una lectora reciente y aún poco conocedora de Dickinson. Pero para mí ahí reside la clave de la película, ese es el momento que me permitió entender el drama de esas mujeres, de Emily, de su madre: la imposibilidad de absoluto, sea este Dios o el Amor. Su ausencia en esta vida. O, tal vez, su evanescencia, su estado de perpetua promesa, su pertenencia a un tiempo que nunca es presente… y la consiguiente melancolía que en ellas, en ella, Emily, un ser extremo, deviene insoportable. Más aún cuando se ha confinado a todas esas mujeres fuera del cuerpo (a toda la sociedad, en verdad, pero siempre es en ellas en quienes recae la responsabilidad de velar por el mantenimiento de la cosas: el hogar, las normas, la cultura…), pues aunque los misterios del amor (o los de Dios) son del alma, un cuerpo es el libro en que se leen.

Ellas dos, madre e hija, son el otro rostro del imperio de la ley del padre: ese mundo victoriano, ascético, aplastado por el absoluto de Dios, de la ley, del rigor, que pretende contener las pasiones y el cuerpo, donde residen, para contener un mundo que se desborda… para que toda la energía sea trabajo y loa a Dios y a la Ley en su perpetua reproducción. Emily es plenamente consciente de las grietas, de las más hondas, por las que se cuela la intensa llama que alumbra su poesía, pero es difícil sostener tanta melancolía…

Acostumbrados a un dibujo simplificador que sitúa a la poeta mucho más en la esfera del padre que en la de la madre, como una solterona mística y contenida, ajena a las pasiones del mundo, constituye un hallazgo la mirada de Terence Davies. Porque Emily Dickinson ardía de amor, de un amor carnal y real que la fundía a ella toda en espíritu.

Violencia

16 lunes Nov 2015

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Agnés Mateus; Hostiando a M; violencia, performance; cabaret, Sala Hiroshima

Hostiando a M en blog Eva Muñoz

Anoche vi en la Sala Hiroshima -que descubro y celebro si lo de ayer marca el riesgo y el interés de las propuestas- “Hostiando a M”, de Agnès Mateus, un cabaret acerca de la violencia que nos rodea, según explica la autora e intérprete. Desde que escuché el nombre del espectáculo -¿quién no tiene ganas de dar un par de hostias a alguien, incluso a más de uno/a?- y la vi a ella en un tráiler con ese aire de personaje entre Tarantino y Almodóvar, o entre Uma Thurman y Rosi de Palma, supe que tenía que verla. Lo conseguí de casualidad, porque agotaron localidades.

A riesgo de ganarme un par de hostias por pedante, lo digo: “Hostiando a M” es iconoclasta, incluso subersiva, adrenalínica. ¿Causar malestar hoy? Difícil, pero Agnés Mateus lo logra. También provoca risa. Y el enorme placer de dar unas cuantas hostias aunque sea por delegación, de romper la vajilla contra el suelo, de pegar unos cuántos tiros (esto da miedo)… ¿Apología de la violencia? ¡No! Estallido de violencia, poner en escena lo que está bajo la alfombra, bajo la piel, tras de los muros, toda la grandísima violencia que a veces emerge de manera monstruosa y es aprovechada para reclamar el consenso, el consenso que permita seguir ejerciendo la violencia, otra violencia pero mucha violencia… Difícil hablar de esto precisamente en estos días sin que se te acuse de justificar lo injustificable.

El montaje de Agnés Mateus (cabaret, performance, monólogo, tutti inseme, qué más da, importa la gran plasticidad y eficacia del conjunto) no es perfecto, algunas de las reflexiones son poco elaboradas o caen en algunos lugares comunes, pero el conjunto es hermoso y demoledor, como ella misma, de una gran fuerza visual, con hallazgos llenos de inteligencia y sutileza en un escenario en el que estallan bombas. Como ese elocuente prólogo calzando rodilleras que provoca el desconcierto inicial para hacernos caer de bruces exactamente allí donde nos encontramos todos; ese embutirse en un asfixiante vestido de cinta aislante y convertirse en bomba sexual, sí, en objeto en serio riesgo de estallar bajo la mirada de los otros, los focos, los bisturíes, uf, ¡puro esperpento!; ese número musical “El trabajo nos hará libres”, el mejor y más duradero eslogan publicitario, que aquí suena en modo catarsis trash metal punk tras un número en un registro radicalmente contrario en la forma, sólo, como el que le sucede, donde asoma no ya la sensualidad (que no asoma, que es visible) sino la delicadeza, también, de esa potente mujer que hay en escena… Porque Agnés Mateus no da tregua, como no nos la dan a ninguno de nosotros. Al final, la basura bajo la alfombra, un perro de porcelana y sigamos para bingo… hasta el próximo estallido de violencia, no queremos héroes, ¿quién será el próximo mártir?

 

 

Cristina Núñez: Someone to Love. Reapropiarse del cuerpo y la mirada

09 jueves May 2013

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Una habitación propia

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autoficción, Cristina Núñez, cuerpo, Elías León Siminiani, film diaries, fotografía, Mapa, Someone to Love

Publicado en Transit

Artículo sobre el trabajo de Cristina Núñez, a partir de su montaje fotográfico Someone to Love. 

«Intuyo que el trabajo de la artista es poderoso porque vivimos en una cultura que se ha parapetado tras el signo, tras el lenguaje, los lenguajes, despegados del cuerpo. Una cultura racional y extraordinariamente mediada donde la expresión se aleja de la materia que la sustenta por la vía del dualismo y de la falsedad, de la corrección política, del miedo al dolor, a la expresión demasiado cruda. En suma, miedo a todo lo que significa el cuerpo desnudo y sin maquillaje».

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Acerca del cuerpo II. Particular crónica del Campeonato de España de peso superwelter

04 lunes Mar 2013

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Una habitación propia

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Boxeo, campeonato, Delgado, Dinky, hombres, Roche, Sandor, superwelter

Acudo por primera vez a un combate de boxeo. Acompaño a T. Es en la Farga de Hospitalet. Se celebra el campeonato de España de peso superwelter. Antes hay varios combates, algunos amateur y otros profesionales.

En la cola me separan de los hombres, que son el noventa por ciento del público. Una guardia de seguridad alta y corpulenta revisa mi bolso y me cachea. Para los hombres, hay hombres. Me siento como una perfecta intrusa en este ambiente de chavales de gimnasio y estoy encantada. Excitadísima. Una intelectual de mierda, fina y sofisticada, yendo a ver cómo varias parejas de hombres se parten la cara en el cuadrilátero: me parece un plan sideral. Voy flanqueada por otro, que aunque no es boxeador es grande y lleva el cráneo afeitado, así es que se me antoja el partenaire perfecto, con ese aire inequívocamente extranjero. Tiene razón él: él es el intruso, yo soy de esta ciudad, aunque haga muchos años que no viva en ella.

Una intelectual de mierda, fina y sofisticada, yendo a ver cómo varias parejas de hombres se parten la cara en el cuadrilátero: me parece un plan sideral.

Disfruto como una niña en una feria del abigarrado ritual y los códigos del espectáculo, reconociendo lo que he visto mil veces en la pantalla, tomando conciencia (cuando se es una intelectual de mierda, aunque notablemente ignorante, no hay modo de evitar estas reflexiones) de lo poblado que está nuestro léxico de palabras y expresiones procedentes del ámbito pugilístico. Supongo que en la colectividad, por fuerza han de calar estas actividades en las que los hombres deciden jugarse la integridad física, la vida, libremente, aunque cobren por ello. Antes de acudir al torneo, E. me cuenta por teléfono que sus padres se citaron por primera vez en un combate de boxeo y que uno de los contendientes mató al otro (el detalle de la sangre salpicando la primera fila ya no sé si es suyo o de mi propia cosecha).

Me recreo en todos los detalles: el gran recinto frío y oscuro potentemente iluminado en el centro, sobre el ring -T. opina, con razón, que el recinto es cutre-; el locutor, con su exageradísima forma de arrastrar la primera sílaba del alias de cada boxeador; la entrada de los boxeadores hasta llegar al ring, bajo el barrido de las luces y el estruendo de la música, saludando al público como auténticos héroes, luciendo sus brillantes y breves atuendos, sus cuerpos trabajadísimos; la perfecta coreografía al traspasar las cuerdas, cada contendiente en su esquina: el modo serio y sincrónico en que los amateurs levantan cada brazo y adelantan la cabeza para que sus segundos les coloquen guantes y casco protector, un segmento del espectáculo que, en el caso de los profesionales, que salen con los guantes ya puestos y pelean con torso y cabeza descubiertos, adopta una estética casi religiosa: los segundos masajeando por última vez la carne aún intacta pero a punto de ser lacerada del luchador, la concentración y la determinación en el rostro ligeramente adelantado, el cuerpo tensado como un arco, exactamente como en la bestia presta a atacar, aunque en algunos casos se añaden muecas y gestos humanos: máscaras de una soberbia teatralidad, el choque de puños con el que se saludan ambos contendientes, que se adelantan como si ejecutaran un paso de vals.

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En este registro desde el que yo miro (desconozco el reglamento del boxeo y el único combate real que he visto es el que recoge el documental When We Were Kings entre Muhammad Ali y George Foreman), uno de mis hombres sin duda es Toni Delgado: todo un maestro de la puesta en escena. Me fascina ese cuerpo delgado (es un peso súper ligero) en el que se leen todos los músculos estampado de magníficos tatuajes multicolores, la expresión desafiante y obstinada con la que espera a que la campana señale el inicio del combate, rostro y pelvis adelantados, la seguridad o la provocación que me parece expresan sus brazos con frecuencia a baja altura frente al contendiente. El otro (también peso súper ligero) se llama Sandor Martín y tiene cara y cuerpo de adolescente y una arrebatadora energía infantil. Es rápido y fulminante y acaba con su contrincante por KO en el segundo asalto y, con la misma energía infantil, se encarama de un salto a las cuerdas para celebrar el triunfo y recibir el aplauso del público.

El único combate real que he visto es el que recoge el documental When We Were Kings entre Muhammad Ali y George Foreman.

Llega el momento de Javier García Roche e Iván “Dinky” Sánchez, quienes compiten por el título de España de peso superwelter y a quienes todo el mundo ha venido a ver. El recinto está ahora lleno. Hay gente mejor vestida que al principio, de más edad, y más mujeres. Me entero de que Sánchez, gallego, ostenta en este momento el título de España y es el favorito, pero el catalán, Roche, valiente, carismático y en racha, cuenta con la simpatía del público. El celta, alto, enjuto, de espeso pelo ceniza y rostro adusto, tiene aspecto de hombre de otro tiempo, de campesino; más que agresivo parece duro, dotado de una infinita resistencia, como el protagonista de un cuento de London. Miro a su contrincante, el notablemente más bajo y más menudo Javier García Roche, que lo mira retador y determinado, y pienso que el otro va a hacerle mucho daño. Sin embargo, el gran fajador acaba conmoviéndome, cuando veo que Roche, pequeño pero energético y rápido como un gato callejero, le lanza profusión de golpes, incluso llega a tirarlo al suelo, mientras el gallego, con un corte en la mejilla izquierda que le ensucia la cara de sangre, parece dispuesto a encajar todos los golpes, aunque también devuelve y ataca, pero a un ritmo más lento. Desconozco si se trata de una estrategia para cansar al oponente, son formas y energías distintas, de eso no hay duda, pero al comienzo del quinto asalto Dinky empieza a golpear a Roche con contundencia, ritmo constante y notable velocidad y pienso que si Roche no es capaz de librarse del ataque, de reaccionar, va a caer. No hay tiempo de que eso suceda. El árbitro pone fin al combate por KO técnico dando la victoria a Dinky, para sorpresa del público, que se levanta enfurecido de los asientos y protesta y chilla e incluso lanza objetos. Un final que no merecía ninguno de aquellos dos hombres entregados al combate.

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