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Eva Muñoz

~ Periodista, guionista y crítica cultural

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Libros

Artículos sobre libros escritos por Eva Muñoz

Annie Ernaux: trascender el yo

14 sábado Sep 2019

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros

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Annie Ernaux, autoficción, Cabaret Voltaire, El uso de la foto, La mujer helada, Los años, Memoria de chica, No he salido de mi noche, Premio Formentor

Annier Ernaux en blog Eva Muñoz

El prestigioso premio Formentor ha reconocido este año la trayectoria de la escritora francesa Annie Ernaux, precursora de la literatura del yo. Trazo su perfil en un artículo publicado en el Cultura/s de La Vanguardia, donde también recorro la historia de este premio y mítico encuentro literario que cada año cierra el verano desde el enclave mallorquín. Podéis leer el artículo a continuación.

Nacida en la localidad normanda de Lillebonne en 1940, Annie Ernaux es autora de una veintena de libros de carácter eminentemente autobiográfico, entre los que destacan títulos como El lugar, La vergüenza, El acontecimiento, La mujer helada, Memoria de chica, No he salido de mi noche, El uso de la foto o Los años; los cinco últimos publicados en España por Cabaret Voltaire.

De lenguaje desnudo y naturaleza intimista, la escritura de Ernaux reviste  un perfil singular dentro del panorama de la autoficción o literatura del yo (categorías, por cierto, en las que rehúsa encuadrarse). Esa singularidad probablemente radica en la distancia que la autora parece tomar de la persona que es o que fue cuando la aborda literariamente y que a veces se traduce en el uso de la tercera persona. Un distanciamiento del que también da fe el lenguaje directo y despojado, antirretórico. No hay complacencia ni nostalgia en su relato sino voluntad de comprender, de aprehender la realidad, lo acontecido, lo que se oculta o se escamotea: el deseo, la vergüenza, el tiempo, ejes que articulan su escritura. La autora conjuga constantemente la necesidad de conocer cómo operan esas pulsiones y dimensiones que contienen la vida, y la voluntad de trascender la vivencia individual para alcanzar la historia colectiva, un mecanismo que es especialmente visible en Los años.

Desdoblamiento

En Memoria de chica, Annie Ernaux se sumerge en el verano de 1958, el de su primera noche con un hombre, en la colonia de S, en el Orne. Una noche que iba constituir un “agujero incalificable” en el tejido de la memoria. Y sin duda lo más interesante de este breve pero magistral libro sea la coexistencia en la narración de las dos identidades de la autora: la de sus dieciocho años y la actual. Ernaux renuncia a fundir a ambas en un solo “yo” y opta por disociar a la primera de la segunda con el fin de “explorar el abismo entre la espantosa realidad de lo que ocurre, en el momento en que ocurre y la extraña realidad que reviste, años después, lo que ha ocurrido”. Una voluntad pues de desentrañar la verdad que Ernaux entiende como la mayor fidelidad posible a la realidad (de lo sucedido, de lo sentido) a través del lenguaje.

Esa contraposición de voces que encontramos en Memoria de chica adopta en El uso de la foto diversas formas: la existencia de dos miradas, una pasada y otra actual, pero también la suya y la de su amante. El origen de este singular e importante libro está en el deseo de la autora de fotografiar el paisaje tras el amor: la suerte de bodegón o naturaleza muerta que, a la mañana siguiente, conforman la mesa con los restos de la cena, las sillas desplazadas, la ropa revuelta y tirada en cualquier parte que atestigua la urgencia de los cuerpos al desprenderse de ella… Hay algo profundamente liberador e incluso subversivo en el artefacto de Ernaux: la historia de la que se da cuenta a través de la sucesión de fotos y las correspondientes narraciones en las que se alternan las voces de la escritora y de su amante, el también escritor Marc Marie, es la de una pasión amorosa en el momento en que ella, una mujer de sesenta y tres años, veinte años mayor que él, sufre un cáncer de pecho. Lo que en el imaginario convencional es un periodo de enfermedad y sufrimiento, asociado a la muerte y en las antípodas del erotismo, es aquí el momento de la vivencia de una pasión amorosa, de un cuerpo que es mostrado a un tiempo intervenido y deseado.

Huellas

Historia de amor, relato erótico, suerte de ensayo acerca del uso y los límites de la fotografía, indagación en torno a la enfermedad, la muerte y el deseo, en torno al paso del tiempo. Son temas recurrentes en Ernaux, como la construcción de una identidad, la necesidad de emancipación de la familia y de la sociedad, centrales en Memoria de chica, La mujer helada; o la vejez, la decadencia del cuerpo y de la mente, la necesidad del otro y el cuidado o la transformación de la relación con nuestros padres a lo largo de la vida que aborda en No he salido de mi noche, el diario donde la autora consignaba sus impresiones al regresar a casa tras visitar a su madre, enferma de alzhéimer, en la clínica geriátrica en la que pasó los dos últimos años de su vida. Asuntos que siempre se inscriben en un contexto social, el de la protagonista, el nuestro, del que se nos entrega un retrato en forma de huella o huecograbado. Por su parte, La mujer helada, considerado uno de sus libros más representativos, es el relato de una transformación, de niña libre y que tiene como referente a una madre fuerte procedente del entorno rural y liberada de algunas de las convenciones sociales de la época, a mujer adulta, burguesa, que acepta las convenciones y, por lo tanto, es mucho menos libre. La renuncia a esa libertad es lo que la convierte en una mujer helada. El libro es el relato de lo que la propia Ernaux hubiera podido ser o, mejor, de la que fue en parte y de la que se deshizo, justamente, a través de la escritura.

Aunque la obra de Ernaux resulte radicalmente feminista, sería erróneo encuadrar a esta escritora nacida en provincias y residente en Cergy, voluntariamente apartada de los cenáculos culturales de la capital, en esa u otra categoría. La misma vocación de autenticidad que caracteriza su prosa tiene su traducción moral en lo que parece ser una irreductible voluntad de ser ella misma, sin plegarse a ninguna prescripción o ideología, únicamente fiel la verdad de la (su) vida. Y es precisamente esa actitud la que resulta profundamente liberadora y emocionante, y la que explica su altura literaria.

La conspiración Formentor

A lo largo de 90 años, el enclave de Formentor en la isla de Mallorca ha mantenido un vínculo con la cultura literaria y cosmopolita de una continuidad excepcional en el panorama español. Hoy, el ya mítico hotel Formentor sigue auspiciando el premio literario homónimo y constituye una suerte de espacio protegido desde un punto de vista paisajístico y cultural.

Un recodo del cabo Formentor, unas vistas espléndidas sobre la bahía de Pollensa, un hotel “más que elegantísimo, exquisito” (según Carlos Barral, que debía de haberse alojado en unos cuantos) y todo, cabo, hotel y el premio que allí se celebra, bajo el signo de Formentor, del trigo -según la etimología-, la luz y el mar. Todo remite a la mediterraneidad, a la belleza del paisaje natural, el mismo que veían los clásicos, aquellos a quienes evoca y quiso convocar Robert Graves algo más hacia el poniente de la isla. Lo dice Basilio Baltasar, presidente del Premio Formentor y director de las Conversaciones Literarias, con quien conversamos una mañana de julio mientras ultima los preparativos para la celebración del evento literario que, a finales septiembre, marcará la clausura definitiva del verano y el comienzo del año académico y editorial. “Es una impresión compartida por todos los que nos reunimos aquí. Este lugar evoca los paisajes que en nuestro imaginario asociamos a la Grecia clásica. Al mismo tiempo, este paisaje conservado pero que parece en trance de desaparecer provoca un sentimiento de nostalgia, la sensación de encuentro con la belleza original”.

Una conspiración estética

Y en medio de esa belleza, un premio y unos encuentros que tienen el carácter de una confabulación: reivindicar la excelencia literaria a través de un puñado de hombres y mujeres que se reúnen para algo tan necesario como perfectamente inútil en términos estrictamente mercantiles: conversar en torno a las obras de la imaginación que fundamentan el tronco de la cultura europea. Ese es el espíritu subyacente al premio y a las conversaciones, las que se celebran desde el año 2011 y las originales, las que arrancaron con las Conversaciones Poéticas organizadas en este mismo hotel por Camilo José Cela en 1959. Y también era el espíritu de una denominada Semana de la Sabiduría, que en el año 1931 y auspiciada por el entonces propietario y fundador del hotel, el abogado y mecenas argentino Adán Diehl, organizaba el conde Keyserling.

Pero volvamos al segundo momento clave de este relato, aquél en el que, según refiere Barral en sus Memorias, “el refinamiento de Camilo José Cela, en funciones de nuevo conde Keyserling, y la generosidad de los propietarios del hotel”, entonces la familia Buadas, “emparentó” a un grupo de editores, escritores y gentes de letras con este rincón de la isla. El escritor gallego había descubierto Mallorca en el año 54 y había decidido fijar allí su residencia. Como editor de la revista Papeles de Son Armadans, Cela convoca en 1959 las Conversaciones Poéticas en Formentor. Uno de los participantes en esas conversaciones es el joven poeta y editor Carlos Barral. Y si la voluntad del futuro nobel era la de reunir a los escritores españoles, los del interior y los del exilio, tratando de salvar el socavón que la guerra civil y la posguerra habían abierto en la cultura española, Barral descubre su propio programa, que no es ajeno al anterior pero va más allá: de una parte, romper el cerco de la literatura y la edición española, aisladas por la censura, de otro, “agrupar a los editores literarios europeos en una verdadera conspiración estética: consolidar los valores de la alta cultura literaria y fundamentar el canon de la narrativa contemporánea”, en palabras de Basilio Baltasar.

Un empeño, el de Barral, que tuvo que vencer las reticencias de editores como Claude Gallimard o Giulio Einaudi, que se debatían entre la voluntad de participar en la empresa literaria a la que los invitaba el entonces (casi) imberbe editor catalán y el temor a que su participación contribuyera a dar una pátina de normalidad a la dictadura. Resolvieron el dilema a favor de su participación, y Formentor, escribe Barral, “se convirtió en una referencia constante para la vanguardia de la edición europea y en el ágora literaria más importante y famosa de la década de los sesenta”. Y todo ello, en pleno franquismo (aunque fuera en casi la más remota de sus esquinas). Si le sumamos los nombres de algunos de los primeros premiados, Jorge Luis Borges, Samuel Becket, Saul Bellow o Witold Gombrowicz , y “los tragos y los baños” que, como reconoce Jorge Herralde, editor que frecuentó aquellos encuentros, amenizaban las conversaciones literarias, no sorprende el halo mítico que aún hoy envuelve la cita literaria. Ni tampoco que en 1962, las Conversaciones acabaran por decreto del régimen franquista. El Premio se prolongó en otros lugares hasta 1967, “cuando se agota la alianza de los editores a causa de los cambios en el mercado editorial, en los derechos de autor y en las perspectivas culturales”, explica Baltasar.

Recuperación

Aquella breve pero brillante aventura dejó una huella importante en la memoria literaria colectiva y en la de las gentes de la isla, que hizo que en el año 2008, cuarenta años después de fallado el último premio Formentor, Simón Pedro Barceló, nuevo propietario del hotel, se pusiera en contacto con el escritor, editor y periodista Basilio Baltasar “para rescatar este pasado ilustre y dar al Premio Formentor una nueva actualidad, prolongando el mismo espíritu que inspiró su origen”, relata Baltasar. Y así, en 2011 y con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas, se recupera el Premio Formentor, que ahora es definitivamente a una trayectoria literaria y no a una obra concreta y ese año premia al escritor mexicano Carlos Fuentes.

Los premiados en las siguientes ediciones, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu y Annie Ernaux, que recogerá el premio el próximo 20 de septiembre, dan idea del firme compromiso artístico del galardón. “La conciencia del hombre contemporáneo se deposita en las grandes obras literarias. La complejidad de la condición humana se comprende y elabora mediante las creaciones del talento narrativo”, afirma Baltasar. En este sentido, Formentor constituiría un cierto canon de la narrativa contemporánea, “el canon de las obras eminentes, las de aquellos artistas que captan el pálpito del alma contemporánea con esmerada habilidad artística”. La  calidad de los premiados sin duda explica también el prestigio que hoy mantiene el Premio Formentor,  y que traduce la labor de un jurado “que trata de mantenerse ajeno a los caprichos del mercado y a la hipnosis del consentimiento general buscando, exclusivamente, la conciencia artística de lo literario”. Un jurado que, en definitiva, trata de devenir cierta guía, referencia, mapa, que es algo para lo que deberían servir los premios.

Los próximos 20 a 22 de septiembre, un grupo de escritores, lectores, editores y periodistas, amantes de la literatura y firmes creyentes en lo que Nuccio Ordine llama “la utilidad de lo inútil”, se reunirán en el bellísimo enclave del hotel Formentor para conversar, esta vez, acerca de bestias y monstruos y el papel central que esas oscuras criaturas han desempeñado en imaginación literaria y para señalar y celebrar la trayectoria literaria de la escritora Annie Ernaux, que con su acerada y transparente escritura toma el relevo este año en esa cadena de nombres que marcan el mapa de la mejor creación literaria.

Las nuevas voces del feminismo

08 jueves Mar 2018

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, La entrevista, Libros

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Mujeres; feminismo; voces; Mary Beard; Laura Bates; Patricia Merino; Virginie Despentes; Chimamanda Ngozi Adichie; Jessa Crispin

ALGO SE ESTÁ MOVIENDO. Entre las novedades de cualquier librería es fácil encontrar últimamente algún ensayo feminista. También en librerías, carteleras de cine o centros de arte, la presencia de obras firmadas por mujeres ha dejado de ser algo anecdótico y su trabajo empieza a ser recibido no como una excepcionalidad o como una obra femenina, sino como la obra de una autora, mujer, sí, e imbricándose en el discurso general. Y si la cultura, además de construirnos, la construimos nosotros, ¿cómo no habría de cambiarla el hecho de que el discurso público esté empezando a poblarse de voces de mujeres? Porque la cosa va de voces, como señalan Mary Beard y algunas otras.

Mary Beard en blog Eva MuñozReportaje publicado en el Cultura/s de La Vanguardia el 24 de febrero de 2018

MARY BEARD: GÉNERO Y DISCURSO PÚBLICO
Un gesto y, sobre todo, una voz: la de Telémaco reprimiendo a su madre Penélope cuando ésta hace oír su voz en público. Un acto, este silenciar el discurso público de las mujeres, escribe Mary Beard (Much Wenlock, 1955) que aún hoy, en pleno siglo XXI, “se repite con demasiada frecuencia”. En su reciente ensayo Mujeres y poder, esta catedrática de Clásicas en Cambridge, divulgadora y figura referencial y personalísima del feminismo contemporáneo, parte de una de las obras fundacionales de la cultura occidental, La Odisea de Homero, para rastrear los orígenes de la misoginia moderna.

Y es que, explica la profesora británica, desde el momento en que el poder deja de residir en la fuerza bruta, el atributo definitorio de la masculinidad, al menos entre los hombres libres, pasa a ser la voz o, más precisamente, el discurso público. Por eso, desde ese momento, despojar a las mujeres de poder y mantenerlas en el ámbito doméstico, equivale a silenciarlas públicamente. Y La Odisea, que además de las gestas de Ulises es el relato de cómo Telémaco madura y se hace un hombre, contiene en su arranque lo que pretende ser un mensaje muy preciso para hombres y mujeres: quién tiene y quién no tiene derecho a hacer oír su voz. Y, en consecuencia, quién tiene, o no, autoridad y autonomía.

Mary Beard analiza la relación entre poder, discurso público y voz masculina a través de algunas de las obras fundacionales de la cultura occidental.

La autora prosigue su estudio analizando otras obras de referencia de nuestra cultura en distintas épocas y las pone en relación con situaciones actuales en las que el discurso público de las mujeres es silenciado o trata de silenciarse en los medios y en las redes sociales. Una indagación que no es ajena a su propia experiencia, pues su excelente tarea como divulgadora del mundo clásico en la BBC le costó ataques furibundos en los medios y las redes que, por cierto, nada tenían que ver con su competencia académica o comunicativa sino con su aspecto. Y es que Beard es una voz tan autorizada como desacomplejada y liberada de estereotipos: ni guapa, ni sexi, ni masculina. Todo lo cual, como su humor e inteligencia, resulta profundamente subversivo.

Señala usted el discurso público como el atributo definitorio de la masculinidad.
Sí, tan atrás como nos remontemos, encontramos una relación clara entre mujeres silenciosas o silenciadas y hombres portadores del discurso. La cultura occidental representa la mujer callada, y eso es algo que debemos confrontar.
¿Hay una conexión entre Telémaco haciendo callar a su madre y las formas contemporáneas de ignorar el discurso femenino?
En efecto. Para mí fue una conmoción ver, en algunos de los primeros ejemplos de la literatura occidental, a mujeres siendo acalladas por hombres. Durante tres mil años se nos ha transmitido la idea de que las mujeres deben callar.
Cuando las mujeres quieren ser tomadas en serio, con frecuencia adoptan atributos masculinos.
Carecemos de modelos femeninos de poder o autoridad. Por ello, cuando una mujer quiere tomar posiciones de poder adopta un estilo masculino, como vestir pantalones o un tono de voz grave, es lógico. Me gustaría que fuéramos capaces de derribar ese estereotipo masculino acerca del aspecto del poder. ¿Ponerle faldas, quizá?
¿Debemos redefinir el poder para que las mujeres tengamos espacio en esa esfera?
La lógica me parece evidente. Si las mujeres no encajan en la actual estructura de poder, debemos cambiar la estructura del poder, no a las mujeres.
El número de mujeres que participa hoy en el discurso público es creciente. ¿Producirá esto un cambio en la percepción de la voz femenina?
Finalmente contribuirá a ello, ¡pero no sé si lo suficientemente rápido para mí! Tengo 63 años ¡y lo quiero ya! Aún veo muy pocas mujeres como directoras de museos o en el parlamento, y creo que todavía hay mucho trabajo que hacer.
Con el crecimiento de movimientos como el “Me Too”, hay hombres, y mujeres, que denuncian un incremento de la corrección política…
No creo que haya más oposición de la que siempre ha habido. Siempre se produce algún tipo de reacción.
¿Es usted feminista?
Por supuesto. Nunca he pensado que pudiera ser otra cosa. Quizá deberíamos debatir acerca de qué feminismo hablamos… pero sí, desde luego, y una feminista orgullosa de serlo.
¿Superar el patriarcado es hoy el único horizonte ideológico capaz de regenerar una humanidad autodestructiva?
Me gustaría superar el patriarcado, ¡pero tengo unas cuantas cosas más en la lista!

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS
LAURA BATES
De una generación posterior a Mary Beard, la autora de Sexismo cotidiano ha trasladado al papel una experiencia que arrancó en 2012, cuando creó la web Everyday Sexism Project, donde la gente podía compartir sus experiencias de machismo diario. Tres años después de su creación, el proyecto de Laura Bates (Oxford, 1986) había superado las 100.000 entradas, convirtiéndose en un acontecimiento viral y un gran compendio de la misoginia moderna. Lo que en Beard es un análisis de nuestra tradición literaria en clave de género, en Bates es un examen de la comunicación contemporánea desde esa perspectiva, que le sirve para poner en contexto los relatos que le han hecho llegar mujeres de todo el mundo, edad y condición y dan cuenta de un machismo perfectamente instalado y normalizado en nuestra cultura.

Su web Everyday Sexism Project sirvió a Laura Bates para dar voz a mujeres anónimas del mundo entero y realizar un amplio compendio de la misoginia moderna.

El trabajo de esta escritora que anteriormente ejerció de niñera y actriz no pretende erigirse en análisis cuantitativo o en prueba fiscal, pero no hay duda de su interés cualitativo y de la cantidad de datos útiles de los que ha hecho acopio. Su mayor valor reside sin embargo en dos aspectos. Primero, en llamar la atención de manera fehaciente sobre el hecho de que no por normalizado, el machismo haya desaparecido de nuestro entorno. Por el contrario, más allá de los abusos graves y lacerantes, nuestra vida cotidiana está llena de un sexismo que, por normalizado, opera de manera silenciosa, conformándonos y haciéndonos conformar. Segundo, al crear un espacio de comunicación en la red, esta milenial ha logrado conectar con las jóvenes y las adolescentes contemporáneas. Un hecho que parece fundamental a juzgar por algunas de las estadísticas y relatos que el libro recoge y que revelan por ejemplo que “el mayor deseo” de las niñas entre los 11 y los 17 años es “estar más delgadas”. Mientras esto sea así, el problema de las mujeres no es el “techo de cristal”, sino otro mucho más insidioso: hemos interiorizado la cárcel, somos prisioneras de nuestros propios cuerpos.

PATRICIA MERINO
El proyecto político del feminismo se centra hoy todavía en el empoderamiento de las mujeres en el empleo y en la vida pública. Por eso, leyendo el título del libro de Patricia Merino (Bilbao, 1961) Maternidad, Igualdad y Fraternidad, habrá quien sospeche que no estamos hablando de feminismo sino de alguna otra cosa. Ciertamente, la maternidad no es ni obligatoria ni nuestro destino, el feminismo clásico lo dejó por fortuna claro, pero relegar la maternidad, ese hecho central de la vida humana, a los márgenes del discurso es en realidad hacerle el juego al patriarcado, denuncia la autora, pues “es precisamente en las dependencias y vulnerabilidades originadas en la maternidad donde éste enraíza”. Y la solución no puede ser obviar la cuestión sino, por el contrario, poner la maternidad en el centro del debate y, de una vez por todas, reconocer a la madre como sujeto político.

Solo poniendo la maternidad en el centro del debate feminista y reconociendo a las madres como sujeto político superaremos el patriarcado, sostiene Patricia Merino.

En su libro, Merino cuestiona la representación que desde el feminismo beauvoiriano y las posiciones constructivistas se ha hecho de la maternidad, teñidas de misoginia la una y de un culturalismo extremo la otra, que niega la dimensión biofísica de la maternidad y su trascendencia. La autora también reflexiona acerca de los conceptos de “trabajo” y de “empleo”, reclama la equiparación del trabajo productivo y reproductivo y explora el modo en que encaja la maternidad en las diversas sociedades europeas actuales y cómo en cada una de ellas se socializa la crianza. Una reflexión que se antoja fundamental en nuestras sociedades posfamiliares y poslaborales, donde las profundas transformaciones del mercado de trabajo y las tasas crecientes de paro también obligan a cuestionar el binomio empleo-derechos sociales y de ciudadanía en que hasta ahora se han basado las sociedades industriales.

VIRGINIE DESPENTES
Hablemos claro: he venido a recomendaros algunos libros imprescindibles, de esos que os pueden cambiar la vida. Y eso es exactamente lo que puede hacer un libro como la Teoría King Kong de Virginie Despentes (Nancy, 1969), que puede reconciliaros con quienes sois con la contundencia de un puñetazo y emocionaros con un arranque tan poco sospechoso de sensiblería como este: “Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, la camioneras… ”. Pero, queridas, las que sabemos algo o estamos dispuestas a descubrirlo, sabemos que lo verdaderamente conmovedor en esta vida es la verdad desnuda.

El discurso de Virginie Despentes es un cuestionamiento radical de las asunciones políticas, estéticas y sexuales en las que se sustenta el patriarcado.

El de Despentes es un cuestionamiento radical de muchas de las asunciones estéticas, políticas y sexuales sobre las que se asienta nuestra sociedad patriarcal y es, por ello, profundamente liberador, y perturbador. Empezando por ese “ideal de la mujer blanca, seductora, que nos ponen delante de los ojos [y que] es posible incluso que no exista”. ¡Bingo! Son fundamentales algunos capítulos y reflexiones, como su lectura de la seducción femenina, ese “vestirse de puta” como forma de disculparnos por nuestra inteligencia y enviar el mensaje tranquilizador de que seguimos jugando al juego que se espera de nosotras, o su análisis a contracorriente de la violación o la prostitución, donde la autora parte de su propia experiencia y elabora desde ahí su discurso, una dinámica narrativa que encontramos a lo largo de todo el libro. Escrito en 2006, es todo un acierto su reedición doce años más tarde, con traducción de Paul B. Preciado, y no hay duda de que sigue estando plenamente vigente.

CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE
En este coro de voces, sería fácil dejarse llevar por la tentación de etiquetar a Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, 1977) como la “voz periférica”, pues nació y creció en Nigeria, donde sigue residiendo parte del tiempo, además de en Estados Unidos, o como “feminista pop”, pues en efecto es un personaje público extraordinariamente popular (tanto como pueda serlo un escritor que además es mujer y negra) y algunas de sus frases más célebres han sido llevadas a la música por Beyoncé o estampadas en camisetas Dior. Lo que sí podemos decir de Adichie es que es capaz de expresar con extraordinaria sencillez asuntos complejos y su discurso está lejos del intelectualismo dominante en los discursos feministas más tradicionales y emparenta con su narrativa, “yo soy una contadora de historias, me interesa la textura de la vida, no las teorías”, dice.

Chimamanda Ngozi Adichie expresa con sencillez asuntos complejos y pone el acento en la educación y en nuestra acción cotidiana.

Todos deberíamos ser feministas, un librito que recoge una conferencia pronunciada en 2012, contiene observaciones de gran sencillez pero enorme calado y se ha convertido en todo un clásico del feminismo contemporáneo. La autora reclama un mundo distinto y más justo y sugiere cuál es la forma de empezar: “tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos”. Una idea que ha desarrollado en su más reciente Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, que contiene propuestas tan simples y valiosas como la sugerencia de no llamar “princesas” a las niñas (pensadlo bien), enseñarles que lo más importante en esta vida es ser honesto con uno mismo, no gustar o complacer a los demás, o que los matrimonios son felices o desgraciados, pero en ningún caso un logro. Recomienda también la autora acostumbrar a los niños a leer (incluso mediante soborno) y enseñarles a cuestionar el lenguaje, y en ningún caso pretender que ellas son mejores que ellos, pues es otra trampa: la bondad femenina es tan frecuente como la maldad. Espléndida novelista, más allá de estos breves ensayos, el discurso de Adichie está comprendido en una narrativa cuyas protagonistas son con frecuencia mujeres jóvenes que tratan de construirse una identidad (siempre múltiple) y una vida propia con inteligencia, energía y humor.

JESSA CRISPIN
El feminismo está de moda. Ya no es un movimiento político sino un estilo de vida, un producto más y, como tal, ha perdido su capacidad crítica y su poder transformador. Esa es la tesis de la periodista, escritora y crítica literaria Jessa Crispin (Kansas, 1978), autora de Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista, un análisis ácido y lúcido tanto del patriarcado como del feminismo contemporáneo. Con la voluntad de resultar aceptable para todos, dice la autora, el feminismo se ha vuelto inofensivo. Y así se ha pasado de la crítica a la etiqueta y la denuncia, una deriva que para Crispin no es ajena a la sustitución de la sociología por la psicología y de la política por la moda que opera en nuestras sociedades contemporáneas.

Jessa Crispin se muestra tan crítica con el patriarcado como con un feminismo que en su voluntad de universalizarse ha perdido su capacidad transformadora y ha devenido moda.

“Los obstáculos y desigualdades reales a los que se enfrentan las mujeres afectan en su mayoría solo a las mujeres pobres; las de clase media y alta pueden comprar el acceso al poder y a la igualdad”, afirma la autora. El problema es el patriarcado, eso lo que hay que poner en cuestión y superar, concluye. Lejos de ello, el llamado empoderamiento no haría sino perpetuarlo, según Crispin, pues simplemente pretendería que algunas de nosotras podamos apropiarnos de una parte del pastel. Si bien la crítica principal de Crispin parece válida, cabría hacer un par de observaciones a su análisis. En primer lugar, que la clase media va camino de convertirse en producto de derribo, con una mayoría de nosotras a la cabeza. En segundo, aun estando de acuerdo en que gestos como enfundarse un fabuloso traje negro de Valentino en un cuerpo al servicio de los más caros mitos del patriarcado quizá no sea exactamente un acto ni radical ni liberador, ese gesto pone precisamente de manifiesto como la cosificación del cuerpo de la mujer es transversal social y económicamente, al igual que una cultura que lleva tres mil años silenciándonos a todas, de baja y alta cuna.

Fuera de los márgenes de este artículo quedan muchas otras voces que se están haciendo oír. Paulina Fariza publica F de Feminismos, un abecedario ilustrado al hilo del cual recorre algunos de los principales hitos, conceptos y retos del feminismo contemporáneo; Bel Olid expone también los conceptos clave de la lucha feminista actual en Feminisme de butxaca en tanto que Capitan Swing reedita la Autobiografía de Angela Davis, filósofa, feminista y mítica activista afroamericana… Imposible dar cuenta aquí de todas las novedades, pero el fenómeno editorial es el reflejo de un movimiento político que ha vuelto al centro del discurso.Nuevas voces del feminismo en blog Eva Muñoz

 

Audaces cuentos de hadas

28 lunes Ago 2017

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros

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Angela Carter; Alejandra Acosta; La cámara sangrienta; Sexto Piso; cuentos; cuentos de hadas; género

Angela Carter en blog Eva Muñoz

Publicado en el Cultura/s de La Vanguardia (26/08/2017).

UNA LIBERADORA VERSIÓN de Barbazul. Y terrorífica, con una progresión narrativa digna de un maestro del suspense. La más gamberra y deliciosa versión de El gato con botas. Sensuales, violentos y melancólicos cuentos de lobos y de vampiros. Inquietantes las más de las veces. Sorprendentes siempre. Y dotados de un magnífico estilo (¡bravo por el traductor!), elaborado, barroco pero extraordinariamente preciso: ni una palabra de más. Así son los cuentos de la escritora y periodista británica Angela Carter (1940-1992), una grande de la narrativa inglesa de la que Sexto Piso reedita uno de sus volúmenes más destacados, La cámara sangrienta, en una preciosa edición que cuenta con las bellísimas ilustraciones de la chilena Alejandra Acosta (1975).
Angela Carter se acerca a los cuentos de hadas de la tradición europea con el espíritu audaz de sus heroínas. Con curiosidad, irreverencia, frondosa imaginación y una extraordinaria libertad creativa. Altera finales y conclusiones, reescribe, mezcla fábulas. Desde lo que hoy llamaríamos una perspectiva de género, liberando a las mujeres de arquetipos limitadores, pero yendo mucho más allá. O, desde ahí, desde esa libertad, adentrándose en las fuentes del deseo, en su naturaleza ambivalente, en el subconsciente, que no siempre arroja visiones complacientes o comprensibles. Y es que los relatos de Carter no responden a una lógica cartesiana sino a la lógica simbólica y poética de los mitos y cuentos.
Fábulas que son también puro divertimento, exploración de los mecanismos o modos narrativos, entre el relato gótico, en la mejor tradición de Poe o Hoffmann, y la narrativa erótica; entre la lógica narrativa más clásica, como “La cámara sangrienta” que da título al libro, deslumbrante, y la más poética, casi diría que plástica o performativa, pues “Lobalicia”, bellísimo, se me antoja un ballet. Las niñas, mujeres y adolescentes que protagonizan los cuentos de Carter son audaces y de corazón puro, del que brota su fuerza y su valor. No son cuentos ingenuos. Están en las antípodas de la corrección política. Pero la curiosidad no resulta penalizada y la feminidad es vibrante y activa, no mero reflejo y expectativa.
Un libro, como rezan algunos juegos educativos, para lectores de 12 a 99 años. Un clásico contemporáneo.

Regreso (o Ir sola al cine)

11 viernes Ago 2017

Posted by Eva Muñoz in Cine, Libros, Una habitación propia

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Cine; Natalia Ginzburg; A propósito de las mujeres

Natalia Ginzburg en blog Eva Muñoz

Hay un generoso proverbio, yogui, creo, que dice que no importa cuántas veces te pierdas, lo importante son las veces que eres capaz de regresar.

El aire, fresco, parece tan leve, hoy.

El mar de un azul lechoso, algo turbio, en la orilla, y color turquesa después, un milagro doméstico, en la Barceloneta. Me veía el cuerpo bajo el agua, que se movía como en un latido inmenso. Las cosas ocupando su lugar. La gravedad sólo en la tierra.

La otra tarde sobre la bicicleta, camino al cine. También el tiempo era grato, y leve, y todo lo demás afirmado.

Amo ir sola al cine. La primera vez que fui sola al cine tenía dieciocho años. Fue al cine Capsa. No recuerdo el título de la película, aunque sí que era francesa y que había una relación entre un adolescente, el protagonista, y una mujer madura (¿quizá su profesora?) en los años cincuenta, ¿quizá en alguna excolonia? La película, de la que recuerdo sobre todo la luz, me gustó. La experiencia de acudir sola al cine me pareció fascinante. Nunca he abandonado esa afición, que jamás me ha traicionado ni me ha decepcionado. He compartido maravillosas sesiones de cine con algunas amigas o amigos, con amantes, con parejas… Recuerdo estallar en carcajadas de forma totalmente extemporánea al inicio de un drama, con E. Por supuesto, he olvidado el motivo. Quizá por el drama. Recuerdo en especial desternillarnos de risa con una película reciente, también francesa, también un mes de agosto, una película extraña, entre la astracanada y el drama, y ser las únicas que nos reíamos en la sala, exageradamente, sin poder parar, como si tuviéramos la edad de los protagonistas adolescentes de la película… Uno nunca se ríe así en solitario, es cierto… Recuerdo, cómo no, la felicidad de compartir películas con mi hijo y conservo, sé que conservamos, sesiones memorables, como la mañana en que descubrimos juntos, este invierno pasado, Eduardo Manostijeras, o modestas pero inolvidables sesiones domésticas, como aquella en la que vimos El viaje de Chihiro o Los niños lobo… Y por supuesto descubrir que le gusta Cantando bajo La lluvia, Chaplin, Keaton… Sí, la noche en que me tumbó -¡qué felicidad, él resistió, yo no!- viendo El maquinista de la general…

Pero vuelvo a esa otra tarde sola, sobre la bicicleta. La extraordinaria sensación de libertad de la tarde disponible. Ir con tiempo, mejor; entrar sola en un bar, tomar una cerveza, mirar. Mirar. Ocupar sola la butaca, acomodarme como si estuviera en los brazos de un amante fiel y acogedor, mirar de soslayo o con descaro al resto de los ocupantes de la sala o no mirar a nada ni a nadie en absoluto, simplemente esperar a que se haga la oscuridad en torno, a esa seguridad a un tiempo fetal y festiva, al festival de luz y sonido estallando frente a ti, atrapándote, llevándote lejos, sorprendentemente tan lejos y tan cerca de ti al mismo tiempo… Porque sí, he vivido momentos de rara comunión, de milagrosa comunión leyendo y en interiores de museos, en estaciones de tren o en aeropuertos, en playas, campos, ciudades, ante la contemplación de obras de arte o inmersa en la vida… Recuerdo leer, ¡enferma!, La montaña mágica, no hace tantos veranos, y tantos otros libros… La otra tarde, un poema de Ferrater, en un bar… Pero la lectura es una amante mucho más exigente, debe hallarnos en una disposición de ánimo que uno no siempre tiene… El cine es el único que es capaz de hacerse cargo de mi dispersión, de mi disgregación a veces, de mis caídas en agujeros más o menos profundos. Por supuesto, cuando llego a casa, leo, además de ver películas, y me salvo un poco más, o me voy de viaje y siempre vuelvo con las manos llenas… El otro día, releí este texto, a propósito de agujeros. Es un texto de la Ginzburg, una de mis escritoras favoritas, maravillosa, tan personal e inconfundible. Se llama A propósito de las mujeres y habla de agujeros, de esos agujeros en los que caemos nosotras. Sí, nosotras. No ellos. Un día, queridas, todas las que me leáis por aquí o fuera de aquí, a las que yo leo, tenemos que hablar de este texto, y de esos agujeros. Porque yo no sé exactamente qué cosas importantes tenemos que hacer, pero la vida, esta de ahora, este escrito, es importante. Sin duda.

Entra una hermosa luz a través de las puertas abiertas de mi balcón. Luz de sol que atraviesa nubes oscuras. Son las nueve de la mañana. Viernes.

La otra tarde, por cierto, en la sala oscura me esperaba Estiu 1993, de Carla Simón. Maravillosa película, maravillosa protagonista de la estirpe de la niña Ana Torrent, perfecta sensibilidad para capturar la complicidad infantil, la morosidad del verano… y ese estallido final.

El clown: arquetipo imprescindible

26 domingo Mar 2017

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros

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Clowns; Von Baarloewen; Kairós;, Fiesta de los Locos, Société Joyeux

Ayer publiqué una reseña en el Cultura/s de La Vanguardia a propósito del libro Clowns. Una figura arquetípica, de Constantin von Baloewen (Kairós). Una indagación acerca de esa figura arquetípica, grieta y punto de fuga imprescindible en cualquier sociedad. Algo somero en su alcance, el libro intensifica su tono poético conforme avanza y el tema es fascinante. El artículo quedó bonito. Podéis leerlo íntegro más abajo. Hoy sigo con Rasputín (y otras cosas menos interesantes pero por las que también me pagan). Buen domingo!

clowns_en_blog eva muñoz

“¡DÉJALOS! Si no hubiera locos en el mundo, ¿qué sería de él?”. Goethe lo comprendió. En cualquier sociedad organizada, tan necesarias como las normas son las fisuras, los puntos de fuga. De otro modo, se corre el riesgo de estallido, violento. Por ello, cualquier sociedad genera necesariamente antagonismos para mantener su, digamos, equilibrio homeostático. No siempre los tolera, desde luego, porque el reequilibrio conlleva un desequilibrio previo… o definitivo, y la pérdida de control genera ansiedad y miedo. Hay una amplia suerte de grietas y antagonistas: el loco, el juego, el “pensamiento salvaje” (aquél que no establecía una radical cesura entre ciencia y arte, según lo expresaba Lévi-Strauss)… el clown. Todos comparten un mismo territorio intermedio, una tierra de nadie y sin embargo de todos, plenamente conectada con la realidad pero también con lo inmanente o con “lo divino”… El clown aparece pues como un arquetipo imprescindible. Sin él, mucho antes nos habríamos aniquilado.

De ahí que el antropólogo e historiador de la cultura Constantin von Barloewen se acerque a esta figura, y lo haga atravesando épocas y culturas, analizando sus características en las sociedades primitivas y en el seno de la cultura occidental, en tiempos sacralizados y desacralizados; que observe fenómenos de alto contenido político como la Fiesta de los Locos o las Sociétés Joyeuses… porque la clownerie es subversión, insumisión, contra-razón, pero también compasión, empatía… elemento que se acentúa en la modernidad, el hombre ya expulsado de todo orden cósmico, de todo orden cotidiano incluso, ya todo tiempo indistinguible y sin fisuras ni transiciones. Ahí, frente a ese hombre desamparado, el clown abre resquicios para la distinción, para la risa, por supuesto. Un clown que es hoy más trágico y menos grotesco… El autor revisa también, cómo no, el clown en la literatura y en el arte, en el cine, en el teatro, y rinde tributo a algunas de sus más destacadas figuras.

Todo ello en un texto de notable fuerza poética que contiene momentos tan bellos y certeros como éste, en el que aproxima así una descripción del fenómeno: “atesorar instantes, no devenir víctima, volver expresivos los cuerpos […]”. El clown como tierra de nadie imprescindible, insumiso, punto de fuga… como el loco, como los amantes entregados, todos ellos hermanados en esa Société Joyeux transfronteriza.

 

¿Ética maquínica?

06 lunes Mar 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Ciencia, Cultura, Economía y Política, La entrevista, Libros

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Rosi Braidotti; Lo Posthumano; Gedisa; Revista de Occidente; inteligencia artificial; robots; Parlamento Europeo

 

rosi-braidotti en blog Eva Muñoz

EL PARLAMENTO EUROPEO acaba de proponer una regulación a gran escala de los robots y máquinas inteligentes. El informe, según publicaba El País, propone regular temas como la responsabilidad civil y legal de los robots —especialmente en el caso de los coches autónomos—, la creación de una agencia europea encargada de ellos, la privacidad de los datos que almacenan, la inclusión de un código ético y la posibilidad de establecer un impuesto por utilización.

En este contexto, traigo aquí una entrevista con la filósofa Rosi Braidotti a propósito de su libro Lo Posthumano que publiqué el pasado noviembre en Revista de Occidente. La filósofa critica que la categorización ética de determinadas cuestiones con frecuencia enmascara un debate de fondo sobre las condiciones materiales y geopolíticas que están creando entidades como los drones o las redes computacionales.

¿Podríamos por favor detenernos un minuto a discutir las infraestructuras materiales, las inversiones de capital, la combinación de ciencia y economía, las relaciones geopolíticas que están creando los drones y las redes computacionales en primer lugar? ¡Son los principales ejes del poder en el mundo contemporáneo y la ética por sí sola no va a resolver los problemas!

En la entrevista, la filósofa aborda también las principales críticas que, a partir de los años sesenta y setenta, se han formulado al humanismo tanto desde movimientos sociales como el feminismo como desde la teoría postestructuralista, y de las que su libro hace una comprensiva y valiosa revisión.

La crítica al humanismo no es nueva, especialmente desde la izquierda del espectro político. (…) El «Hombre» no puede pretender representar a la humanidad toda porque ese «hombre» es una entidad específicamente determinada en cuanto a cultura, género, raza y clase: es europeo, macho y blanco.

En un momento histórico en que la crisis de lo humano es vista con aprensión cuando no con alarmismo, es estimulante encontrar a una pensadora que aboga porque esa pérdida de centralidad de lo humano -que Braidotti juzga más normativo que neutro- sirva para cambiar de paradigma hacia otro más complejo pero también más comprensivo e integrador, el único quizá capaz de salvar las brechas y las contradicciones que marcan nuestro presente y el futuro que se vislumbra.

Soy consciente de que gran parte de las modificaciones físicas y psíquicas que experimentan nuestros cuerpos responden a la lógica capitalista. Así es que sí reclamo la puesta en juego de determinados valores éticos, concretamente: que la experimentación sea sin ánimo de lucro, sujeta a la solidaridad transnacional, a la conexión entre especies y, por supuesto, a la justicia intergeneracional.

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Las oposiciones coexisten y estallan ante mis ojos: la epidemia de la anorexia y la bulimia y el hambre resultado de la pobreza se traducen en espasmódicas ondas de la expansión y contracción del peso de los cuerpos en diversos sectores de la población. En Los Ángeles hay clínicas dietéticas para mascotas del mismo modo que las hay para humanos. ¡Bienvenidos al capitalismo como esquizofrenia!

 

Apocalipsis medioambiental

18 miércoles Ene 2017

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros

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Algo ahí fuera; Bruno Arpaia; medioambiente; calentamiento global; distopía

Con Algo, ahí fuera, el periodista y novelista Bruno Arpaia nos sitúa sitúa en el largo infierno que precedería a la extinción de nuestro mundo. O, en todo caso, en el mundo inhóspito hacia el que nos encaminamos. Basta con que la temperatura global del planeta suba algunos grados más.

Bruno Arpaia en blog Eva Muñoz

Reseñé el libro en el Cultura/s del sábado 14 de enero en La Vanguardia.

Podéis leer la reseña completa aquí:

Enrico Fermi sostenía que, dado el tamaño del Universo, había muchas probabilidades de que se hubiera dado vida en otros planetas, pero ya se habría (auto)extinguido: eso explicaría la falta de contacto. Algo, ahí fuera, del periodista y escritor italiano Bruno Arpaia, no nos sitúa en la extinción, sino en el largo infierno que la puede preceder. O, en todo caso, en el mundo inhóspito hacia el que nos encaminamos, ciegos de vanidad, avaricia y, desde luego, estupidez colectiva. Una distopía que no acontece en un futuro lejano sino en este mismo siglo: basta con que la temperatura global del planeta suba algunos grados.

Dos tiempos: el ecuador del siglo y apenas una treintena de años después. En el segundo tiempo, que es el presente del relato, Livio, el protagonista, atraviesa Europa con una tropa de desheredados. Son centenares, algunos miles. Proceden de toda Italia con el objetivo de alcanzar Escandinavia. La temperatura del globo ha aumentado seis o siete grados, el nivel del mar ha subido doce metros. Ya apenas son habitables las zonas árticas o antárticas del planeta: Rusia, Escandinavia, Islandia, Canadá, Groenlandia… Sólo en esa fortaleza custodiada sin piedad persiste la vida tal y como hoy la conocemos. El resto del mundo es un inmenso erial surcado por caravanas de desplazados que rivalizan entre sí por el agua y la comida. Los estados hace tiempo que desaparecieron. Desde ese escenario, Livio rememora una vida anterior con una mujer, un hijo, cuando ambos, llegados de Italia, eran investigadores en Stanford, en unos Estados Unidos que se degradaban política y medioambientalmente a ojos vista y que son epítome de la decadencia de nuestro mundo.

No estamos ante la hondura ni la brillantez literarias de Cormac McCarthy -eso son palabras mayores-, pero sí ante una novela estimable, que se lee de un tirón y que tiene en la fuerza visual una de sus grandes bazas que, a su vez, la ponen en relación con otras ficciones distópicas del cine y la literatura, de la referida La carretera a Mad Max. Pero también la traen mucho más cerca. Y es que ese avanzar penoso de la columna de desesperados remite a las peores experiencias del éxodo pasadas y presentes, a cualquier telediario… Lo que verdaderamente nos inquieta de la novela de Arpaia es que, esta vez, los “otros” somos nosotros.

Por una filosofía literaria

23 miércoles Nov 2016

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros

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La prosa de la vida; Fragmentos filosóficos; Joan-Carles Mèlich; Fragmenta Editorial; filosofía literaria; Doctor Arrieta; Goya

La prosa:

esta palabra no significa solo

un lenguaje no versificado;

significa también el carácter concreto,

cotidiano, corporal, de la vida.

MILAN KUNDERA

 

A modo de clave musical, las palabras de Milan Kundera que abren La prosa de la vida, segundo volumen de los Fragmentos filosóficos de Joan-Carles Mèlich, sitúan al lector en el preciso lugar desde el que él elabora su “filosofía antropológica de la finitud”, que es también una filosofía literaria o prosaica. Sostiene este escritor y filósofo, lector apasionado, que la tradición filosófica occidental, de Parménides a Hegel y el positivismo, ha sido mayoritariamente metafísica: una filosofía esencialista, convencida no solo de la existencia de conceptos absolutos o universales, del bien al deber, sino de nuestra posibilidad de conocerlos.

Joan-Carles Mèlich en blog Eva Muñoz

Frente a la metafísica (germen del pensamiento totalitario), Mèlich defiende una filosofía literaria, pues es precisamente ésta la que comprendería el carácter finito, corporal y concreto, contingente de nuestra existencia. Una filosofía que reivindica una tradición que va de Heráclito y Sófocles hasta Nietzsche y Dostoievski, pasando por Cervantes y Shakespeare, y continúa con Kafka, Thomas Mann, Virginia Woolf o Marcel Proust. Y es que es en la obra de estos autores (y en las obras de arte en general), donde con frecuencia encontramos más verdad acerca de la naturaleza finita de nuestra existencia, de la muerte y del paso del tiempo o de la justicia. Y más consuelo. Entre el poema y la meditación, Mèlich prosigue en este segundo volumen de sus Fragmentos una conversación con los libros y con los lectores, con los vivos y con los muertos, acerca de algunos de los asuntos que ocupan el centro del debate filosófico. Una reflexión a partir de la literatura y contra la metafísica, acerca de qué significa, en qué se traduce, el carácter finito de nuestra condición y, en concreto, qué ética dibuja; que se detiene en cuestiones como la memoria, la tecnología o la educación, la compasión y el daño, y que llega hasta el presente: “[…] No hay arte, sino técnica. No hay vida ni existencia, solo identidad y ser, un exceso de ser”.

Tras esa instantánea, que parece describir un paisaje arrasado por la luz de los flashes, el libro se cierra con una meditación sobre una pintura de Goya que ofrece el consuelo y la narración de un acto ético, y es uno de los fragmentos literarios (y filosóficos) más bellos y conmovedores que esta periodista ha leído últimamente.

(Publicado el 19 de noviembre en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia.)

doctor-arrieta en blog Eva Muñoz

 

Boreal Invierno Austral

14 viernes Oct 2016

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Libros, poesía

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David Casassas; Boreal Invierno Austral; Animal Sospechoso; Hans Laguna; Cristina Ortiz; Pipa Club

David Casassas en blog Eva Muñoz

La poesía de David Casassas es corporal, terrenal, elemental. Está atravesada de luz, asombro, amores incipientes, sur. Es impura, manchada de realidad y se expresa en dos lenguas. Ayer dijo sus versos de pie y sonaron bien, en el espacio que también creaba la música envolvente de Hans Laguna, las fotografías de Cristina Ortiz, que le acompaña en el libro Boreal Invierno Austral. Lo edita Animal Sospechoso y lo presentaban en el Pipa Club, el que reabrió en Gracia, que se llenó, a pesar de la lluvia. No estábamos todos pero éramos muchos. Y fue emocionante.

Encarnación poética

02 domingo Oct 2016

Posted by Eva Muñoz in Arte, Cultura, Libros, Una habitación propia

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Marina Oroza; Esto es real; Nollegiu; Banc de sang i teixits; Encarnación poética

Marina Oroza en blog Eva Muñoz

Este medio día, en Nollegiu, en esa maravillosa segunda planta, el suelo enmoquetado, la escalera que sube en un círculo abierto, los antiguos probadores y ese hálito que persiste de ámbito femenino, de infancia, de espacio laxo y protegido, allí, Marina Oroza ha encarnado sus poemas, porque no es performer, ni recita ni lee sino que encarna su poesía, y eso andaba ella buscando y hemos encontrado jugando entre unas y otras de las que estábamos, porque no programáticamente pero éramos todas mujeres, también Margot, y al girar una esquina un edificio que anuncia en lo alto “banc de sang i teixits” y que ha respondido cual oráculo moderno, para nuestra sorpresa, no de la enfermera, no de la científica, sangre, tejidos, esto es real, como el libro de Marina, como la poesía encarnada, ¿cómo no sorprenderse habituadas a los flujos financieros y el lenguaje vacío?

Luego, el domingo ha proseguido con calma, luminoso, entre nubes, frente al mar, con arroz, vino, conversación, risas, el biberón.

Banc de sang i teixits en blog Eva Muñoz

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