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Eva Muñoz

~ Periodista, guionista y crítica cultural

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Una habitación propia

Una habitación propia de Eva Muñoz

De pederastas, la Iglesia y los periodistas

21 domingo Feb 2016

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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Spotlight

SPOTLIGHT-INTL-POSTER

Acabo de ver Spotlight: peliculón. En una matinal del Verdi, por cierto, horario con el que estoy encantada. Si se deja ver el sol luego te vas a tomarlo, con una cerveza, a la plaza de la Virreina. Excelente guión y dirección: precisos, funcionales, al servicio de la narración, sin perderse en las típicas subtramas amorosas o de cama tan queridas por Hollywood y que aquí son del todo innecesarias: pura concentración en el asunto. Fantásticas interpretaciones, también, dándole la justa dosis de épica a una profesión respecto a la cual la peli rinde un tributo que tiene bastante de elegía: parecería que esos camiones de reparto con el rótulo del Boston Globe impreso son los últimos que salieron de las cocheras del periódico (una no creía siquiera que aún existieran). Estoy hablando del periodismo de investigación, del que lleva a cabo un equipo de reporteros apoyados por sus editores con un compromiso ético y, sobre todo, con tiempo, no sometidos (hostigados, en realidad) por la rentabilidad a corto plazo (por no hablar de condiciones laborales de mierda o inexistentes). Ese que es el último, o tal vez debería ser el primero!, asidero de las víctimas o, en el mejor de los casos, de cualquier ciudadano frente al poder, cualquier poder, como parece tener clarísimo el director de esta peli y por lo cual el final es cinematográfica y éticamente impecable. En fin, chicos, y nosotros que estamos por aquí escribiendo lo sabemos: que si como parece eso se va a la mierda estamos fritos. De la Iglesia y la pederastia, respecto a la cual la peli también es muy clara: no son algunas manzanas podridas sino que es consustancial al sistema, hablamos otro día.

Girar y girar

17 jueves Dic 2015

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Música, Una habitación propia

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Johann Strauss, Vals; Gilles Apap; Orquestra Simfònica del Vallès;

Confieso haber mirado siempre al vals por encima del hombro, aunque recuerdo que cuando bailaba era maravilloso dejarse llevar por aquella ligereza. Últimamente, lecturas diversas, el recuerdo de algunas imágenes y, desde luego, escuchar al gran Gilles Apap, me han hecho reconciliarme con esta música y reivindicar su espíritu vital. Lo cuento en el último número de Impressions entre bastidors, escrito a propósito del concierto de valses y danzas que el sábado 19 de diciembre ofrecerá Gilles Apap con la Orquestra Simfònica del Vallès en el Palau de la Música.

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Violencia

16 lunes Nov 2015

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Agnés Mateus; Hostiando a M; violencia, performance; cabaret, Sala Hiroshima

Hostiando a M en blog Eva Muñoz

Anoche vi en la Sala Hiroshima -que descubro y celebro si lo de ayer marca el riesgo y el interés de las propuestas- “Hostiando a M”, de Agnès Mateus, un cabaret acerca de la violencia que nos rodea, según explica la autora e intérprete. Desde que escuché el nombre del espectáculo -¿quién no tiene ganas de dar un par de hostias a alguien, incluso a más de uno/a?- y la vi a ella en un tráiler con ese aire de personaje entre Tarantino y Almodóvar, o entre Uma Thurman y Rosi de Palma, supe que tenía que verla. Lo conseguí de casualidad, porque agotaron localidades.

A riesgo de ganarme un par de hostias por pedante, lo digo: “Hostiando a M” es iconoclasta, incluso subersiva, adrenalínica. ¿Causar malestar hoy? Difícil, pero Agnés Mateus lo logra. También provoca risa. Y el enorme placer de dar unas cuantas hostias aunque sea por delegación, de romper la vajilla contra el suelo, de pegar unos cuántos tiros (esto da miedo)… ¿Apología de la violencia? ¡No! Estallido de violencia, poner en escena lo que está bajo la alfombra, bajo la piel, tras de los muros, toda la grandísima violencia que a veces emerge de manera monstruosa y es aprovechada para reclamar el consenso, el consenso que permita seguir ejerciendo la violencia, otra violencia pero mucha violencia… Difícil hablar de esto precisamente en estos días sin que se te acuse de justificar lo injustificable.

El montaje de Agnés Mateus (cabaret, performance, monólogo, tutti inseme, qué más da, importa la gran plasticidad y eficacia del conjunto) no es perfecto, algunas de las reflexiones son poco elaboradas o caen en algunos lugares comunes, pero el conjunto es hermoso y demoledor, como ella misma, de una gran fuerza visual, con hallazgos llenos de inteligencia y sutileza en un escenario en el que estallan bombas. Como ese elocuente prólogo calzando rodilleras que provoca el desconcierto inicial para hacernos caer de bruces exactamente allí donde nos encontramos todos; ese embutirse en un asfixiante vestido de cinta aislante y convertirse en bomba sexual, sí, en objeto en serio riesgo de estallar bajo la mirada de los otros, los focos, los bisturíes, uf, ¡puro esperpento!; ese número musical “El trabajo nos hará libres”, el mejor y más duradero eslogan publicitario, que aquí suena en modo catarsis trash metal punk tras un número en un registro radicalmente contrario en la forma, sólo, como el que le sucede, donde asoma no ya la sensualidad (que no asoma, que es visible) sino la delicadeza, también, de esa potente mujer que hay en escena… Porque Agnés Mateus no da tregua, como no nos la dan a ninguno de nosotros. Al final, la basura bajo la alfombra, un perro de porcelana y sigamos para bingo… hasta el próximo estallido de violencia, no queremos héroes, ¿quién será el próximo mártir?

 

 

Mi otra tarde con Alejandro Palomas (un díptico o una fotonovela)

22 jueves Ene 2015

Posted by Eva Muñoz in Cultura, La entrevista, Libros, Una habitación propia

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Alejandro Palomas, El tiempo del corazón, familia, Una madre

Del segundo encuentro hace ya casi un año, fue la pasada primavera; del primero hace más de una década. Luego el artículo tardó mucho en publicarse, no se publicó hasta noviembre pasado, y yo he tardado aún más en traerlo aquí junto con la primera entrevista que le hice para componer este díptico y este juego entre nosotros.

Alejandro Palomas_Una madre_en blog Eva Muñoz

Las fotos no dan fe de ello porque (no sé si por azar o porque el editor del artículo quiso mostrar esa otra tarde a la que alude el título con una fotografía de entonces) ambas son de 2002, pero el paso del tiempo le ha sentado bien a Alejandro. Yo creo que nos ha sentado bien a los dos. Otra cosa es lo amable que haya sido en su paso, y en su peso, sobre nuestra piel y nuestros huesos. En su caso ha sido amable. Su rostro es menos afilado que antes, es el de alguien más tranquilo.

El tiempo es implacable o, como poco, es ciego, así es que es mérito nuestro y no del tiempo que nos haya sentado bien. Caben unas cuantas cosas en una década, algunas importantes. Yo creo que los dos escribimos mejor, por ejemplo. Creo que Alejandro es mejor escritor ahora y yo soy mejor periodista. Alejandro reivindicaba no hace mucho en facebook que él no es una familia, que él ha elegido no formar una familia, estar solo. Yo creo, y no es porque tenga especial interés en defender la familia y mantener (o mejor, cultivar) una me parece arduo y mantener la individualidad dentro de una más arduo todavía, que él y Rulfo, su perro, son una familia. Yo también he formado una familia con mi hijo Rodrigo.

Alejandro Palomas_El tiempo del corazón_en blog Eva Muñoz

No son logros menores para estos tiempos que todo lo fagocitan. Démonos la enhorabuena en este 2015 que empieza, Alejandro. También por lo que ha quedado fuera de cuadro.

Hasta la próxima tarde.

Domingo en la ciudad

05 lunes Ene 2015

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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forum; barcelona; herzog & de meuron; banys forum; domingo

fotos banys forum en blog eva muñoz

No era más que una playa urbana y, sin embargo, era mucho más que una playa urbana.

Domingo. Sol. Otro día de sol como todos estos que nos está regalando esta Navidad. Todo es igual pero es más hermoso. Salgo con mi hijo a pasar el día fuera, a bañarnos en el sol, al menos, a abandonar la casa tras una mañana de televisión. Son las tres de la tarde. Vamos a coger el tranvía y vamos hasta el Forum, a visitar el Museu Blau.

Desde la gran explanada de cemento donde se levanta el edificio de Herzog y de Meuron veo el mar al fondo. Dejamos atrás los edificios: ése, el centro de convenciones del otro lado. De nuevo me desconciertan las letras amarillas en las que se lee “centro internacional de convenciones de Barcelona” porque me parecen de parque de atracciones y esta inmensa explanada de cemento que es el Forum bien podría albergar uno… suerte que la gente le da un cierto uso: algunas familias y algunos niños, como nosotros, juegan en el parque infantil tras el edificio azul.

Quiero llegar hasta el mar. Hoy sí. Arrastro a Rodrigo hasta el mar (él prefiere quedarse en el parque infantil, con un gran tobogán y unos teléfonos, cómo llamarlos, inalámbricos, sin duda). Quiero ir a comer allí. Le convenzo diciéndole que hay una larga rampa para bajar por la que deslizarse con el patinete. La hay. Al final de la rampa hay una barrera para los coches que limita la velocidad, una garita, como si fuera un terreno privado (fastidio) pero no lo es: “Parc del Forum”, se lee, y unas normas de velocidad y unos horarios de acceso. Caminamos un poco más y llegamos a una pequeña playa de cemento.

A diferencia de la desbocada explanada de arriba, sin márgenes, sin forma, aquí la extensión de cemento está limitada: hay gradas, líneas verticales y horizontales, geometrías, vacío y una hermosa luz, y de pronto ya no me hace falta nada más que este lugar, esta luz, comer el bocadillo con mi hijo, ver a mi hijo que baja hasta el borde del agua con su patinete, porque hay un borde, el acceso al mar es como una piscina, con las escaleritas que descienden y se meten en el agua, mi hijo que recorre los distintos planos con su patinete, que salta luego de roca en roca por el espigón hasta el lugar donde un gato negro dormita al sol, donde un hombre espera sentado junto a su caña de pescar. Soy feliz así, contemplándolo a él, contemplando el lugar, apenas transitado por nadie más, gozando de este modestísimo descubrimiento mientras sea capaz de sentir que este lugar despojado, algo desolado pero bañado por esta luz cálida del atardecer me pertenece como imagen y vivencia, en su sugerencia de un cuadro de Hopper que yo compongo en mi cabeza.

Tomo fotos, miro el horizonte, un velero que lo cruza, un yate, mi hijo saltando por el espigón. Tomo fotos del gato como me pide Rodrigo. Nos vamos. Volvemos al Forum, a la gran explanada, hemos quedado allí con unos amigos que han venido caminando por la playa para entrar en el Museu Blau que, ahora ya, en medio de esta oscuridad, tiene un acceso algo siniestro, esa pequeña, oscura entrada a esa gran inmensidad oscura. Allí vemos la exposición interactiva, la de animales venenosos que tanto fascinan a Rodrigo. Al salir muchos chinos entran y salen del auditorio del edificio, se desperdigan por la explanada. Tres de nosotros nos acercamos con la intención de entrar pero nos dicen que es un encuentro privado. Hace frío. Es de noche. Hay luna llena. Nuestros niños juegan en el parque infantil. Uno de nosotros los llama. Volvemos a casa amparados en la acogedora luz del tranvía que cruza la noche urbana. No hay luces de navidad aquí. Antes, un rato antes, viendo atardecer en la inmensa explanada, gozando, al menos, de su cielo abierto, pensaba que hay muchas ciudades en esta ciudad. Seguro que hay muchas ciudades en todas las ciudades.

fotos banys forum en blog eva muñoz

Vuelta a casa

29 lunes Dic 2014

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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ai weiwei; xavier dolan; navidad; casa; hospitalet; barcelona; apocalípticos; integrados; mommy

Bodegón en blog Eva Muñoz

24 de diciembre

Ordenar fragmentos dispersos.

Decirle a J.: J., ¿ves?, he actualizado mi blog. Gracias por leerme y por pedirme que lo actualizara.

Entro a ver la exposición de Ai Weiwei en el Palau de la Virreina. No lo tenía previsto. Son las 13.30 y acabo de presentar mi última factura del año en el registro del Institut de Cultura, en otra planta del edificio. No sé nada de este artista salvo que es crítico con el gobierno chino, que una vez cubrió de miles de pipas de cerámica el suelo de la sala de turbinas de la Tate Modern y que está de moda, y sé que albergo el prejuicio de que no sea más que un fenómeno de moda. Pero me gusta. Me gusta él y me gusta la exposición, que me parece muy completa e ilustrativa de lo que hace.

Ai Weiwei es inteligente y sabe mirar pero lo que realmente me fascina es su energía. Weiwei (que creció en campos de trabajo, adonde fueron desterrados sus padres en plena Revolución Cultural, es hijo del poeta Ai Quing) es una fuerza de la naturaleza, con su aspecto robusto, su cabeza esférica, su panza esférica, su barba de chivo o de prócer precomunista; una barba que se afeita, como su cabeza -le afeita un niño- y se pinta los labios de rojo: él mismo elige ser una puta ante la cámara para librarse de la humillación a la que le han sometido en la cárcel.

Ai Weiwei dice: “¿Mi palabra favorita? Acción”.

Dice: “Ser artista implica más un modo de pensar, un modo de ver las cosas; ya no consiste tanto en producir algo”.

Dos frases en apariencia contradictorias. El actúa. Y la acción produce un cambio. Ese cambio, claro, hace ya tiempo que no siempre coincide, ni tiene por qué coincidir, con el objeto artístico entendido en su sentido tradicional. Me quedo con esas dos frases.

25 de diciembre

Despierto el día de Navidad en casa de mis padres. Cuando me he ido, como un ladrón, sin desayunar siquiera, mi madre me lo ha recordado: cuánto tiempo hacía que no dormías en casa de tu madre. Veo a mis padres todas las semanas, incluso más de una vez. Voy a comer a su casa los domingos. Mi madre cuida de mi hijo una tarde a la semana. Y con frecuencia lo dejo a dormir en su casa los viernes o los sábados por la noche. La ausencia de mi hijo, que este año pasa la Navidad con su padre, me pone de nuevo en la posición de hija, como despertarme en la casa familiar. La situación me pide un acuerdo que no siento… Aún no. Hace veinte años que me fui, necesitada como una adolescente -lo era, como tantos otros veinteañeros contemporáneos- de encontrar, más que mi propio camino, mi propia identidad, si acaso no son la misma cosa. Apenas cambié de ciudad. Dejé Hospitalet y me fui a Barcelona. Dejé la periferia y me fui al centro, a la gran ciudad.

Esta mañana, cuando he ido a guardar la cama portátil en la que he dormido en el invernadero (así lo llamamos en la familia pero es uno de esos cobertizos levantados en la terraza), me ha sorprendido el invierno en la cara. El aire era frío y seco y el olor me ha llevado ya no a la infancia en casa de mis padres sino al pueblo castellano de donde procede mi familia paterna. Ha sido un momento hermoso. Brillaba el sol y se veía con nitidez el paisaje de fachadas, azoteas y la torre de la iglesia del centro de Hospitalet. Ese cuadro, entre las decenas de macetas con plantas y flores (algunas tienen flores todo el año) que mi madre cuida con el celo con el que cuida toda su casa era hermoso a pesar de que Hospitalet no es una ciudad hermosa sino mayormente fea o herida y los lugares bonitos que conserva parecen asediados por la fealdad circundante.

26 de diciembre

Leo en Babelia un reportaje que responde al título “Las nuevas letras del dolor”, y aunque no tengo intención de abonarme al masoquismo, me interesa. Habla, sobre todo, de una tal Leslie Jamison, a la que decido que voy a leer, y encuentro frases como ésta: “Las experiencias personales pueden tener un sitio en los ensayos, y eso al final resulta más sencillo que empeñarse en mantenerlo todo separado en compartimentos estancos”. Y también: “(…) se puede escribir sobre sentimientos y dolor y no resultar cursi, ni ñoña, ni morbosa”. La clave está en alcanzar “la precisión, las palabras exactas”. Esa es la clave de la poesía, desde luego. Detesto cuando la gente confunde lo cursi con lo poético. Me parece un despropósito. También dice: “se puede ser abiertamente intelectual y dejar sitio a las emociones”. Y ahí me reconozco. Y esto último: “una de las cosas más atractivas de esta nueva generación es lo poco que parece que le importa cómo va a ser percibida”. Eso, en esta sociedad y siendo mujer, es todo un logro.

Quizá sea el momento de escribir acerca de mi adolescencia y primera juventud. Del tedio, de la decepción, de la desorientación, del dolor… La alegría, la pasión y la risa saldrán de ahí.

29 de diciembre

Anoche fui al cine a ver Mommy, de Xavier Dolan. Soy de las que digo sí, me parece un gran melodrama contemporáneo, con su cuadro vertical y sus excesos dramáticos y formales. ¡Sí, sí, sí!

 

 mommy en blog eva muñoz

La infancia como isla

18 jueves Sep 2014

Posted by Eva Muñoz in Chorlitos' Place, Cine, Una habitación propia

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Jean-Pierre Gorin, Poto and Cabengo; infancia; isla; cine; La noche del cazador; lengua

De Poto and Cabengo a La noche del cazador: sobre la representación de la infancia en el cine

Poto-and-cabengo-0 en Eva Muñoz Periodista, escritora y creadora de contenidos

Publicado en Transit: cine y otros desvíos

En 1977, las hermanas Grace y Virginia Kennedy, gemelas idénticas, seis años de edad, llegaron a las portadas de los periódicos en Estados Unidos. Eran las hijas del matrimonio formado por Tom Kennedy y su esposa Christine, nacida en Alemania. Vivían en un suburbio pobre de San Diego, adonde habían llegado en coche desde la costa Este en busca de trabajo o, dicho en términos americanos, en busca de su oportunidad, un sueño al que Tom y Christine se aferraban con ansiedad. Las niñas alcanzaron los titulares de prensa porque parecían compartir una lengua privada, incomprensible para cualquiera ajeno a ellas. Entendían el inglés y el alemán, los dos idiomas que se hablaban en casa, pero apenas se comunicaban en cualquiera de ellos: habían creado su propio código y, con él, una comunidad a la que sólo ellas pertenecían. Su isla (…)

Poto-and-Cabengo en Eva Muñoz Periodista, escritora y creadora de contenidos

Leer el artículo completo aquí.

Rapunzel

27 domingo Jul 2014

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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poesía, Rapunzel, sexo, texto

Rapunzel en Eva Muñoz

Rapunzel en Eva Muñoz

El sexo en la frente

El sexo entre las cejas

El sexo entre las piernas

Ay, ¡no!, mierda

No está entre las piernas

Está en la cabeza

En mi cráneo

En mi cuarto

Vacío

Como el triángulo

Que te muestro

A distancia.

El sexo en la cabeza

Entre las cejas

Entre ceja y ceja

Entre mano y mano

Las manos vacías

El sexo vacío

¡Mierda!

La cabeza llena

La boca llena

De palabras

También

Que dicen sexo

Y lengua

Porque son lengua

Y texto.

Le pondremos remedio

Hace años que soy una artista del sexo

Que no puta

Ya quisiera

Una artista del texto

Una artista

Una arista

El texto

No dicho

Esas tes que se clavan

En corazón tan sensible como el mío

Más lacerante que un ejercicio de sadomasoquismo

Esas tes que rasgan, pujan, hienden hasta encontrar el camino

Más crueles que cualquier polla, coño o dildo.

A Rapunzel le cortamos el pelo

Y arrancó a hablar

A hablar de sexo

A escribir textos

Que dicen sexo

A escribir textos

Que dicen quiero

Que dicen soy

Soy

A escribir

Escribir

Cortar

Hacer

Crear

Destruir

Dar.

Métete la puta madeja de pelo por donde te quepa

Rapunzel

Yo no la quiero

Yo no tiro las trenzas

Yo me deslizo torre abajo o salto o vuelo o quedo en mis aposentos

Depende

Del caballero

O de la dama

O del humor del cielo

De mi paladar.

 

La Trini presenta…

22 jueves May 2014

Posted by Eva Muñoz in Chorlitos' Place, Música, Una habitación propia

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Croquetón, Croquetot, cuentacuentos, cuentos, cuentos infantiles, Escola Parc de la Ciutadella, Eva Muñoz, Helena Lizari, La Trini, Trevor ApSimon

… Croquetot!

La Trini somos:

Trevor ApSimon, el organillero-cantante de Barcelona

Helena Lizari, el espíritu danzante de los cuentos y

Eva Muñoz, la autora (siempre asistida de lejos o de cerca, en cuerpo y en alma por el pequeño gran Rodrigo).

Esta es la primera actuación pública de la Trini, para los niños de primero y segundo curso del CEIP Parc de la Ciutadella. Les contamos Croquetot. Pronto vendrán El pajarito del brócoli, El señor planchado y la señora planchada… Consultad en colegios, centros cívicos, bibliotecas y librerías de Barcelona… en teatros, colmados, peluquerías, hospitales, bares, delegaciones de hacienda…

Textura / Trama / Abstracción

16 domingo Mar 2014

Posted by Eva Muñoz in Arte, Cultura, Una habitación propia

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estrany-de la mota, Fede Montornés, Gonzalo Elvira, José Antonio Hernández-Díez, José Damasceno, Meyer Vaisman, Patricia Esquivias, Sara Ramo, Textura/Trama/Abstracción, Wilfredo Prieto

Estrany de la Mota en blog Eva Muñoz

Tres categorías formales: textura, trama, abstracción. ¿Seguro? ¿Qué es una textura sino un tejido, un texto, una narración? ¿Qué es una trama? Lo más interesante de la exposición comisariada por Fede Montornés que se inauguró ayer en la galería Estrany de la Mota es su permanente y espontánea fuga hacia la narratividad a partir de un planteamiento puramente (o tal vez sólo en apariencia) formal. Una fuga íntimamente vinculada a la naturaleza orgánica a la que remiten las formas y los materiales.

Es una propuesta valiente y muy oportuna esta concepción abiertamente formalista, en un momento en que la supuesta o aparente democratización de la expresión artística tiende a reducirla a experiencia de producción y consumo, a práctica fuertemente vinculada a la definición del yo pero más desde una perspectiva de autocontrol y sometimiento a la moda que de ejercicio de libertad e indagación.

Sin embargo, lo que realmente me ha interpelado de la propuesta de Montornés es que, de algún modo, todas aquellas obras y, desde luego, todas ellas vistas en su conjunto, no hacían sino recordarme, desde la abstracción, que somos seres narrativos. Que precisamos de la creación de narraciones (tramas) que nos sostengan y doten de sentido a nuestra experiencia.

Nos las construimos desde luego con la ropa que vestimos (José Antonio Hernández-Díez), pero también la sucesión de delgadísimos trazos verticales, horizontales y oblicuos alternando el color rojo y negro de los cuadros de Gonzalo Elvira que nos remiten a un código binario, a un sistema de cómputo, contienen una narración en ese afán por registrar el tiempo. Y a su vez, esta última tentativa y la forma gráfica que adopta, sugieren al espectador distintas narraciones, alguna de las cuales podría incluso coincidir con la que el artista nos relata a un grupo de asistentes: que esos dibujos dan forma a una lectura, a un trabajo de investigación de índole personal que parte del descubrimiento de un paralelismo entre los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona y otros acaecidos en Buenos Aires, ciudad de la que viene y a la que fueron a parar anarquistas de muy distinta procedencia y que han dejado el color de sus banderas en esos trazos, como el número de las leyes que los condenaron o el cómputo del tiempo que pasaron en prisión… Pero nada de eso importa, es decir, todo eso le importa a Gonzalo Elvira y a los protagonistas de aquellas historias y nos concierne a todos, claro, pero lo que de verdad importa es hallar nuestra propia conexión con esas líneas delgadas como individuos vistos desde muy lejos, dese cualquier otro tiempo o lugar…

La escritura, también el trazo del artista sobre una superficie, es siempre una forma de (re)conocimiento. El persistente trazo de Meyer Vaisman tras lo que parecen marcos de puertas y ventanas y que semeja la trama de un tejido, no es sino su firma mil veces repetida en una incesante búsqueda de reconocimiento, probablemente propio y ajeno, lo que a su vez se abre inevitablemente a la narración de su vida, de su circunstancia… o a la de cualquiera de quienes observamos esa búsqueda.

Narraciones hay también tras los remolinos que succionan las fechas de los calendarios de Sara Ramo o tras esa falda, cabellera o pubis tejido por con tiras de las omnipresentes noticias de economía del periódico, tras los trazos que parten de distintos puntos pero reiteradamente confluyen en uno solo de José Damasceno, y en la huella que queda en lo que parece el mantel de papel de una fiesta infantil de cumpleaños (José Antonio Hernández-Díez). También esos mosaicos de Patricia Esquivias me parecen una suerte de modestos diarios personales en los que, pieza a pieza, va dando cuenta de algo, va componiendo una trama que dé a ver el paso de los días, deja un rastro que persista.

El rastro, la necesidad de pautar el espacio, el tiempo, se expande hasta el suelo de la galería (Wilfredo Prieto)…

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