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En Vida contemplativa el filósofo coreano Byung-Chul Han da un paso más en el análisis de las disfunciones de la sociedad capitalista.

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El filósofo y ensayista Byung-Chul Han (Corea del Sur, 1959) ha ido analizando las disfunciones de nuestra contemporaneidad a lo largo de su producción ensayística. Ha abordado La desaparición de los rituales y, con ellos, del sentido de comunidad; el fin de la fisicidad del mundo con la tendencia imparable a la digitalización (No-Cosas) y también del amor en tanto que encuentro radical y transformador con el otro en La agonía de Eros; todo ello en el seno de una sociedad capitalista abocada al rendimiento y la positividad que ha dado como resultado una multitud de individuos patologizados (La sociedad del cansancio).

En su último libro, el autor ha llegado, podríamos decir, al moll de l’os: Vida contemplativa es tanto una crítica al imperio de la acción y la productividad en el que vivimos sumidos, como una reivindicación de la vida contemplativa, entendida ésta no como una carencia o una falta de acción, sino como una “forma de intensidad”, una capacidad independiente, gozosa y fertilísima en sí misma. Tanto, como para que sea en ella donde enraíce nuestra especificidad como seres humanos y, más importante aún, la vida buena. “La verdadera vida –nos recuerda el filósofo– comienza en el momento en que termina la preocupación por la supervivencia, la urgencia de la pura vida”. Este elogio e invitación a la inactividad, por cierto, sería también nuestra única alternativa como especie. Y es que la vida activa que ha degenerado en hiperactividad, no solo está terminando en un burnout de la psique, sino del planeta entero.