La relación entre la mecenas Nadezhda von Meck y Tchaikovsky es una de las más singulares y fascinantes de que tengo noticia. A lo largo de los catorce años en los que la mecenas sostuvo económicamente al compositor, intercambiaron centenares de cartas a través de las cuales forjaron una sólida amistad pero, por deseo expreso de ella, jamás se vieron, ni siquiera cuando coincidieron en la villa veraniega que ella poseía en Florencia. Lo cuento aquí, a propósito del concierto de la Cuarta sinfonía de Tchaikovski que sonará mañana en el Palau de la Música.
Así se llama la exposición de Oriol Vilanova en la Fundació Tàpies. Durante años, este artista conceptual ha acudido cada domingo al mercat de Sant Antoni o al rastro de la ciudad donde estuviera y ha comprado una postal. Vistas aéreas de paisajes montañosos, de puertos, de portadas de iglesias, de objetos decorativos de indudable gusto kitsch, de cisnes, de souvenirs… todas son souvenirs, también las puestas de sol, las naranjas, los zoológicos, los paisajes suizos en los que ondea la inequívoca bandera de ese país, los mandatarios… En total ha reunido 34.000 postales de las que expone 27.000, con las que ha cubierto las paredes de dos de los pisos de la fundación, todas situadas en vertical independientemente del sentido en que fue tomada la foto, organizadas por grupos cromáticos y temáticos.
Hay algo en la repetición del gesto del coleccionista, el orden o la pauta que confiere a cualquier vida, que he deseado siempre, quizá porque yo no soy así… También es posible que existan regularidades en mi vida perceptibles para alguien que esté fuera de ella. Hoy percibo mi vida como un fluido. Y no hay desorden en los fluidos sino discurrir… El texto que presenta la exposición habla de ella como de “las ruinas de la sociedad del espectáculo”. Memoria y juego, registro yo. Porque por encima del orden y la repetición sobresale el juego, que indudablemente sigue unas reglas pero siempre es nuevo y admite todos los comienzos y conclusiones. Y fugas.
A apenas unos pasos de allí, la exposición de fotografía de Peter Hujar en la Fundación Mapfre es en cierto modo la antítesis de la de Oriol Vilanova. Leo que en su última exposición en vida, en 1986, Hujar expuso setenta fotografías muy juntas y en dos filas componiendo una suerte de friso, de modo que no hubiera dos fotos con el mismo motivo juntas (retratos, naturalezas muertas, paisajes, animales…). El artista pretendía así “minimizar la tentación del espectador de comparar y buscar diferencias”, pues “más que servir como variaciones sobre un asunto común, todos y cada uno de sus temas tenían un papel original, único”. Y lo cierto es que no importa si lo que está ante el objetivo del fotógrafo es una vaca, un edificio, una silla sobre la que se ha dejado una manta o una persona mirando a cámara de frente o, como es muy frecuente, desde la horizontalidad de una cama o un colchón: todos tienen el mismo peso específico, la misma incuestionable entidad. Las fotografías de Hujar tienen, como sostiene A., una “solidez” que las distingue, que el fotógrafo reconoce en los sujetos y las cosas y captura y definitivamente ancla a tierra. A mí se me hace evidente también que Hujar es un outsider genuino e irremediable, un raro, un solitario, alguien que va por libre porque no sabe hacerlo de otro modo, ajeno a escuelas y movimientos. Y su singularidad y ese peso específico que sabe hallar en todo aquello que mira sacándolo por un instante y para siempre de la corriente del tiempo, hacen de su fotografía algo realmente muy bello. Como la paz que comunican algunos de sus retratados. Susan Sontag nunca desprendió esa beatitud ni estuvo tan bella.
Domingo, 14.20 h. Hace viento fuera de la Fundación Mapfre. Viajo de pie en el vagón de metro, con la espalda apoyada en una de las barras centrales. La vista sobre los hombros del resto de los viajeros y la profundidad del vagón me producen la sensación de tener ante mí un sistema montañoso y por unos minutos no necesito nada, no pienso nada, contemplo a la muchedumbre como si contemplara un paisaje. Antes, miro insistentemente a un chico joven frente a mí, sus gafas geométricas estilo decó y sus piercings capturan mi mirada… Pienso en Hg. Me gustaba escribirle y recibir mensajes obscenos en el metro, rodeada de desconocidos. A él también.
Sábado
Es fascinante escuchar y ver tocar a Fazil Say, que actúa con la Simfònica del Vallès en el Palau de la Música. Primero Silence of Anatolia, una composición suya. Qué papel el de Rubén Gimeno, el director, pienso, qué difícil, porque el pianista genial manda mucho y dirige a la orquesta desde la banqueta. Y no sólo su obra, poderosa, atmosférica, también el concierto para piano de Mozart, el núm. 23 en La mayor, que hace suyo como si de otra de sus obras se tratara, y realmente es una felicidad escucharlo y es perceptible en el auditorio. Dice F. que tiene cara de psicópata. Bromea. Pero tiene cara de loco, de trance, cuando actúa.
En la fiesta miro al hombre guapo apenas unos metros delante de mí. Es obviamente guapo, y su expresión soñolienta, sexy, el cuerpo con algunos kilos de más es deseable, no sé si porque él tiene menos de cuarenta años o porque soy yo quien tiene más de cuarenta (cuando era muy joven me gustaban flacos), y ese acento… que inevitablemente asocio a mi amante reciente. Pero, ¿qué dirá la princesa al abrir los labios?
Entrevista amb el director d’orquestra Diego Martin-Etxebarria, que demà dirigirà l’Orquestra Simfònica del Vallès al Palau de la Música.
Guanyar el Primer Premi del Concurs Internacional de Tòquio el 2015, que feia quinze anys que es declarava desert, va brindar al jove director Diego Martin-Etxebarria (Bilbao, 1979) la possibilitat d’entrar definitivament en el restringit circuit internacional de la música simfònica. Des d’aleshores, malgrat que resideix a Berlín, no para de viatjar. És el destí dels directors freelance, una circumstància que no sembla inquietar-lo, sinó que, contràriament, li ofereix l’oportunitat de treballar amb formacions musicals de tot el món i debutar en alguns dels millors teatres. En una temporada en què, ens explica, hi haurà “molta òpera” en la seva agenda professional, ve a Barcelona per dirigir l’Orquestra Simfònica del Vallès interpretant Els planetes de Holst.
Feia estona que el jove Ignatz S., que havia arribat pocs dies abans de l’acadèmia militar en la qual havia passat els darrers sis anys de la seva curta vida, s’avorria sobiranament en el saló d’aquella casa benestant. Anava i tornava de la biblioteca, on els homes fumaven i intercanviaven xafarderies més o menys pujades de to, al saló, on les senyores i els senyors intercanviaven recomanacions i informacions sobre casaments, naixements, defuncions i l’activitat professional de familiars i amics, i grups de noietes de pell transparent i vestits clars esperaven que algun jove com ell (bé, ell no era exactament un bon partit: del seu cognom patern —entre nosaltres, Strauss— no en podia fer servir sinó la inicial) les tragués a ballar el minuet. El minuet! «Si fos aquella altra dansa!», pensava Ignatz, que, deslliurant-se no sense una fiblada de culpa de l’esguard de la joveneta que el mirava des de l’altre costat del saló amb ulls de gasela, va esmunyir-se escales avall fins a arribar a la cuina, on la seva mare, tan daurada i voluptuosa com les menges brillants de les safates, regnava davant dels fogons i maldava perquè la petita comunitat sota les seves ordres acabés d’enllestir el sopar… Era inútil, l’Ignatz acabava de treure el violí i les minyones i les cambreres i els mossos i els cotxers, tots, rodaven i rodaven en aquell espai acollidor i ple d’aromes suculentes… De seguida se’ls va afegir el jove Johann, no gaire més gran que l’Ignatz i molt més que un germà de llet —si eren dues gotes d’aigua!—, i també el Johann pare, que, tot sigui dit, es trobava molt còmode al pis de sota i discretament pessigava totes les coses on desitjava clavar les dents, començant pel darrere de la cuinera…
…Bé podria haver estat així. Entre bastidors, he sentit a dir que el dia 17 de desembre l’Orquestra Simfònica del Vallès presentarà per primer cop en una sala de concerts una peça d’Ignatz Strauss, fill desconegut de Johann Strauss, el pare, i l’autèntica baula perduda en l’esdeveniment d’un moment clau en la història de la música: l’apoteosi de la música popular, que arriba amb els Strauss a la categoria de música simfònica…
Voleu saber com acaba aquesta història? Doncs veniu al concert de valsos que el proper dissabte 17 de desembre oferirà l’Orquestra Simfònica del Vallès al Palau de la Música. O cliqueu aquí i accediu al programa complet i a una conversa amb Arthur Post -flamant director del concert- a propòsit d’aquesta música lleugera i sofisticada. Jo, estimats, vaig a acabar d’enllestir el meu vestit de setí!
Strangers in the Night, My Way i altres de les cançons que va popularitzar Frank Sinatra sonaran aquesta nit al Palau de la Música en la veu del gran crooner contemporani Michael Feinstein, que cantarà acompanyat per la Simfònica del Vallès dins d’un programa que també inclou obres de Bernstein i Copland. A proppòsit d’aquest concert vaig parlar fa pocs dies amb Joan Anton Cararach, director artístic del Festival Internacional de Jazz de Barcelona, dins de la programació del qual s’inscriu el concert.
Podeu accedir a l’entrevista i el programa complet del concert aquí.
El Festival de Música Polaca, al frente del cual está el músico Pawel J. Marciniak, arranca discretamente hoy en el Palau de la Música, pero cuenta con una de las mejores sopranos del momento, Iwana Sobotka, que acaba de trabajar con la Filarmónica de Berlín a las órdenes de Sir Simon Rattle, y con el excelente Apollon Musagète Quartett (mañana domingo). La cantante actúa esta tarde con la Orquestra Simfònica del Vallès en un programa en el que se podrá escuchar la Cuarta de Mahler y a dos grandes compositores polacos, Szymanowsky y Górecki.
Que la música de Mahler está muy próxima a nuestra cultura es quizá el motivo por el cual es uno de los compositores más habituales en las salas de conciertos de todo el mundo. De eso y del resto del programa que sonará esta tarde en el Palau de la Música hablé con Víctor Pablo Pérez, director de la Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid y que esta vez estará al frente de la OSV. Podéis leer la entrevista aquí.
«Declaro que un matí radiant, ja no sé exactament a quina hora, com que em va venir de gust anar a fer una passejada, em vaig plantar el barret al cap, vaig abandonar l’habitació dels escrits o dels esperits, i vaig baixar l’escala per sortir amb pas decidit cap al carrer. […] Esperava alegrement amb emoció tot el que em pogués trobar durant el passeig.»
El passeig, Robert Walser
Amb aquest esperit vaig abandonar la meva particular habitació dels escrits o dels esperits un dijous al matí, assolellat. No vaig caminar, sinó que vaig pujar en una bicicleta i vaig enfilar cap a Montjuïc. Havia decidit fer una passejada per una exposició en companyia de Fede Montornés, crític d’art i comissari independent, melòman i amic. Aquesta passejada seria la meva aproximació a l’obra de Modest Mussorgski Quadres d’una exposició, que al seu torn havia estat la manera de Mussorgski d’aproximar-se a les deu pintures que formaven l’exposició del seu amic Víktor Hartmann, pintor i arquitecte […]. Continuar llegint.
Article publicat en el programa Impressions entre bastidors de l’Orquestra Simfònica del Vallès amb motiu del concert Quadres d’una exposició, celebrat l’11 de juny al Palau de la Música.
Sembla de natural discret i amable, però s’intueix el caràcter darrere la mirada fosca. Joan Albert Amargós (Barcelona, 1950) és probablement un dels músics més sòlids i complets del panorama nacional. Pianista, clarinetista, compositor, arranjador i director d’orquestra, la naturalesa de la feina que li ha donat més projecció, la d’arranjador musical, fa que la seva presència sigui discreta, però determinant. De formació clàssica i nét del també compositor Joan Altisent i Ceardi, la seva voluntat de connectar amb el públic l’ha dut a endinsar-se en un ampli ventall de gèneres, particularment el flamenc i el jazz […]. Continuar llegint.
La cita amb Joan Albert Amargós està envoltada de
casualitats. El mateix dijous que parlo amb ell per
telèfon per quedar per a aquesta entrevista, me’l
trobo en un concert algunes hores més tard. Que jo
recordi, no ens havíem vist mai personalment, i de
sobte, aquella nit, en la foscor de la sala de concerts,
reconec davant meu la cara que he vist a les
fotografies.
Entrevista feta amb motiu del concert de tangos amb Pasión Vega i l’Orquestra Simfònica del Vallès que Joan Albert Amargós dirigirà el 21 de maig al Palau de la Música.
«La poesia veritable, la poesia completa, rau en l’harmonia dels contraris», escriu Victor Hugo en el pròleg de Cromwell, que es considera el manifest del Romanticisme. I també: «El real resulta de la combinació perfecta de dos tipus: el sublim i el grotesc». Realitat enfront d’idealisme i convenció. Dissolució dels contraris: Romanticisme. La cripta mortuòria esdevinguda tàlem nupcial. Romeu i Julieta: Shakespeare reclamat com a autor de referència del Romanticisme […]. Continuar llegint.
Una breu reflexió entorn el Romanticisme en la música amb motiu del concert Romeu i Julieta de l’Orquestra Simfònica del Vallès al Palau de la Músca Catalana (9 d’abril) i al Teatre Principal de Sabadell (8 d’abril), amb obres de Txaikovski, Prokofiev i Nino Rota.
Rubén Gimeno, director titular de l’Orquestra Simfònica del Vallès
Ens trobem un matí en què el sol es deixa veure entre els núvols, a la plaça Catalunya de Barcelona, a la terrassa del cafè Zurich, que era un lloc de cita habitual per a molts barcelonesos i que ens ha arrabassat el turisme, com ens va arrabassant bona part de la ciutat, justament la menys visible. Potser perquè Rubén Gimeno (València, 1972) no és de Barcelona i el Zurich encara és per a qui arriba a la ciutat, i també per a qui s’hi queda, un bon lloc de trobada: tens la sensació de trobar-te a l’epicentre de la ciutat, allà on tot s’esdevé o està a punt d’iniciar-se[…]. Continuar llegint.
Tendim a identificar els directors d’orquestra
amb grans egos. Però hi ha qui s’aproxima a aquest rol
des del lloc contrari, el lloc al qual arriba qui és capaç
d’enfilar-se a dalt del solitari promontori, sotmès a
l’escrutini de totes les mirades, les del públic, les dels
músics, i s’atreveix a ser ni més ni menys el que és, sense
disfresses, sense por de flaquejar, fins i tot, traient la
seva expressió més genuïna.
(c) A. Bofill
Perfil de Rubén Gimeno, director titular de l’Orquestra Simfònica del Vallès, amb ocasió d’un dels concerts de la temporada del Palau de la Música Catalana.