La reedición de «Duermen bajo las aguas», Premio Ciutat de Barcelona 1954, recupera a una interesante autora de la generación de Laforet y Martín Gaite. Hablo de la novela y de la autora en mi último artículo para el Cultura/s de La Vanguardia. Podéis leerlo íntegramente más abajo.

Entre las autoras de referencia de la generación de los cincuenta, suele citarse a Carmen Laforet y a Carmen Martín Gaite, pero no a Carmen Kurtz (Barcelona, 1911 – 1999). Algo mayor que las anteriores y quizá con menos voluntad de innovación en lo literario, es sin embargo una gran narradora y, al fin y a su manera, resultó también una renovadora, pues la vitalidad y frescura de su prosa son indudablemente modernas, así como el perfil de sus protagonistas femeninas, que se apartan de forma decidida del arquetipo de ángel del hogar que la cultura franquista reservaba a las mujeres, lo que, por cierto, le ocasionó no pocos problemas con la censura. Para subsanar este injusto olvido, Amarillo editora acaba de reeditar Duermen bajo las aguas, la novela que marca el inicio de su carrera literaria y con la que obtuvo el premio Ciudad de Barcelona en 1954.

Carmen de Rafael Marés, más conocida como Carmen Kurtz, nació en Barcelona en el seno de una familia culta y poco convencional de ascendencia estadounidense, mexicana y cubana. Su madre murió cuando ella, la tercera de cuatro hermanos, tenía apenas cinco años. Tras iniciar sus estudios en Barcelona, a los diecisiete años se marchó a Inglaterra, donde se graduó. En 1935 se casó con Pierre Kurz, catalán de origen alsaciano (y de quien tomó el apellido añadiéndole una “t”), y ambos se instalaron en Francia, donde vivieron el estallido de la Segunda Guerra Mundial y donde permanecieron hasta 1943, cuando regresaron a España, después de que él lograra huir del campo de concentración donde pasó dos años, un tiempo en el que Carmen Kurtz trabajó para el consulado español tramitando visados para todos los que huían del exterminio y de la guerra. En el año 36, por cierto, había nacido Odile, la hija de ambos, a la que en 1940 mandaron a casa de sus abuelos en Barcelona para alejarla de la guerra. De todo ello da cuenta la autora de forma novelada en Duermen bajo las aguas.

Bajo ese metafórico y evocador título, la de Kurtz es a la vez una novela de formación, un canto a todo aquello que quizá no aconteció o no fue dicho pero que no por ello carece de entidad, pues existió en nuestra imaginación o en nuestro deseo, y es, por encima de todo, una celebración de la vida. La novela está guiada por un férreo instinto de supervivencia; no ya de nuestra integridad física sino, sobre todo, de nuestra integridad moral o personal. A su vez, el vuelco y la madurez que experimenta la protagonista, el cambio de mundo, es el de toda una generación.

A su regreso a España en plena posguerra, Carmen Kurtz empezó a escribir literatura infantil como medio para ganarse la vida, un género que simultaneó con una narrativa para adultos protagonizada por mujeres que, como ella, querían tener autonomía económica y personal y en la que abordó temas como el divorcio o la prostitución, lo que le exigió una gran tenacidad para lidiar con la censura. En 1956 obtuvo el premio Planeta por El desconocido y en 1962 vio la  luz Óscar cosmonauta, el primero de una serie de populares libros protagonizados por el mismo personaje y destinados al público infantil y juvenil y con el que ganaría el premio Lazarillo y quedaría finalista del galardón internacional más prestigioso del género, el Hans Christian Andersen. En la década de los setenta, tras la publicación de la trilogía Sic Transit y la novela Cándidas palomas, puso fin a su obra para público adulto y se dedicó únicamente a la literatura infantil y juvenil, que simultaneó con una intensa actividad como conferenciante y colaboradora de prensa, radio y televisión. La reciente reedición de Duermen bajo las aguas es la ocasión para conocer o redescubrir a otra de nuestras clásicas contemporáneas, que escritoras y periodistas como Ana María Moix o Maruja Torres consideraron un referente, y es también una estupenda lectura en la que sumergirse el próximo verano.