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Eva Muñoz

~ Periodista y escritora

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Filosofía

Joan-Carles Mèlich: «El yo es una ficción de continuidad»

19 lunes May 2025

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Filosofía, Libros

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Joan-Carles Mèlich; El escenario de la existencia; filosofía narrativa; filosofía de la finitud; razón desvalida

Hace unas semanas tuve la suerte de mantener una larga conversación con Joan-Carles Mèlich a propósito de su último libro, El escenario de la existencia. De aquella conversación, el sábado se publicó una entrevista en La Vanguardia centrada en la analogía fundamental a partir de la que construye su ensayo, la vida como teatro o, en su caso, la concepción de la existencia como drama o representación.

Hoy hay pocos autores con la ambición y la capacidad de construir obras tan amplias y orgánicas como ésta, en la que a partir de la metáfora teatral realiza toda una exploración acerca de la condición humana de acuerdo con las bases de su filosofía: esa filosofía narrativa y de la finitud que tiene como punto de partida la “razón desvalida”. Sin duda, estos tiempos nuestros, precarios, apresurados y desatentos, no casan muy bien, ni desde el punto de vista del autor ni del lector, con obras que no sean fragmentarias, colecciones de artículos, crítica filosófica o cultural más que propuesta de un nuevo punto de vista o paradigma de análisis y articulación de un cuerpo teórico. Mèlich se atreve. Ojo, lo suyo no es un “sistema” y mucho menos “cerrado”, algo que entraría en contradicción con esa razón desvalida y esa filosofía narrativa, siempre abierta, siempre inacabada, que él postula. Aun así se arriesga a construir un cuerpo orgánico que no se circunscribe a este libro sino que arrancó ya en 2019 con La sabiduría de lo incierto y siguió en 2021 con La fragilidad del mundo (y que, en el fondo, arraigaba ya en sus libros anteriores acerca de la Filosofía de la finitud o la Ética de la compasión). Dice que ahora le gustaría escribir un cuarto libro en torno al amor y el deseo y donde la figura protagonista, tras el lector, el caminante o el actor, que han sido las figuras centrales de los anteriores libros y en cierto modo los alter egos que le han permitido entrar narrativamente en los proyectos, sería el escritor. Lo estaremos esperando, sin prisa.

Podéis leer la entrevista más abajo:

La tradición occidental se ha caracterizado por la defensa del alma frente al cuerpo, de lo interior frente a lo exterior, de lo universal frente a lo singular, y esa defensa ha tenido importantes repercusiones políticas, éticas y pedagógicas. En su nuevo libro, el filósofo Joan-Carles Mèlich (Barcelona, 1961), Premio Nacional de Ensayo 2022, defiende una filosofía contraria a esa tradición. Según él, no hay “vida interior” o, lo que es lo mismo, no hay una identidad sustancial, inmóvil e inmutable. Por el contrario, “el yo –sostiene– es una exterioridad radical”, una perspectivade la que se deriva una existencia entendida como drama o representación.

¿Qué significa y qué implicaciones tiene esa “exterioridad radical”?

Significa que el “yo” es en realidad un flujo de relaciones disonantes, sujetas a la ambigüedad, con los otros y con lo otro. Existir es “estar afuera”. El yo o la identidad son ficciones de continuidad, es decir, un conjunto de narraciones, siempre incompletas, que tienen que dar respuesta aquí y ahora a las situaciones de la vida ordinaria. Pero no encontramos esas respuestas en un manual de instrucciones, por eso no podemos eludir el vértigo.

¿No hay existencia sin vértigo?

Efectivamente. No hay existencia auténtica sin vértigo, porque el vértigo tiene que ver con la ambivalencia del existir, con la incertidumbre, la fragilidad, lo inhóspito, la finitud;con lo indisponible, en suma, con todo aquello que escapa a nuestro alcance o control.

La metáfora del mundo como teatro ha descrito desde hace siglos la condición humana. ¿Por qué regresa a ella en su libro?

Porque no se ha agotado. Yo creo que el teatro es estructural a la vida. Y esto es así porque la vida es drama, es un relato que se construye a partir de una herencia, pero respondiendo de manera improvisada o “propia” o “fuera del guion” a todo aquello que se nos va presentando en la vida cotidiana. La metáfora del teatro funciona para subrayar algo a lo que la filosofía ha prestado poca atención, que es esa dimensión representativa de la vida.

Cuéntenos.

Hannah Arendt distingue entre vida contemplativa y vida activa, y prima la segunda sobre la primera porque es fundadora de algo nuevo. Sin embargo yo prefiero hablar de vida representativa, porque al nacer heredamos un guion o, dicho de otro modo, siempre llegamos con la historia empezada, nada ni nadie es enteramente nuevo o completamente libre. El guion nos otorga un nombre y unos apellidos, nos clasifica en un género, nos otorga (o no) una ciudadanía concreta, nos ubica en tal o cual clase social, e indica además cómo debemos comportarnos, qué tipos de relaciones podemos establecer con los otros… El ser humano es un actor que representa un guion en un escenario. Sin ese guion, no podríamos habitar el escenario de la existencia.

¿Por qué habla de “escenario”?

Porque no hay experiencia del mundo como totalidad. Hay experiencia solamente desde una interpretación o una perspectiva del mundo. Esa perspectiva es el escenario.

Distingue entre actor y personaje.

Un personaje es aquel que se limita a cumplir el guion, mientras que un actor crea el argumento de la representación, su biografía, arriesgando sus propias respuestasa partir del guion heredado. Si no queremos que nuestra existencia se convierta en un desierto, no podemos limitarnos a cumplir el guion.

Pero el guion establece unos límites.

Claro. Por eso esta moda del “yo me autopercibo como quiero” es falaz. Porque el guion no es una camisa de fuerza, pero tampoco está completamente abierto. ¡La herencia pesa! Además, para poder cuestionar un guion hemos de tenerlo, del mismo modo que para que haya libertad, tiene que haber límites.

Vivimos tiempos narcisistas.

Sin duda. Este es un libro contra la arrogancia de una sociedad en la que parece que el “yo” pueda decidirlo todo, donde no se acepta la indisponibilidad, lo cual es el resultado de la extensión de la lógica de la tecnología a todos los ámbitos de la existencia.

¿La alteridad es más importante que el yo?

Es, de hecho, su condición de posibilidad. El uno es el primero de los números naturales, pero en el escenario de la existencia, para la filosofía narrativa, el primer número es el dos, porque en el principio era el vínculo. El ombligo es la marca en el cuerpo que muestra que en el principio era el dos.

Afirma que “la interioridad no existe”pero, si no hay interioridad, memoria, ¿cómo nos narramos?

¡Es que la memoria es exterioridad pura! Pensemos por ejemplo en la Recherche de Proust. Podemos entenderla como un viaje a “la interioridad”, de acuerdo, ¡pero todo lo que detona es exterioridad! Sin el afuera no puede haber narración, biografía, porque lo otro y los otros están en el afuera. Y porque los adverbios están en el afuera, y para la filosofía narrativa la existencia tiene condición adverbial: escénica y situacional. En el principio no era el verbo sino el adverbio: el cómo, el cuándo, el dónde.

De nuevo, en este libro acude a los clásicos de la Literatura para rebatir a los filósofos de la Razón con mayúsculas, como Descartes…

Porque esas obras no son arracionales o irracionales sino que contemplan otra lógica, otra razón; la que yo, con Zambrano, llamo “razón desvalida”. Una razón que no se concibe autónoma y ajena a un cuerpo, al contrario, es la razón de un cuerpo, por eso es impura, frágil, y está vinculada a un tiempo y a un espacio concreto. Es una razón en la que no todo es blanco o negro sino que contempla el gris, que es el color de la existencia. Es una razón que matiza y que mantiene siempre abierta la conversación, hasta que cae o uno echa el telón.


Luz de gas o el deplorable arte de enmudecer a las mujeres

14 lunes Abr 2025

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Filosofía, Libros

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Hélène Frappat; Luz de gas; gaslighting; George Cukor; Ingrid Bergman; feminismo

En su último libro, la ensayista francesa Hélène Frappat (París, 1969) desvela y analiza uno de los más poderosos mecanismos empleados para silenciar a las mujeres y que ha adquirido un nombre propio: el gaslighting o luz de gas, el mismo que da título al libro. A partir de la mítica película protagonizada por Ingrid Bergman y dirigida por George Cukor Gaslighting, la autora se acerca a distintos personajes femeninos, reales, ficcionales o mitológicos, para ver de qué modo sufrieron un intento de silenciamiento a través de la manipulación o el engaño por parte de sus pares masculinos. Hablo de todo ello en mi última colaboración para La Vanguardia.

Podéis leer el artículo entero más abajo o clicando aquí.

Las mujeres llevamos siglos construyéndonos como sujetos entre el silencio y la mistificación, entre la falta de voz o de crédito a nuestra voz en la esfera pública y las idealizaciones tramposas. En su último libro, la ensayista francesa Hélène Frappat (París, 1969) desvela y analiza uno de los más poderosos mecanismos que se han empleado para enmudecernos y que ha adquirido un nombre propio: el gaslighting o luz de gas, el mismo que da título al libro.

Dicho en corto, hacer luz de gas es engañar y manipular al otro para que quede a expensas de nosotros, carente de autonomía y voz propias. La palabra, y este es un detalle maravilloso, tiene origen en la película de 1944 dirigida por George Cukor y protagonizada por Ingrid Bergman Gaslighting (que aquí se tradujo como Luz que agoniza), y que a su vez se basaba en una obra teatral previa. Se trata de un término que ha hecho fortuna, desbordando el ámbito de las relaciones personales para pasar a describir la manipulación y la mentira como estrategia política tan característica de los populismos y autoritarismos de nuestros días. Tanto es así que, en 2022, el diccionario en línea estadounidense Merriam-Webster la declaró palabra del año, y hoy también está en el centro de la reflexión y las luchas feministas.

En su libro, Frappat no solo realiza un minucioso e interesantísimo análisis de la película para mostrar cómo opera el mecanismo y, muy importante, cómo revertirlo. Además, a partir de la obra de Cukor, la ensayista francesa se acerca a distintos personajes femeninos, reales, ficcionales o mitológicos, para ver de qué modo sufrieron un intento de silenciamiento a través de la manipulación o el engaño por parte de sus pares masculinos, de Alicia a Antígona, pasando por Helena o Casandra y deteniéndose en personajes de carne y hueso tan injustamente olvidados como Martha Mitchell. Esta moderna Casandra fue la esposa del fiscal general de Nixon y la primera que denunció el escándalo del Watergate, por lo que sufrió una auténtica campaña de luz de gas por parte de su marido y toda su camarilla política con el fin de desacreditarla y acallarla, estrategia que se vio reforzada por la complicidad de un sistema sanitario que la trató de alcohólica y desequilibrada. El “efecto Martha Mitchell” refleja el sesgo de género que ha existido en el diagnóstico psiquiátrico y sirve a la autora para denunciar de qué modo el sistema médico pero también Freud con la invención de la “histeria”, han sido cómplices de esta situación. Y es que esta “pseudoenfermedad” o falso concepto “desempeña un papel crucial en un gaslighting milenario que pretende despojar a las mujeres de toda autoridad”.

“La ironía forma parte de la comprensión”, decía Hanna Arendt. Y la ironía es también el mecanismo de supervivencia de la mujer a la que hacen luz de gas, dice Frappat a partir del análisis del film de Cukor. También Antígona se ríe muchos siglos antes. La autora se refiere a la tragedia de Sófocles como “el primer caso documentado en la literatura de una victoria individual contra el gaslithing”. Y es que cuando Creonte acusa a Antígona de loca: “te posee el mismo viento de la locura”, le dice, ella revierte la acusación, es decir, realiza una “apropiación irónica”, y le contesta: “¿crees que actúo así porque me he vuelto loca? Quizás seas tú el que delira”. La risa logra que la humillación, la duda, el terror y la vergüenza, ¡y no la voz de la mujer!, se desvanezcan. Ya lo dijo John Waters, el sentido del humor es un caballo de Troya en el vientre de la cultura dominante.

Vindicación de Pandora

07 sábado Dic 2024

Posted by Eva Muñoz in Arte, Cultura, Filosofía, Libros

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La lágrima de Jantipa; A pesar de Platón; La venganza de Pandora; la jarra de Pandora; Mujeres artistas de la antigua Grecia; Pandora; mitos; feminismo; Antigua Grecia

¿Qué sería del pensamiento occidental si Penélope, Demeter o Diotima tomaran la palabra? ¿Y si la narrativa histórica pusiera el foco en Agripina, Safo, Artemisa y todas aquellas cuyo nombre no trascendió pero que de una forma u otra marcaron el curso de la historia?

A lo largo de este año, distintos libros han vuelto la mirada a la Grecia antigua para redescubrir el lugar que ocuparon las mujeres en el pensamiento, el arte y la historia. Unos exploran la construcción del orden simbólico patriarcal y otros imaginan alternativas, otros más se interesan por la creación y la transmisión de los mitos, contribuyen a sacar del anonimato el trabajo de algunas artistas de la antigüedad o apartan las figuras masculinas del centro de la escena y ponen el foco en las femeninas para saber qué nos cuentan ellas de la historia del mundo antiguo. En este artículo para el Cultura/s de La Vanguardia repaso algunos de estos libros.

Podéis leer el artículo más abajo o clicando aquí.

Si vivimos en una cultura patriarcal y, tal como expresó un Percy B. Shelley arrebatado, todos somos griegos, quizá no debería sorprendernos encontrar allí los fundamentos de esa razón androcéntrica. Esto es lo que propone La lágrima de Jantipa, un ensayo en el que el profesor y ensayista Manel García Sánchez (Barcelona, 1967) se acerca a la obra de los pensadores de la Grecia Antigua para ver cómo estos autores se relacionaron con la feminidad y cómo construyeron un orden simbólico en el que, reelaborado una y mil veces, aún andamos inmersos; por mucho que ya se le hayan roto las costuras y haga tiempo que aquí y allá emergen modelos alternativos. A la misma fuente acude la filósofa y pensadora feminista italiana Adriana Cavarero (Bra, 1947), de la que muy oportunamente se reedita el ya clásico A pesar de Platón, pero con una intención distinta: liberar a las mujeres de su condición de objeto del pensamiento masculino para que puedan construirse como sujetos desde su propia subjetividad.  Por su parte, en La venganza de pandora, la escritora y clasicista británica Daisy Dunn (Londres, 1987) aparta las poderosas y desmesuradas figuras masculinas del centro de la escena para poner el foco en las femeninas y así contar la historia del mundo antiguo a través de las mujeres. Por último, La Jarra de Pandora, de la escritora y especialista en mundo clásico Natalie Haynes (Birmingham, 1974), indaga en la construcción y la transmisión de los mitos griegos desde la perspectiva de las mujeres. Esta revisión de la cultura clásica se completa con el trabajo de los historiadores Marta Carrasco Ferrer y Miguel Ángel Elvira Barba, cuyo libro Mujeres Artistas de la Antigua Grecia contribuye a sacar del anonimato el trabajo de algunas de aquellas artistas.

Para desarrollar su tesis, el ensayo de García Sánchez transita por los distintos espacios, reales y simbólicos, de la sociedad helena: la ciudad y el campo, el ágora, el mercado, la academia, el teatro y el mito. Y es que la voluntad del autor es realizar un análisis de lo que en términos contemporáneos llamaríamos las “tecnologías del género”, es decir, los discursos, los espacios y los contextos que, en la Grecia Antigua, conducirían a una niña a convertirse en una “verdadera mujer” según los estándares de la masculinidad hegemónica. Se trata, además, de una aproximación de carácter cultural, que considera tan forjadores de pensamiento los tratados filosóficos como los mitos y los poemas. El autor no pretende juzgar sino comprender, por lo que rehúye aquellas aproximaciones que, desde un feminismo de la diferencia, destierran a autores, pero también la ingenuidad de hacer de los relatos de libertad individual o emancipación personal que encarnan figuras como las de Aspasia, Hipatia, Safo o Antígona, vanguardia de un movimiento protofeminista que nunca existió.

Y es que, a pesar de la admisión de mujeres en la secta pitagórica o en el jardín de Epicuro, de la abolición de la familia y la propiedad privada en la República de Platón o del discurso “contracultural” de los cínicos, lo cierto es que de la épica homérica a la filosofía aristotélica, la generalidad de los discursos y los relatos fueron cimentando una moral androcéntrica, frecuentemente misógina, y asimétrica desde el punto de vista social y sexual. Este estado de cosas es justamente el punto de partida del gesto iconoclasta o subversivo de Adriana Cavarero, que decide sustraer algunas figuras femeninas de la Antigüedad de los discursos originales que las atrapan y dotarlas de una vida autónoma. Pues, ¿qué sería del pensamiento occidental si mujeres como Penélope, Demeter, Diotima o la memorable sirvienta tracia tomaran la palabra? ¿Cómo alteraría esa posibilidad nuestras nociones acerca del cuerpo, la sexualidad, la identidad o el poder? Más aún: ¿de qué modo esa hipótesis desvelaría el “matricidio simbólico original” en el que hunde sus raíces la filosofía occidental que, desde Platón, girará en torno a la muerte (y no el nacimiento) como espacio de sentido?

La historia de la Antigüedad es un relato de guerreros, conquistadores y reyes. Para intentar revertir esa tendencia, Daisy Dunn podría hilvanar una colección de capítulos sobre Cleopatra, Agripina o Safo seguidas de otras tantas artistas, escritoras y líderes. Sin embargo, reconoce la autora, “el resultado estaría muy lejos de ser una historia completa”, pues la trascendencia de las contribuciones femeninas al mundo antiguo va más allá de las aportaciones de algunas mujeres extraordinarias. Hacer visible la participación femenina en la construcción del mundo clásico es el reto que asume Dunn en su libro. Un reto que abarca tres mil años, desde la Creta minoica hasta la Grecia micénica, desde Lesbos hasta el Asia Menor, desde el Imperio Persa hasta la corte real de Macedonia y concluyendo en el imperio romano. Natalie Haynes ofrece por su parte un nuevo contrapunto al relato hegemónico, atendiendo en su caso a la mitología clásica. Siempre armada de humor, la escritora se sumerge en los principales personajes femeninos de la mitología griega para desentrañar su génesis y su transmisión y ampliar la interpretación más comúnmente extendida, incluyendo epígonos y versiones contemporáneas, de Margaret Atwood a Carol Ann Duffy. No para desmentir el sesgo patriarcal de la mitología griega, sino para señalar que la realidad o la verdad de las cosas suele ser mucho menos monocorde y más compleja.

Creadoras ocultas entre diosas y heroínas

Aunque el estudio de la creatividad artística femenina está recibiendo una atención creciente, pocos investigadores se han ocupado del pasado más remoto. Justamente, el libro de Carrasco y Elvira alumbra el periodo de la Grecia mítica e histórica para salvar del olvido a mujeres que dejaron su huella en las artes. De la mano de historiadores como Plinio el Viejo, los autores dan a conocer la identidad de algunas artistas continuadoras de la labor de Penélope, una de las primeras tejedoras, recuperando a pintoras como Timarete, Irene, Calipso, Aristarete, Laia y Olimpias.

Un espíritu disidente

24 sábado Ago 2024

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Filosofía, Libros

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Conciencia o colapso; Consciència o col.lapse; Jordi Pigem; Fragmenta Editorial; IA; inteligencia artificial; algoritmo

Reseña del último ensayo de Jordi Pigem, Conciencia o Colapso, para el suplemento Cultura/s de La Vanguardia.

Podéis leerla más abajo o clicando aquí.

Lo más destacable de Conciencia o colapso, el último libro del filósofo y escritor Jordi Pigem (Barcelona, 1964), es su espíritu disidente: la defensa de un nuevo paradigma de conocimiento (o, más bien, otro, porque no es propiamente nuevo), que se expresa tanto en el contenido como en la forma del ensayo, que se abre con una suerte de poema en prosa–manifiesto que resume la propuesta del libro y que, a su vez, constituye el índice de su contenido. Pero antes de seguir describiendo la forma de este ensayo y para que el lector me entienda y no nos abandone, vuelvo al contenido y a contar brevemente cuál es la propuesta o la tesis de Pigem.

Este especialista en nuevos paradigmas de la ciencia sostiene que vivimos bajo una suerte de encantamiento que se manifiesta a través de un mundo en el que imperan la mentira y la manipulación por parte del poder y en el que la realidad está siendo progresivamente sustituida por su representación, léase hoy, por el ámbito digital y las pantallas, y lo que sería su máxima expresión: la IA, que Pigem no traduce como Inteligencia Artificial sino como Invasión Algorítmica, y cuyo objetivo y resultado final es sustituir lo que es humano, vivo y espontáneo por lo que es programable, mecánico y controlable. Pigem achaca esta deriva al dominio contemporáneo de lo que él denomina la “mente algorítimca” que, a su vez, filosóficamente hunde sus raíces en la racionalidad cartesiana o conceptual, progresivamente desconectada de la vida. No se trata aquí de impugnar la razón, sino de recordar sus límites, como han venido haciendo filósofos, científicos y poetas a lo largo de los últimos dos siglos, de Nietzsche a Ortega, pasando por Maslow, Goethe y una larga nómina referida por el autor. Junto a esta mente algorítmica, vinculada a una razón puramente instrumental o conceptual, hallamos una “mente holística”, complementaria aunque progresivamente desterrada, vinculada a una “razón intuitiva” y que contempla y comprende la vida como un todo dinámico e interdependiente. Se alinea así Pigem con los últimos hallazgos de la neurociencia y con lo que ya intuyeron grandes autores del pasado de distintas tradiciones. Es hora, dice Pigem, de decidir si queremos seguir adentrándonos en el mundo de control, deshumanización y pérdida de sentido al que nos conduce la mente algorítmica o volver a recuperar la plena presencia en el aquí y el ahora al amparo de la mente holística, y con ello un mundo mucho más humano, vibrante y pleno de sentido.

El dinamismo y la interrelación propios del paradigma de conocimiento al que apela Pigem tiene su particular traducción en el carácter interdisciplinar del pensamiento del autor, que combina filosofía, psicología, neurología, ecología y política, así como la propia estructura del libro, como descubrirá el lector al ver el modo en que cada capítulo se vincula con el siguiente. Destaca también su gran capacidad divulgativa, con una prosa ágil y clara, así como un estilo intenso, en ocasiones metafórico, algo especialmente llamativo en un género como el ensayo. Imprescindible.

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