¿Qué sería del pensamiento occidental si Penélope, Demeter o Diotima tomaran la palabra? ¿Y si la narrativa histórica pusiera el foco en Agripina, Safo, Artemisa y todas aquellas cuyo nombre no trascendió pero que de una forma u otra marcaron el curso de la historia?
A lo largo de este año, distintos libros han vuelto la mirada a la Grecia antigua para redescubrir el lugar que ocuparon las mujeres en el pensamiento, el arte y la historia. Unos exploran la construcción del orden simbólico patriarcal y otros imaginan alternativas, otros más se interesan por la creación y la transmisión de los mitos, contribuyen a sacar del anonimato el trabajo de algunas artistas de la antigüedad o apartan las figuras masculinas del centro de la escena y ponen el foco en las femeninas para saber qué nos cuentan ellas de la historia del mundo antiguo. En este artículo para el Cultura/s de La Vanguardia repaso algunos de estos libros.
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Si vivimos en una cultura patriarcal y, tal como expresó un Percy B. Shelley arrebatado, todos somos griegos, quizá no debería sorprendernos encontrar allí los fundamentos de esa razón androcéntrica. Esto es lo que propone La lágrima de Jantipa, un ensayo en el que el profesor y ensayista Manel García Sánchez (Barcelona, 1967) se acerca a la obra de los pensadores de la Grecia Antigua para ver cómo estos autores se relacionaron con la feminidad y cómo construyeron un orden simbólico en el que, reelaborado una y mil veces, aún andamos inmersos; por mucho que ya se le hayan roto las costuras y haga tiempo que aquí y allá emergen modelos alternativos. A la misma fuente acude la filósofa y pensadora feminista italiana Adriana Cavarero (Bra, 1947), de la que muy oportunamente se reedita el ya clásico A pesar de Platón, pero con una intención distinta: liberar a las mujeres de su condición de objeto del pensamiento masculino para que puedan construirse como sujetos desde su propia subjetividad. Por su parte, en La venganza de pandora, la escritora y clasicista británica Daisy Dunn (Londres, 1987) aparta las poderosas y desmesuradas figuras masculinas del centro de la escena para poner el foco en las femeninas y así contar la historia del mundo antiguo a través de las mujeres. Por último, La Jarra de Pandora, de la escritora y especialista en mundo clásico Natalie Haynes (Birmingham, 1974), indaga en la construcción y la transmisión de los mitos griegos desde la perspectiva de las mujeres. Esta revisión de la cultura clásica se completa con el trabajo de los historiadores Marta Carrasco Ferrer y Miguel Ángel Elvira Barba, cuyo libro Mujeres Artistas de la Antigua Grecia contribuye a sacar del anonimato el trabajo de algunas de aquellas artistas.
Para desarrollar su tesis, el ensayo de García Sánchez transita por los distintos espacios, reales y simbólicos, de la sociedad helena: la ciudad y el campo, el ágora, el mercado, la academia, el teatro y el mito. Y es que la voluntad del autor es realizar un análisis de lo que en términos contemporáneos llamaríamos las “tecnologías del género”, es decir, los discursos, los espacios y los contextos que, en la Grecia Antigua, conducirían a una niña a convertirse en una “verdadera mujer” según los estándares de la masculinidad hegemónica. Se trata, además, de una aproximación de carácter cultural, que considera tan forjadores de pensamiento los tratados filosóficos como los mitos y los poemas. El autor no pretende juzgar sino comprender, por lo que rehúye aquellas aproximaciones que, desde un feminismo de la diferencia, destierran a autores, pero también la ingenuidad de hacer de los relatos de libertad individual o emancipación personal que encarnan figuras como las de Aspasia, Hipatia, Safo o Antígona, vanguardia de un movimiento protofeminista que nunca existió.
Y es que, a pesar de la admisión de mujeres en la secta pitagórica o en el jardín de Epicuro, de la abolición de la familia y la propiedad privada en la República de Platón o del discurso “contracultural” de los cínicos, lo cierto es que de la épica homérica a la filosofía aristotélica, la generalidad de los discursos y los relatos fueron cimentando una moral androcéntrica, frecuentemente misógina, y asimétrica desde el punto de vista social y sexual. Este estado de cosas es justamente el punto de partida del gesto iconoclasta o subversivo de Adriana Cavarero, que decide sustraer algunas figuras femeninas de la Antigüedad de los discursos originales que las atrapan y dotarlas de una vida autónoma. Pues, ¿qué sería del pensamiento occidental si mujeres como Penélope, Demeter, Diotima o la memorable sirvienta tracia tomaran la palabra? ¿Cómo alteraría esa posibilidad nuestras nociones acerca del cuerpo, la sexualidad, la identidad o el poder? Más aún: ¿de qué modo esa hipótesis desvelaría el “matricidio simbólico original” en el que hunde sus raíces la filosofía occidental que, desde Platón, girará en torno a la muerte (y no el nacimiento) como espacio de sentido?
La historia de la Antigüedad es un relato de guerreros, conquistadores y reyes. Para intentar revertir esa tendencia, Daisy Dunn podría hilvanar una colección de capítulos sobre Cleopatra, Agripina o Safo seguidas de otras tantas artistas, escritoras y líderes. Sin embargo, reconoce la autora, “el resultado estaría muy lejos de ser una historia completa”, pues la trascendencia de las contribuciones femeninas al mundo antiguo va más allá de las aportaciones de algunas mujeres extraordinarias. Hacer visible la participación femenina en la construcción del mundo clásico es el reto que asume Dunn en su libro. Un reto que abarca tres mil años, desde la Creta minoica hasta la Grecia micénica, desde Lesbos hasta el Asia Menor, desde el Imperio Persa hasta la corte real de Macedonia y concluyendo en el imperio romano. Natalie Haynes ofrece por su parte un nuevo contrapunto al relato hegemónico, atendiendo en su caso a la mitología clásica. Siempre armada de humor, la escritora se sumerge en los principales personajes femeninos de la mitología griega para desentrañar su génesis y su transmisión y ampliar la interpretación más comúnmente extendida, incluyendo epígonos y versiones contemporáneas, de Margaret Atwood a Carol Ann Duffy. No para desmentir el sesgo patriarcal de la mitología griega, sino para señalar que la realidad o la verdad de las cosas suele ser mucho menos monocorde y más compleja.
Creadoras ocultas entre diosas y heroínas
Aunque el estudio de la creatividad artística femenina está recibiendo una atención creciente, pocos investigadores se han ocupado del pasado más remoto. Justamente, el libro de Carrasco y Elvira alumbra el periodo de la Grecia mítica e histórica para salvar del olvido a mujeres que dejaron su huella en las artes. De la mano de historiadores como Plinio el Viejo, los autores dan a conocer la identidad de algunas artistas continuadoras de la labor de Penélope, una de las primeras tejedoras, recuperando a pintoras como Timarete, Irene, Calipso, Aristarete, Laia y Olimpias.
