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L’article d’aquesta setmana al Cultura/s de La Vanguardia és una reflexió entorn la dimensió política de la malaltia a propòsit de la publicació d’Els diaris del càncer, d’Audre Lorde. Podeu llegir el text sencer més avall.

La editorial Cal·lígraf acaba de publicar Els diaris del càncer, de la poeta, ensayista y activista afroamericana Audre Lorde (Nueva York, 1934 – Saint Croix, 1992), el primer texto de la autora que se traduce al catalán. Se trata de un libro breve pero de calado que aborda su experiencia cuando, en 1978, a los 44 años de edad, es diagnosticada de un cáncer de mama. Entre la memoria personal y la reflexión política y existencial, estos diarios muestran el abatimiento y el dolor físico, el miedo a la muerte o los momentos de esperanza y de alegría cotidiana que también forman parte del proceso pero, por encima de todo, muestran la determinación de Lorde para poner en palabras esa experiencia y adueñarse así del aprendizaje y el empoderamiento que conlleva. Para romper, en definitiva, con la “tiranía del silencio” que creía rodeaba la experiencia de las mujeres en general y el cáncer de mama en particular, máxime cuando la mujer en cuestión era negra, lesbiana y madre.

Y aunque Lorde reconoce que, aun en toda su crudeza, la enfermedad ha supuesto una vía de conocimiento para ella, critica ese positivismo tan caro al neoliberalismo que hace al individuo único responsable de todo cuanto le sucede, también de su enfermedad y de su curación. Es solo un primer ejemplo de la dimensión política del libro. La autora, que sufre una mastectomía, denuncia como el énfasis puesto por el sistema en la implantación de una prótesis, a la que ella renuncia, refuerza el estereotipo según el cual el aspecto central en la vida de una mujer es su apariencia física (sujeta además a la mirada del otro), incluso frente a una experiencia tan radical como una enfermedad que le confronta con la muerte.

La enfermedad, que deja al descubierto la vulnerabilidad de nuestros cuerpos y nuestra necesidad de los otros, tiene una dimensión existencial y política inevitable. La poeta no adoctrina, sino que reivindica la necesidad de enfrentar la enfermedad desde la propia circunstancia, animando así a cada uno a buscar su propio camino. En estos tiempos dominados por la enfermedad y en que muchos de los conflictos que el libro expresa están lejos de estar resueltos, estos diarios constituyen una lectura plenamente vigente.