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Eva Muñoz

~ Periodista y escritora

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Acerca del cuerpo

El hilo rojo, la diosa blanca

21 martes Oct 2025

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Arte, Cultura

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Carmen Hurtado; Deshilar el hilo de Ariadna; Ariadna; cuerpo; metomorfosis; minotauro

Este artículo lo escribí a propósito de la exposición Deshilar el eco de Ariadna de la artista, poeta y amiga Carmen Hurtado en la galería H20. Se publicó en la revista del colectivo Mujeres en las Artes Visuales. Para mí, escribir sobre arte siempre ha sido una invitación al desarrollo de mi propia creatividad a través de una mirada atenta y abierta a todos los sentidos, también al de la imaginación.

Podéis leer el artículo entero más abajo o clicando aquí.

Septiembre. El cielo nublado, el aire fresco, la tarde amable. Ando por uno de los tramos altos de la calle Verdi flanqueado de pequeñas casas modernistas con jardín trasero. Una de ellas alberga la galería H2O, donde me espera Carmen Hurtado, que está acabando de montar la exposición “Deshilar el eco de Ariadna”, en la que reúne una selección de su obra de los últimos quince años y algunos trabajos nuevos.

Me abre sonriente, como de costumbre. En el vestíbulo está Mario, su pareja, que le está ayudando a montar la exposición y está agachado colocando un cuadro de pequeño tamaño bajo el título de la exposición y el nombre de la artista impresos en la pared. Es el cuadro que ilustra el cartel de la muestra, donde la propia artista transmutada en Ariadna tiene la cara oculta tras un velo o una mancha oscura, porque quizá su protagonismo en el mito sea más aparente que real. “El acento está siempre puesto en el hilo que muestra el camino al héroe y en el minotauro. Pero ¿qué sabemos de Ariadna?”, dice Carmen. Y esto es lo que pretende esta exposición: mostrarnos a Ariadna esta vez, revisitar el mito. Es ella la que se interna en el laberinto en esta ocasión.

Del arco del vestíbulo que se abre a la estancia principal de la galería, cuelgan unas cintas hasta media altura que hacen pensar en las cortinas de los establecimientos japoneses. Son de algodón blanco, anchas, con frases bordadas en hilo rojo. “Son cintas umbilicales —me espeta Carmen Hurtado, jubilosa, desde detrás—. Una de ellas es la mía”. Son las cintas con las que se envolvía la cintura del bebé tras cortarle el cordón umbilical. “El acto de coser es el intento de mantener unido lo que se ha roto” leo en una de ellas que dice Louise Bourgeois. “Venimos al mundo sujetos a nuestra madre, y esa es la primera separación”, añade la artista. “Toda nuestra vida es un constante hilar y deshilar”. Hilos. Coser y descoser. Unir y separar. Hacer y deshacer. Una acción y su contraria. Una tensión que para Carmen Hurtado está en el núcleo de la búsqueda de la libertad. La libertad: he ahí el otro polo de la muestra, su punto de partida.

“Yo quería hablar sobre la libertad y su búsqueda, que ha sido un tema recurrente en mi trabajo desde hace quince años. Entonces empecé a seleccionar obras que tuvieran que ver con ello y me di cuenta de que Ariadna podía ser mi alter ego”. En efecto, la presencia del hilo y del laberinto es una constante en el conjunto de la obra que aquí se expone, y remite a una libertad que tiene que conquistarse y que es una permanente tensión entre el libre albedrío y todo aquello que nos condiciona, pues “nacemos en un cuerpo, en un género, en una familia, en un país…” O, tal como lo expresaría el filósofo Joan-Carles Mèlich, heredamos un guion, llegamos al mundo en mitad de una narración que había empezado mucho antes de llegar nosotros.

Del cuerpo a la metamorfosis

La muestra está organizada en cuatro ámbitos temáticos. El primero lleva por título “Cuerpo y deriva”, porque, lo hemos dicho, nacemos de un cuerpo y en un cuerpo. El cuerpo es nuestro primer límite y nuestro propio laberinto. Así lo afirma otra cita, esta vez de Borges, bordada en otra de esas cintas umbilicales: “Todos tenemos un laberinto en nuestro interior”. Y, no obstante, no hay libertad sin límites. Algo así leemos también en una de las frases cosidas esta vez en uno de los ensamblajes de Carmen Hurtado, un término que la artista prefiere al de collage. Pero más allá del texto, la idea de libertad y su permanente tensión con los límites se expresa en varias de estas obras a través de las formas geométricas que contienen el ensamblaje, que constituyen su perímetro dentro del interior del cuadro; unas formas geométricas que remiten al plano de una casa y que, significativamente, en los trabajos más recientes han desaparecido. La casa: otro de los lugares que nos contienen, a la vez espacio de libertad y de constricción. Por eso resulta muy orgánico y lleno de sentido que la exposición ocupe el espacio completo de la casa que es la galería.

El segundo ámbito es “El rostro del minotauro” y está consagrado al laberinto. Y si el laberinto está en nuestro interior y es a la vez el camino de una vida, el minotauro no es otro que “el miedo al autoconocimiento” que, sin embargo, es el único que nos puede proporcionar una libertad genuina. El tercer ámbito de la muestra lleva por título “Hilo labris” y gira en torno a las herramientas que tenemos para “desenredar” nuestra vida, para cortar; un corte que siempre es “un final de algo y un principio de otra cosa”. Por último, el cuarto ámbito está consagrado a “la metamorfosis”, porque acaso la vida sea un constante mudar y mudarse, de piel, de ropa, de lugar… y la salida del laberinto no sea otra que esa metamorfosis.

Palabra e imagen

Se trata pues de un recorrido expositivo en el que no hay héroes, ni centro, ni salida, y donde la protagonista es esta vez Ariadna, que deshila el relato, cuestiona al héroe y rompe la lógica del camino. No hay destino. Y es que quizá, como dice la artista, “la libertad no está en la salida, sino en el viaje errante de la escucha”.

Carmen Hurtado es artista visual y poeta y su obra entrelaza palabra e imagen en una tensión permanente con lo simbólico. En su trabajo hay un diálogo fluido entre ambos lenguajes. La semilla conceptual de muchas de sus obras está a menudo en sus poemas o “diarios oníricos”, pero también la palabra poética es a menudo la receptora de visiones o intuiciones que proceden de su trabajo artístico. El resultado es una práctica interdisciplinar que atraviesa la pintura, el dibujo, la fotografía, la escultura, el bordado y el ensamblaje. Sus proyectos abordan cuestiones sobre el cuerpo, el territorio, la libertad, la maternidad, el tiempo, el deseo o el duelo.

La muestra, que reúne una selección de obras de los últimos quince años, incluye parte de su producción más reciente, además de la pieza de videoarte Libertatis que formó parte de la exposición dedicada a Agnès Varda que acogió el CCCB el pasado año. Junto a los ensamblajes, pinturas y grabados con técnica mixta, encontramos también algunas esculturas de pequeño formato, que sorprenden al visitante en algunos rincones de la galería.

El hilo rojo de Ariadna

Las cintas umbilicales de las que hablábamos más arriba están bordadas con un hilo rojo brillante que remite a la vida y al dolor, porque en ningún momento se nos oculta aquí que la vida también comporta esa contraparte. “La libertad no consiste en ser libre del dolor, sino en ser libre de actuar” nos recuerda Carmen Hurtado con Hanna Arendt desde otra de las cintas. Se trata de un hilo que, como el torrente de nuestra vida, como una sutil ramificación capilar, recorre la exposición. Y así, el hilo de Ariadna que esta vez es rojo lo encontramos en muchos de sus ensamblajes y reaparece en forma de mancha en algunas de las obras más recientes; unas obras en las que la artista desbordó ya los límites de la casa o el perímetro que contenía sus anteriores intervenciones y se hicieron cuerpo, forma orgánica, regresaron a la naturaleza original. El hilo rojo, por fin, está también bordado en la túnica que se expone entre las plantas del jardín de la galería y que la artista, sacerdotisa o diosa blanca, se pone cada tarde en un rito que marca el devenir cotidiano y también un cierre y un regreso al interior, mientras toma el ovillo y va recogiendo el hilo.

De este modo, el hilo carmesí dota en efecto de unidad al conjunto expositivo e invoca a la artista-Ariadna y su decidido internamiento en el laberinto para apresar al minotauro, mientras esas cintas umbilicales y esa túnica o manto nos hablan de lo que nos cubre y lo que nos une para no quedar definitivamente a la intemperie (que es también o ante todo soledad), y de todas esas capas o pieles que sucesivamente nos ponemos y de las que nos desprendemos en el “viaje errante de la escucha” que es la vida y la exploración del laberinto en busca del autoconocimiento y de la verdadera libertad interior.

Esa sucesión de capas y pieles está, claro, en sus obras de técnica mixta y en sus ensamblajes, quizá la técnica más representativa de Carmen Hurtado y una de sus preferidas. Unos ensamblajes donde se dan cita el dibujo, la pintura y el grabado y donde la palabra aparece bordada y dibujada. Ella cuenta que le gusta el ensamblaje por lo que tiene de juego y por su riqueza. “Como los sueños, estas obras tienen muchas capas”. Y como los sueños, estas obras no son lineales y están abiertas a la participación de quien las contempla. Muestran además la esencia del modo de trabajo de la artista, que se deja llevar en su trabajo por la intuición y la asociación libre como parte fundamental del proceso.

Biografía

Esa búsqueda y esa reflexión en torno a la libertad propia en la que se ha embarcado, así como la apropiación y relectura del mito en las que invita al espectador a participar están atravesadas por su propia biografía. El trabajo artístico de Carmen Hurtado siempre se nutre de materiales procedentes de su vida, con frecuencia en un sentido literal, a menudo son piezas de ropa. Además de esas cintas umbilicales de las que hablábamos antes, la capa bordada con la que ejecuta una breve performance cada tarde es otro vestigio familiar: un vestido de una de sus tías.

Aunque lleva más de veinte años residiendo en Barcelona y ha viajado por todos los continentes, Carmen Hurtado nació y se crió en un pueblo de Extremadura. Allí están la casa familiar, la antigua farmacia que regentaban, tierras, hermanos y muchos, muchos objetos, ropa de su madre y de sus tías, historias, conflictos… Ese guion del que hablábamos más arriba y que la artista incorpora siempre en su trabajo de un modo u otro; de varios modos, en verdad. Y así, por ejemplo, en Carmen Hurtado, el bordado no es moda o impostura. Su madre cosía, y ella creció en una suerte de gineceo en el que su madre y sus amigas se reunían todas las tardes con labor de costura. “Lo de menos era lo que cosían, lo de más era reunirse. Así tejían sus redes”.

Poesía

La narrativa es lineal, pero la poesía, con su ambigüedad, su cubrir y descubrir conceptos e ideas, es para Carmen Hurtado enigma, “la maga de las artes”, de ahí el vínculo con su obra artística, con la que está en permanente diálogo. “Puede ser el detonante de la obra visual y viceversa”. Y es que, añade, “en la sociedad en la que vivimos se tiende a la linealidad, a darlo todo muy digerido, y la poesía propone una apertura”. Por eso, Carmen Hurtado reclama un lugar para la poesía dentro del arte, y dentro del arte sonoro en particular.

Históricamente, la poesía ha sido una de las grandes artes. “En Grecia los poetas eran considerados artistas. ¡Eran los artistas por antonomasia! ¿Por qué hoy están fuera de todos los circuitos?”, exclama. Y abunda: “creo que a veces hay intervenciones que se consideran ‘arte sonoro’ simplemente porque quien las lleva a cabo es un artista que, como tal, les pone el marchamo de arte, mientras dejamos fuera la voz poética. Yo reclamo un lugar para la poesía dentro del arte sonoro”. Por eso, en el marco de esta exposición, se incluyen dos intervenciones sonoras a cargo de poetas invitados por Carmen Hurtado a recitar poemas en torno a la temática de la muestra.

Se trata de una acción que, como la que ella misma lleva a cabo cada tarde mientras esté abierta la exposición, tiene también como objetivo contravenir la práctica convencional de reducir las exposiciones a “inauguración y exhibición”, al tiempo que pretende abrirla al público y a otros artistas, promoviendo la interacción y el espacio comunitario, que es el espacio propio del momento expositivo, frente al momento de la creación, que suele ser de soledad y trabajo individual. Es el momento de las otras voces, de los ecos, de ese eco que está en el título. Y es que Carmen Hurtado, casi instalada en la galería durante los días en los que la muestra permanece abierta, quiere ver cómo resuena su trabajo entre el público que la visite. En su deshilar o cuestionar el mito de Ariadna, espera percibir el eco de las lecturas de los visitantes. Confiando en que aquella Ariadna que ofreció el hilo al héroe y fue luego objeto de su abandono en la playa de Naxos, se convierta aquí y ahora en sujeto activo, filosófico, en artista, buscadora, errante, valiente… Sujeto que desde Naxos, Barcelona o cualquier otra orilla, más que esperar, interpele a Dionisos, que no en vano es el dios de la fecundidad y de la alegría.

Audre Lorde: trencar la tirania del silenci

23 lunes May 2022

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Libros

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Els diaris del càncer; Audre Lorde; Cal.lígraf; diaris; càncer; malaltia

L’article d’aquesta setmana al Cultura/s de La Vanguardia és una reflexió entorn la dimensió política de la malaltia a propòsit de la publicació d’Els diaris del càncer, d’Audre Lorde. Podeu llegir el text sencer més avall.

La editorial Cal·lígraf acaba de publicar Els diaris del càncer, de la poeta, ensayista y activista afroamericana Audre Lorde (Nueva York, 1934 – Saint Croix, 1992), el primer texto de la autora que se traduce al catalán. Se trata de un libro breve pero de calado que aborda su experiencia cuando, en 1978, a los 44 años de edad, es diagnosticada de un cáncer de mama. Entre la memoria personal y la reflexión política y existencial, estos diarios muestran el abatimiento y el dolor físico, el miedo a la muerte o los momentos de esperanza y de alegría cotidiana que también forman parte del proceso pero, por encima de todo, muestran la determinación de Lorde para poner en palabras esa experiencia y adueñarse así del aprendizaje y el empoderamiento que conlleva. Para romper, en definitiva, con la “tiranía del silencio” que creía rodeaba la experiencia de las mujeres en general y el cáncer de mama en particular, máxime cuando la mujer en cuestión era negra, lesbiana y madre.

Y aunque Lorde reconoce que, aun en toda su crudeza, la enfermedad ha supuesto una vía de conocimiento para ella, critica ese positivismo tan caro al neoliberalismo que hace al individuo único responsable de todo cuanto le sucede, también de su enfermedad y de su curación. Es solo un primer ejemplo de la dimensión política del libro. La autora, que sufre una mastectomía, denuncia como el énfasis puesto por el sistema en la implantación de una prótesis, a la que ella renuncia, refuerza el estereotipo según el cual el aspecto central en la vida de una mujer es su apariencia física (sujeta además a la mirada del otro), incluso frente a una experiencia tan radical como una enfermedad que le confronta con la muerte.

La enfermedad, que deja al descubierto la vulnerabilidad de nuestros cuerpos y nuestra necesidad de los otros, tiene una dimensión existencial y política inevitable. La poeta no adoctrina, sino que reivindica la necesidad de enfrentar la enfermedad desde la propia circunstancia, animando así a cada uno a buscar su propio camino. En estos tiempos dominados por la enfermedad y en que muchos de los conflictos que el libro expresa están lejos de estar resueltos, estos diarios constituyen una lectura plenamente vigente.

La cara B de Eloy Fernández Porta

01 domingo May 2022

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Libros

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Los brotes negros; Eloy Fernández Porta; ansiedad; salud mental; Anagrama

En mi artículo de esta semana en el Cultura/s de La Vanguardia escribo acerca de Los brotes negros, un libro en el que Eloy Fernández Porta relata y explora un trastorno de ansiedad padecido recientmente. Conmovedor, lúcido y muy valiente. Podéis leerlo íntegramente más abajo.

Los brotes negros, el último libro del escritor, crítico cultural y performer Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974) no es un ensayo, el género que más frecuenta. Esta vez se trata más bien de “literatura del síntoma”: el relato y la exploración de un trastorno de ansiedad y sus oscuras floraciones. En un registro que alterna sin apenas transición el diario, la correspondencia y el análisis,  encontramos fragmentos de vida que se dirían escritos desde el vértice del dolor o algún lugar muy cercano, pero también la reflexión algo más distante acerca de esa experiencia: una búsqueda de síntomas previos, de causas u orígenes que lo llevan a la infancia, a la familia, a rupturas sentimentales y, por supuesto, a una lectura de la enfermedad entendida como la somatización por un cuerpo, el suyo, de las claves de la sociedad neoliberal introyectadas y llevadas al paroxismo: la velocidad, la producción, la exigencia incesantes.

Cuerpo y libro -perfectamente blanco, breve- se nos presentan frágiles, atravesados por las quiebras y contradicciones de nuestra contemporaneidad y por el grito con que se expresa la angustia. “Soy caja de resonancia de una patología comunal. ¿Quién no grita?”, escribe el autor de Afterpop. Enferma la sociedad entera, sí. Sin embargo, el dolor tiene siempre un cuerpo y un rostro concretos. O a propósito de un libro que hace de su dolencia materia prima narrativa, se pregunta: ¿qué diferencia hay respecto al mandato neoliberal que nos conmina a la superación y a la producción constantes?

Hay algo desasosegante y muy conmovedor en el libro de Fernández Porta y es que reconocemos los síntomas, el caldo de cultivo. Es el libro de uno de nosotros, de un agente cultural para ser más precisos, uno de los más dotados y exitosos por cierto. Sin embargo, no es Simone Biles (a la que él mismo alude) renunciando a competir por otra medalla olímpica ni Kurt Cobain dejándonos un bello y joven cadáver sobre el que apuntalar el mito del artista maldito. Se trata de algo mucho más cotidiano, carente de dimensión épica o trágica pero que destila un humanísimo dolor, humildad y valentía, lucidez tal vez a su pesar. “Al declararme incapaz trato en vano de impugnar un sistema que solo sirve para los superdotados y no podrá sino crear multitudes de tullidos afectivos, negados rencorosos, desechados, donnadies”. Quizá el único modo de salvarse sea tratar de escapar a esa lógica binaria del “capaz/incapaz” que responde además a unos estándares impuestos. La poesía y el arte escapan a esa lógica, aunque no a un sistema presto a inocularla de nuevo.

Maldurmientes del mundo

07 lunes Mar 2022

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, La entrevista, Libros

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Libros del Asteroide; El mal dormir; David Jiménez Torres; insomnio

En mi última colaboración para el Cultura/s de La Vanguardia escribo sobre El mal dormir, una reflexión en primera persona acerca de las procelosas aguas del insomnio con la que el escritor David Jiménez Torres se alzó con el I Premio de No Ficción Libros del Asteroide. En el artículo hablo también con el editor Luis Solano acerca del premio: el único galardón de no ficción del ámbito hispanohablante que se concede a proyecto y no a obra acabada.

Podéis leer el artículo completo aquí.

Las nuevas voces del feminismo

08 jueves Mar 2018

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, La entrevista, Libros

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Mujeres; feminismo; voces; Mary Beard; Laura Bates; Patricia Merino; Virginie Despentes; Chimamanda Ngozi Adichie; Jessa Crispin

ALGO SE ESTÁ MOVIENDO. Entre las novedades de cualquier librería es fácil encontrar últimamente algún ensayo feminista. También en librerías, carteleras de cine o centros de arte, la presencia de obras firmadas por mujeres ha dejado de ser algo anecdótico y su trabajo empieza a ser recibido no como una excepcionalidad o como una obra femenina, sino como la obra de una autora, mujer, sí, e imbricándose en el discurso general. Y si la cultura, además de construirnos, la construimos nosotros, ¿cómo no habría de cambiarla el hecho de que el discurso público esté empezando a poblarse de voces de mujeres? Porque la cosa va de voces, como señalan Mary Beard y algunas otras.

Mary Beard en blog Eva MuñozReportaje publicado en el Cultura/s de La Vanguardia el 24 de febrero de 2018

MARY BEARD: GÉNERO Y DISCURSO PÚBLICO
Un gesto y, sobre todo, una voz: la de Telémaco reprimiendo a su madre Penélope cuando ésta hace oír su voz en público. Un acto, este silenciar el discurso público de las mujeres, escribe Mary Beard (Much Wenlock, 1955) que aún hoy, en pleno siglo XXI, “se repite con demasiada frecuencia”. En su reciente ensayo Mujeres y poder, esta catedrática de Clásicas en Cambridge, divulgadora y figura referencial y personalísima del feminismo contemporáneo, parte de una de las obras fundacionales de la cultura occidental, La Odisea de Homero, para rastrear los orígenes de la misoginia moderna.

Y es que, explica la profesora británica, desde el momento en que el poder deja de residir en la fuerza bruta, el atributo definitorio de la masculinidad, al menos entre los hombres libres, pasa a ser la voz o, más precisamente, el discurso público. Por eso, desde ese momento, despojar a las mujeres de poder y mantenerlas en el ámbito doméstico, equivale a silenciarlas públicamente. Y La Odisea, que además de las gestas de Ulises es el relato de cómo Telémaco madura y se hace un hombre, contiene en su arranque lo que pretende ser un mensaje muy preciso para hombres y mujeres: quién tiene y quién no tiene derecho a hacer oír su voz. Y, en consecuencia, quién tiene, o no, autoridad y autonomía.

Mary Beard analiza la relación entre poder, discurso público y voz masculina a través de algunas de las obras fundacionales de la cultura occidental.

La autora prosigue su estudio analizando otras obras de referencia de nuestra cultura en distintas épocas y las pone en relación con situaciones actuales en las que el discurso público de las mujeres es silenciado o trata de silenciarse en los medios y en las redes sociales. Una indagación que no es ajena a su propia experiencia, pues su excelente tarea como divulgadora del mundo clásico en la BBC le costó ataques furibundos en los medios y las redes que, por cierto, nada tenían que ver con su competencia académica o comunicativa sino con su aspecto. Y es que Beard es una voz tan autorizada como desacomplejada y liberada de estereotipos: ni guapa, ni sexi, ni masculina. Todo lo cual, como su humor e inteligencia, resulta profundamente subversivo.

Señala usted el discurso público como el atributo definitorio de la masculinidad.
Sí, tan atrás como nos remontemos, encontramos una relación clara entre mujeres silenciosas o silenciadas y hombres portadores del discurso. La cultura occidental representa la mujer callada, y eso es algo que debemos confrontar.
¿Hay una conexión entre Telémaco haciendo callar a su madre y las formas contemporáneas de ignorar el discurso femenino?
En efecto. Para mí fue una conmoción ver, en algunos de los primeros ejemplos de la literatura occidental, a mujeres siendo acalladas por hombres. Durante tres mil años se nos ha transmitido la idea de que las mujeres deben callar.
Cuando las mujeres quieren ser tomadas en serio, con frecuencia adoptan atributos masculinos.
Carecemos de modelos femeninos de poder o autoridad. Por ello, cuando una mujer quiere tomar posiciones de poder adopta un estilo masculino, como vestir pantalones o un tono de voz grave, es lógico. Me gustaría que fuéramos capaces de derribar ese estereotipo masculino acerca del aspecto del poder. ¿Ponerle faldas, quizá?
¿Debemos redefinir el poder para que las mujeres tengamos espacio en esa esfera?
La lógica me parece evidente. Si las mujeres no encajan en la actual estructura de poder, debemos cambiar la estructura del poder, no a las mujeres.
El número de mujeres que participa hoy en el discurso público es creciente. ¿Producirá esto un cambio en la percepción de la voz femenina?
Finalmente contribuirá a ello, ¡pero no sé si lo suficientemente rápido para mí! Tengo 63 años ¡y lo quiero ya! Aún veo muy pocas mujeres como directoras de museos o en el parlamento, y creo que todavía hay mucho trabajo que hacer.
Con el crecimiento de movimientos como el “Me Too”, hay hombres, y mujeres, que denuncian un incremento de la corrección política…
No creo que haya más oposición de la que siempre ha habido. Siempre se produce algún tipo de reacción.
¿Es usted feminista?
Por supuesto. Nunca he pensado que pudiera ser otra cosa. Quizá deberíamos debatir acerca de qué feminismo hablamos… pero sí, desde luego, y una feminista orgullosa de serlo.
¿Superar el patriarcado es hoy el único horizonte ideológico capaz de regenerar una humanidad autodestructiva?
Me gustaría superar el patriarcado, ¡pero tengo unas cuantas cosas más en la lista!

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS
LAURA BATES
De una generación posterior a Mary Beard, la autora de Sexismo cotidiano ha trasladado al papel una experiencia que arrancó en 2012, cuando creó la web Everyday Sexism Project, donde la gente podía compartir sus experiencias de machismo diario. Tres años después de su creación, el proyecto de Laura Bates (Oxford, 1986) había superado las 100.000 entradas, convirtiéndose en un acontecimiento viral y un gran compendio de la misoginia moderna. Lo que en Beard es un análisis de nuestra tradición literaria en clave de género, en Bates es un examen de la comunicación contemporánea desde esa perspectiva, que le sirve para poner en contexto los relatos que le han hecho llegar mujeres de todo el mundo, edad y condición y dan cuenta de un machismo perfectamente instalado y normalizado en nuestra cultura.

Su web Everyday Sexism Project sirvió a Laura Bates para dar voz a mujeres anónimas del mundo entero y realizar un amplio compendio de la misoginia moderna.

El trabajo de esta escritora que anteriormente ejerció de niñera y actriz no pretende erigirse en análisis cuantitativo o en prueba fiscal, pero no hay duda de su interés cualitativo y de la cantidad de datos útiles de los que ha hecho acopio. Su mayor valor reside sin embargo en dos aspectos. Primero, en llamar la atención de manera fehaciente sobre el hecho de que no por normalizado, el machismo haya desaparecido de nuestro entorno. Por el contrario, más allá de los abusos graves y lacerantes, nuestra vida cotidiana está llena de un sexismo que, por normalizado, opera de manera silenciosa, conformándonos y haciéndonos conformar. Segundo, al crear un espacio de comunicación en la red, esta milenial ha logrado conectar con las jóvenes y las adolescentes contemporáneas. Un hecho que parece fundamental a juzgar por algunas de las estadísticas y relatos que el libro recoge y que revelan por ejemplo que “el mayor deseo” de las niñas entre los 11 y los 17 años es “estar más delgadas”. Mientras esto sea así, el problema de las mujeres no es el “techo de cristal”, sino otro mucho más insidioso: hemos interiorizado la cárcel, somos prisioneras de nuestros propios cuerpos.

PATRICIA MERINO
El proyecto político del feminismo se centra hoy todavía en el empoderamiento de las mujeres en el empleo y en la vida pública. Por eso, leyendo el título del libro de Patricia Merino (Bilbao, 1961) Maternidad, Igualdad y Fraternidad, habrá quien sospeche que no estamos hablando de feminismo sino de alguna otra cosa. Ciertamente, la maternidad no es ni obligatoria ni nuestro destino, el feminismo clásico lo dejó por fortuna claro, pero relegar la maternidad, ese hecho central de la vida humana, a los márgenes del discurso es en realidad hacerle el juego al patriarcado, denuncia la autora, pues “es precisamente en las dependencias y vulnerabilidades originadas en la maternidad donde éste enraíza”. Y la solución no puede ser obviar la cuestión sino, por el contrario, poner la maternidad en el centro del debate y, de una vez por todas, reconocer a la madre como sujeto político.

Solo poniendo la maternidad en el centro del debate feminista y reconociendo a las madres como sujeto político superaremos el patriarcado, sostiene Patricia Merino.

En su libro, Merino cuestiona la representación que desde el feminismo beauvoiriano y las posiciones constructivistas se ha hecho de la maternidad, teñidas de misoginia la una y de un culturalismo extremo la otra, que niega la dimensión biofísica de la maternidad y su trascendencia. La autora también reflexiona acerca de los conceptos de “trabajo” y de “empleo”, reclama la equiparación del trabajo productivo y reproductivo y explora el modo en que encaja la maternidad en las diversas sociedades europeas actuales y cómo en cada una de ellas se socializa la crianza. Una reflexión que se antoja fundamental en nuestras sociedades posfamiliares y poslaborales, donde las profundas transformaciones del mercado de trabajo y las tasas crecientes de paro también obligan a cuestionar el binomio empleo-derechos sociales y de ciudadanía en que hasta ahora se han basado las sociedades industriales.

VIRGINIE DESPENTES
Hablemos claro: he venido a recomendaros algunos libros imprescindibles, de esos que os pueden cambiar la vida. Y eso es exactamente lo que puede hacer un libro como la Teoría King Kong de Virginie Despentes (Nancy, 1969), que puede reconciliaros con quienes sois con la contundencia de un puñetazo y emocionaros con un arranque tan poco sospechoso de sensiblería como este: “Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, la camioneras… ”. Pero, queridas, las que sabemos algo o estamos dispuestas a descubrirlo, sabemos que lo verdaderamente conmovedor en esta vida es la verdad desnuda.

El discurso de Virginie Despentes es un cuestionamiento radical de las asunciones políticas, estéticas y sexuales en las que se sustenta el patriarcado.

El de Despentes es un cuestionamiento radical de muchas de las asunciones estéticas, políticas y sexuales sobre las que se asienta nuestra sociedad patriarcal y es, por ello, profundamente liberador, y perturbador. Empezando por ese “ideal de la mujer blanca, seductora, que nos ponen delante de los ojos [y que] es posible incluso que no exista”. ¡Bingo! Son fundamentales algunos capítulos y reflexiones, como su lectura de la seducción femenina, ese “vestirse de puta” como forma de disculparnos por nuestra inteligencia y enviar el mensaje tranquilizador de que seguimos jugando al juego que se espera de nosotras, o su análisis a contracorriente de la violación o la prostitución, donde la autora parte de su propia experiencia y elabora desde ahí su discurso, una dinámica narrativa que encontramos a lo largo de todo el libro. Escrito en 2006, es todo un acierto su reedición doce años más tarde, con traducción de Paul B. Preciado, y no hay duda de que sigue estando plenamente vigente.

CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE
En este coro de voces, sería fácil dejarse llevar por la tentación de etiquetar a Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, 1977) como la “voz periférica”, pues nació y creció en Nigeria, donde sigue residiendo parte del tiempo, además de en Estados Unidos, o como “feminista pop”, pues en efecto es un personaje público extraordinariamente popular (tanto como pueda serlo un escritor que además es mujer y negra) y algunas de sus frases más célebres han sido llevadas a la música por Beyoncé o estampadas en camisetas Dior. Lo que sí podemos decir de Adichie es que es capaz de expresar con extraordinaria sencillez asuntos complejos y su discurso está lejos del intelectualismo dominante en los discursos feministas más tradicionales y emparenta con su narrativa, “yo soy una contadora de historias, me interesa la textura de la vida, no las teorías”, dice.

Chimamanda Ngozi Adichie expresa con sencillez asuntos complejos y pone el acento en la educación y en nuestra acción cotidiana.

Todos deberíamos ser feministas, un librito que recoge una conferencia pronunciada en 2012, contiene observaciones de gran sencillez pero enorme calado y se ha convertido en todo un clásico del feminismo contemporáneo. La autora reclama un mundo distinto y más justo y sugiere cuál es la forma de empezar: “tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos”. Una idea que ha desarrollado en su más reciente Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, que contiene propuestas tan simples y valiosas como la sugerencia de no llamar “princesas” a las niñas (pensadlo bien), enseñarles que lo más importante en esta vida es ser honesto con uno mismo, no gustar o complacer a los demás, o que los matrimonios son felices o desgraciados, pero en ningún caso un logro. Recomienda también la autora acostumbrar a los niños a leer (incluso mediante soborno) y enseñarles a cuestionar el lenguaje, y en ningún caso pretender que ellas son mejores que ellos, pues es otra trampa: la bondad femenina es tan frecuente como la maldad. Espléndida novelista, más allá de estos breves ensayos, el discurso de Adichie está comprendido en una narrativa cuyas protagonistas son con frecuencia mujeres jóvenes que tratan de construirse una identidad (siempre múltiple) y una vida propia con inteligencia, energía y humor.

JESSA CRISPIN
El feminismo está de moda. Ya no es un movimiento político sino un estilo de vida, un producto más y, como tal, ha perdido su capacidad crítica y su poder transformador. Esa es la tesis de la periodista, escritora y crítica literaria Jessa Crispin (Kansas, 1978), autora de Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista, un análisis ácido y lúcido tanto del patriarcado como del feminismo contemporáneo. Con la voluntad de resultar aceptable para todos, dice la autora, el feminismo se ha vuelto inofensivo. Y así se ha pasado de la crítica a la etiqueta y la denuncia, una deriva que para Crispin no es ajena a la sustitución de la sociología por la psicología y de la política por la moda que opera en nuestras sociedades contemporáneas.

Jessa Crispin se muestra tan crítica con el patriarcado como con un feminismo que en su voluntad de universalizarse ha perdido su capacidad transformadora y ha devenido moda.

“Los obstáculos y desigualdades reales a los que se enfrentan las mujeres afectan en su mayoría solo a las mujeres pobres; las de clase media y alta pueden comprar el acceso al poder y a la igualdad”, afirma la autora. El problema es el patriarcado, eso lo que hay que poner en cuestión y superar, concluye. Lejos de ello, el llamado empoderamiento no haría sino perpetuarlo, según Crispin, pues simplemente pretendería que algunas de nosotras podamos apropiarnos de una parte del pastel. Si bien la crítica principal de Crispin parece válida, cabría hacer un par de observaciones a su análisis. En primer lugar, que la clase media va camino de convertirse en producto de derribo, con una mayoría de nosotras a la cabeza. En segundo, aun estando de acuerdo en que gestos como enfundarse un fabuloso traje negro de Valentino en un cuerpo al servicio de los más caros mitos del patriarcado quizá no sea exactamente un acto ni radical ni liberador, ese gesto pone precisamente de manifiesto como la cosificación del cuerpo de la mujer es transversal social y económicamente, al igual que una cultura que lleva tres mil años silenciándonos a todas, de baja y alta cuna.

Fuera de los márgenes de este artículo quedan muchas otras voces que se están haciendo oír. Paulina Fariza publica F de Feminismos, un abecedario ilustrado al hilo del cual recorre algunos de los principales hitos, conceptos y retos del feminismo contemporáneo; Bel Olid expone también los conceptos clave de la lucha feminista actual en Feminisme de butxaca en tanto que Capitan Swing reedita la Autobiografía de Angela Davis, filósofa, feminista y mítica activista afroamericana… Imposible dar cuenta aquí de todas las novedades, pero el fenómeno editorial es el reflejo de un movimiento político que ha vuelto al centro del discurso.Nuevas voces del feminismo en blog Eva Muñoz

 

¿Ética maquínica?

06 lunes Mar 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Ciencia, Cultura, Economía y Política, La entrevista, Libros

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Rosi Braidotti; Lo Posthumano; Gedisa; Revista de Occidente; inteligencia artificial; robots; Parlamento Europeo

 

rosi-braidotti en blog Eva Muñoz

EL PARLAMENTO EUROPEO acaba de proponer una regulación a gran escala de los robots y máquinas inteligentes. El informe, según publicaba El País, propone regular temas como la responsabilidad civil y legal de los robots —especialmente en el caso de los coches autónomos—, la creación de una agencia europea encargada de ellos, la privacidad de los datos que almacenan, la inclusión de un código ético y la posibilidad de establecer un impuesto por utilización.

En este contexto, traigo aquí una entrevista con la filósofa Rosi Braidotti a propósito de su libro Lo Posthumano que publiqué el pasado noviembre en Revista de Occidente. La filósofa critica que la categorización ética de determinadas cuestiones con frecuencia enmascara un debate de fondo sobre las condiciones materiales y geopolíticas que están creando entidades como los drones o las redes computacionales.

¿Podríamos por favor detenernos un minuto a discutir las infraestructuras materiales, las inversiones de capital, la combinación de ciencia y economía, las relaciones geopolíticas que están creando los drones y las redes computacionales en primer lugar? ¡Son los principales ejes del poder en el mundo contemporáneo y la ética por sí sola no va a resolver los problemas!

En la entrevista, la filósofa aborda también las principales críticas que, a partir de los años sesenta y setenta, se han formulado al humanismo tanto desde movimientos sociales como el feminismo como desde la teoría postestructuralista, y de las que su libro hace una comprensiva y valiosa revisión.

La crítica al humanismo no es nueva, especialmente desde la izquierda del espectro político. (…) El «Hombre» no puede pretender representar a la humanidad toda porque ese «hombre» es una entidad específicamente determinada en cuanto a cultura, género, raza y clase: es europeo, macho y blanco.

En un momento histórico en que la crisis de lo humano es vista con aprensión cuando no con alarmismo, es estimulante encontrar a una pensadora que aboga porque esa pérdida de centralidad de lo humano -que Braidotti juzga más normativo que neutro- sirva para cambiar de paradigma hacia otro más complejo pero también más comprensivo e integrador, el único quizá capaz de salvar las brechas y las contradicciones que marcan nuestro presente y el futuro que se vislumbra.

Soy consciente de que gran parte de las modificaciones físicas y psíquicas que experimentan nuestros cuerpos responden a la lógica capitalista. Así es que sí reclamo la puesta en juego de determinados valores éticos, concretamente: que la experimentación sea sin ánimo de lucro, sujeta a la solidaridad transnacional, a la conexión entre especies y, por supuesto, a la justicia intergeneracional.

portada lo-posthumano en blog Eva Muñozrev-occidente-noviembre-2016-entrevista-eva-munoz-a-rosi-braidotti_pagina_01

Las oposiciones coexisten y estallan ante mis ojos: la epidemia de la anorexia y la bulimia y el hambre resultado de la pobreza se traducen en espasmódicas ondas de la expansión y contracción del peso de los cuerpos en diversos sectores de la población. En Los Ángeles hay clínicas dietéticas para mascotas del mismo modo que las hay para humanos. ¡Bienvenidos al capitalismo como esquizofrenia!

 

Tanztraüme

13 lunes Feb 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Tanztraüme; Pina Bausch

Anoche fui feliz durante la hora y media que duró la proyección de Tanztraüme en la Filmo: un docu de Anna Linsel y Rainer Hoffmann que recoge la puesta en escena por adolescentes de 14 a 18 años sin experiencia de baile del proyecto de Pina Bausch Kontakhof. Un ensayo a través del cuerpo y la emoción acerca de las relaciones entre hombres y mujeres, el amor, la violencia, la fragilidad, la seducción… Cuánta emoción, belleza y creatividad! Arte ‘popular’ pero ‘exigente’ a un tiempo: la demostración fehaciente de que tal cosa es posible. La danza como experiencia artística autotransformadora y vivencial. Grande! Energético y contagioso. Cielos: algo así debería ser un servicio público!!

Heridas de melancolía y de belleza

30 domingo Oct 2016

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, poesía, Una habitación propia

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A quiet passion; Terence Davies; Historia de una pasión; Emily Dickinson

a_quiet_passion en blog Eva Muñoz

El agua se aprende por la sed;

la tierra, por los océanos atravesados;

el éxtasis, por la agonía.

La paz se revela por las batallas;

el amor, por el recuerdo de los que se fueron;

los pájaros, por la nieve.

Emily Dickinson

La belleza de A Quiet Passion (Historia de una pasión) hiere. Heridas de imposibilidad de absoluto y de melancolía. Así están las mujeres de A Quiet Passion. Así están Emily Dickinson y su madre: una presencia, la de esta última, que en su casi mudez, casi habitante del mundo de las sombras o de los muertos, me parece determinante. Y hay un momento en que habla que es para mí crucial: cuando evoca la maravillosa voz de aquel muchacho que murió a los diecinueve años y cantaba en la iglesia. Se diría que aquella mujer quedó anclada en aquel instante. Su emoción, su hálito vital, ella entera, quedó allí, y lo que sigue entre los vivos es apenas una cáscara… Desconozco absolutamente la intención de Terence Davies. No soy más que una lectora reciente y aún poco conocedora de Dickinson. Pero para mí ahí reside la clave de la película, ese es el momento que me permitió entender el drama de esas mujeres, de Emily, de su madre: la imposibilidad de absoluto, sea este Dios o el Amor. Su ausencia en esta vida. O, tal vez, su evanescencia, su estado de perpetua promesa, su pertenencia a un tiempo que nunca es presente… y la consiguiente melancolía que en ellas, en ella, Emily, un ser extremo, deviene insoportable. Más aún cuando se ha confinado a todas esas mujeres fuera del cuerpo (a toda la sociedad, en verdad, pero siempre es en ellas en quienes recae la responsabilidad de velar por el mantenimiento de la cosas: el hogar, las normas, la cultura…), pues aunque los misterios del amor (o los de Dios) son del alma, un cuerpo es el libro en que se leen.

Ellas dos, madre e hija, son el otro rostro del imperio de la ley del padre: ese mundo victoriano, ascético, aplastado por el absoluto de Dios, de la ley, del rigor, que pretende contener las pasiones y el cuerpo, donde residen, para contener un mundo que se desborda… para que toda la energía sea trabajo y loa a Dios y a la Ley en su perpetua reproducción. Emily es plenamente consciente de las grietas, de las más hondas, por las que se cuela la intensa llama que alumbra su poesía, pero es difícil sostener tanta melancolía…

Acostumbrados a un dibujo simplificador que sitúa a la poeta mucho más en la esfera del padre que en la de la madre, como una solterona mística y contenida, ajena a las pasiones del mundo, constituye un hallazgo la mirada de Terence Davies. Porque Emily Dickinson ardía de amor, de un amor carnal y real que la fundía a ella toda en espíritu.

Violencia

16 lunes Nov 2015

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Agnés Mateus; Hostiando a M; violencia, performance; cabaret, Sala Hiroshima

Hostiando a M en blog Eva Muñoz

Anoche vi en la Sala Hiroshima -que descubro y celebro si lo de ayer marca el riesgo y el interés de las propuestas- “Hostiando a M”, de Agnès Mateus, un cabaret acerca de la violencia que nos rodea, según explica la autora e intérprete. Desde que escuché el nombre del espectáculo -¿quién no tiene ganas de dar un par de hostias a alguien, incluso a más de uno/a?- y la vi a ella en un tráiler con ese aire de personaje entre Tarantino y Almodóvar, o entre Uma Thurman y Rosi de Palma, supe que tenía que verla. Lo conseguí de casualidad, porque agotaron localidades.

A riesgo de ganarme un par de hostias por pedante, lo digo: “Hostiando a M” es iconoclasta, incluso subersiva, adrenalínica. ¿Causar malestar hoy? Difícil, pero Agnés Mateus lo logra. También provoca risa. Y el enorme placer de dar unas cuantas hostias aunque sea por delegación, de romper la vajilla contra el suelo, de pegar unos cuántos tiros (esto da miedo)… ¿Apología de la violencia? ¡No! Estallido de violencia, poner en escena lo que está bajo la alfombra, bajo la piel, tras de los muros, toda la grandísima violencia que a veces emerge de manera monstruosa y es aprovechada para reclamar el consenso, el consenso que permita seguir ejerciendo la violencia, otra violencia pero mucha violencia… Difícil hablar de esto precisamente en estos días sin que se te acuse de justificar lo injustificable.

El montaje de Agnés Mateus (cabaret, performance, monólogo, tutti inseme, qué más da, importa la gran plasticidad y eficacia del conjunto) no es perfecto, algunas de las reflexiones son poco elaboradas o caen en algunos lugares comunes, pero el conjunto es hermoso y demoledor, como ella misma, de una gran fuerza visual, con hallazgos llenos de inteligencia y sutileza en un escenario en el que estallan bombas. Como ese elocuente prólogo calzando rodilleras que provoca el desconcierto inicial para hacernos caer de bruces exactamente allí donde nos encontramos todos; ese embutirse en un asfixiante vestido de cinta aislante y convertirse en bomba sexual, sí, en objeto en serio riesgo de estallar bajo la mirada de los otros, los focos, los bisturíes, uf, ¡puro esperpento!; ese número musical “El trabajo nos hará libres”, el mejor y más duradero eslogan publicitario, que aquí suena en modo catarsis trash metal punk tras un número en un registro radicalmente contrario en la forma, sólo, como el que le sucede, donde asoma no ya la sensualidad (que no asoma, que es visible) sino la delicadeza, también, de esa potente mujer que hay en escena… Porque Agnés Mateus no da tregua, como no nos la dan a ninguno de nosotros. Al final, la basura bajo la alfombra, un perro de porcelana y sigamos para bingo… hasta el próximo estallido de violencia, no queremos héroes, ¿quién será el próximo mártir?

 

 

Cristina Núñez: Someone to Love. Reapropiarse del cuerpo y la mirada

09 jueves May 2013

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Una habitación propia

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autoficción, Cristina Núñez, cuerpo, Elías León Siminiani, film diaries, fotografía, Mapa, Someone to Love

Publicado en Transit

Artículo sobre el trabajo de Cristina Núñez, a partir de su montaje fotográfico Someone to Love. 

«Intuyo que el trabajo de la artista es poderoso porque vivimos en una cultura que se ha parapetado tras el signo, tras el lenguaje, los lenguajes, despegados del cuerpo. Una cultura racional y extraordinariamente mediada donde la expresión se aleja de la materia que la sustenta por la vía del dualismo y de la falsedad, de la corrección política, del miedo al dolor, a la expresión demasiado cruda. En suma, miedo a todo lo que significa el cuerpo desnudo y sin maquillaje».

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