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Eva Muñoz

~ Periodista y escritora

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Cine

Artículos sobre cine y películas escritos por Eva Muñoz

Luz de gas o el deplorable arte de enmudecer a las mujeres

14 lunes Abr 2025

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Filosofía, Libros

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Hélène Frappat; Luz de gas; gaslighting; George Cukor; Ingrid Bergman; feminismo

En su último libro, la ensayista francesa Hélène Frappat (París, 1969) desvela y analiza uno de los más poderosos mecanismos empleados para silenciar a las mujeres y que ha adquirido un nombre propio: el gaslighting o luz de gas, el mismo que da título al libro. A partir de la mítica película protagonizada por Ingrid Bergman y dirigida por George Cukor Gaslighting, la autora se acerca a distintos personajes femeninos, reales, ficcionales o mitológicos, para ver de qué modo sufrieron un intento de silenciamiento a través de la manipulación o el engaño por parte de sus pares masculinos. Hablo de todo ello en mi última colaboración para La Vanguardia.

Podéis leer el artículo entero más abajo o clicando aquí.

Las mujeres llevamos siglos construyéndonos como sujetos entre el silencio y la mistificación, entre la falta de voz o de crédito a nuestra voz en la esfera pública y las idealizaciones tramposas. En su último libro, la ensayista francesa Hélène Frappat (París, 1969) desvela y analiza uno de los más poderosos mecanismos que se han empleado para enmudecernos y que ha adquirido un nombre propio: el gaslighting o luz de gas, el mismo que da título al libro.

Dicho en corto, hacer luz de gas es engañar y manipular al otro para que quede a expensas de nosotros, carente de autonomía y voz propias. La palabra, y este es un detalle maravilloso, tiene origen en la película de 1944 dirigida por George Cukor y protagonizada por Ingrid Bergman Gaslighting (que aquí se tradujo como Luz que agoniza), y que a su vez se basaba en una obra teatral previa. Se trata de un término que ha hecho fortuna, desbordando el ámbito de las relaciones personales para pasar a describir la manipulación y la mentira como estrategia política tan característica de los populismos y autoritarismos de nuestros días. Tanto es así que, en 2022, el diccionario en línea estadounidense Merriam-Webster la declaró palabra del año, y hoy también está en el centro de la reflexión y las luchas feministas.

En su libro, Frappat no solo realiza un minucioso e interesantísimo análisis de la película para mostrar cómo opera el mecanismo y, muy importante, cómo revertirlo. Además, a partir de la obra de Cukor, la ensayista francesa se acerca a distintos personajes femeninos, reales, ficcionales o mitológicos, para ver de qué modo sufrieron un intento de silenciamiento a través de la manipulación o el engaño por parte de sus pares masculinos, de Alicia a Antígona, pasando por Helena o Casandra y deteniéndose en personajes de carne y hueso tan injustamente olvidados como Martha Mitchell. Esta moderna Casandra fue la esposa del fiscal general de Nixon y la primera que denunció el escándalo del Watergate, por lo que sufrió una auténtica campaña de luz de gas por parte de su marido y toda su camarilla política con el fin de desacreditarla y acallarla, estrategia que se vio reforzada por la complicidad de un sistema sanitario que la trató de alcohólica y desequilibrada. El “efecto Martha Mitchell” refleja el sesgo de género que ha existido en el diagnóstico psiquiátrico y sirve a la autora para denunciar de qué modo el sistema médico pero también Freud con la invención de la “histeria”, han sido cómplices de esta situación. Y es que esta “pseudoenfermedad” o falso concepto “desempeña un papel crucial en un gaslighting milenario que pretende despojar a las mujeres de toda autoridad”.

“La ironía forma parte de la comprensión”, decía Hanna Arendt. Y la ironía es también el mecanismo de supervivencia de la mujer a la que hacen luz de gas, dice Frappat a partir del análisis del film de Cukor. También Antígona se ríe muchos siglos antes. La autora se refiere a la tragedia de Sófocles como “el primer caso documentado en la literatura de una victoria individual contra el gaslithing”. Y es que cuando Creonte acusa a Antígona de loca: “te posee el mismo viento de la locura”, le dice, ella revierte la acusación, es decir, realiza una “apropiación irónica”, y le contesta: “¿crees que actúo así porque me he vuelto loca? Quizás seas tú el que delira”. La risa logra que la humillación, la duda, el terror y la vergüenza, ¡y no la voz de la mujer!, se desvanezcan. Ya lo dijo John Waters, el sentido del humor es un caballo de Troya en el vientre de la cultura dominante.

Annette

20 lunes Sep 2021

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura

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Annette; Leos Carax; musical

La última película de Leos Carax es ambiciosa y desequilibrada y adopta la forma de una fábula musical, donde la representación escénica tiene un peso esencial y donde realidad y ficción se confunden. La mayor parte de la acción transcurre en lo que parece ser una especie de noche perpetua.

Los arquetipos de la masculinidad y la feminidad es otro de los temas que abordo en La noche de Carax, título de mi última colaboración para la revista de cine y ensayo fílmico Transit. Podéis leerla completa aquí.

Parásitos (the devil is in detail)

16 lunes Dic 2019

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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¿Vio Bong Joon-ho la Viridiana de Buñuel? (apuesto a que sí). Porque yo anoche vi la santísima cena del cineasta español en la cena de la familia “okupa” del coreano. Brillante e inteligentísima me pareció “Parásitos”, empezando por el título, que responde a la perfección a la reflexión y escenificación acerca de las sociedades profundamente desiguales en las que vivimos, donde si unos poseen en exceso y otros están completamente desposeídos, el único modo de subsistencia de los segundos es parasitar a los primeros. Desde un punto de vista animal, punto de vista ineludible por otro lado, ese es el equilibrio al que conduce el sistema. Mientras, todos pero particularmente los huéspedes, somos depredadores del organismo superior que nos sostiene a todos. Por cierto que consultando acerca de la etimología de la palabra, ejercicio que os recomiendo practicar con asiduidad acerca de las palabras que usamos, descubro que parásito procede del griego “comensal”. En fin, qué deseable sería poder compartir el banquete sin necesidad de devorarnos, pero parece no logramos abandonar la selva. Y un último apunte. Entre los pequeños detalles altamente metafóricos o significativos que contiene la película (como el propio título) y que, de nuevo, nos resitúa en el reino animal, otro acerca del olor, elemento clave en esta tragedia, o el lugar espacial que ocupan los protagonistas del film que, por supuesto, son los parásitos y no los huéspedes, y que la cámara muestra con el movimiento de cámara que con tanta inteligencia y maestría abre y cierra la historia. Podría seguir pero  no voy a cobrar por esto, así es que paso a la producción a riesgo de tener que parasitar a alguien. En fin: ¡no os la perdáis!

An Elephant Sitting Still: un relato existencial

21 martes May 2019

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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An Elephant Sitting Still; D'A; Hu Bo

Probablemente fue la mejor película que pudo verse en la pasada edición del festival D’A de Barcelona y uno de los mejores films del año. Recogí la honda impresión que me causó en una crítica publicada en la revista de cine online Transit. Podéis leerla aquí.

An Elephant Sitting Still en blog Eva Muñoz

A propósito de Cold War

12 lunes Nov 2018

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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Cold War; Pawel Pawlikowski; amor

cold war en blog eva muñoz

Ayer vi Cold War, de Pawel Pawlikowski. Nada que reprochar. Al contrario, es una película impecable, bellísima. Bellísima es la fotografía, el blanco y negro, perfectamente justificado, muy adecuado a esa Polonia tras el telón de acero o al París canalla de los clubes de jazz de los años cincuenta y sesenta. Bellísimos son los protagonistas, conmovedores en su tragedia amorosa y personal. ¿Cómo no conmoverse ante cuerpos y rostros tan bellos? Hablo en serio, la belleza no es gratuita. ¿Cómo no conmoverse ante esa pareja tan atractiva y joven y deseante y tan torpe y desventurada (incluso un poco más, como su belleza) como todos nosotros para gestionar el amor? Hablo completamente en serio, aunque ironice. ¿Cómo no conmoverse ante esa cruel, arbitraria y ridícula invasión de la intimidad y de la libertad individual por parte del estado? El modo en que la aventura amorosa de la pareja protagonista resulta fatalmente condicionada por el devenir político de su país resulta profundamente conmovedor, y ahí ya no cabe ironía ninguna. Cómo algo tan frágil (y tan contundente a un tiempo), tan sujeto a sutiles equilibrios y desequilibrios como el amor, resulta violentado por algo de naturaleza completamente ajena, mucho más ciego y brutal que la voluntad de los protagonistas.

De hecho, los dos aspectos más notables de la película son esos: ver el modo en que las circunstancias históricas, la dictadura comunista en este caso, pueden llegar a invadir la historia personal (algo que es mostrado con naturalidad y sin subrayados), convirtiendo una pasión amorosa que podría haber resultado más o menos desventurada por esa dificultad que tenemos todos nosotros para saber amar bien, en algo trágico mucho más allá de nuestras limitaciones. El otro aspecto es justamente la ambientación histórica, que me parece impecable (ya me lo pareció en Ida, su anterior filme). En los pocos interiores y exteriores que necesita para construir un mundo, el cineasta ofrece lo que me parece una imagen muy convincente y verdadera de lo que debió ser la Polonia comunista en aquellos años: su color (o la ausencia de él), su atmósfera, y esa pronta deriva hacia el culto a los líderes, esa sustitución de la realidad por la fantasmagoría tan propia de los regímenes totalitarios o esa creación de una nueva élite, que aquí no estaba vinculada a la jerarquía económica sino a una nueva jerarquía de partido. Hay un tercer aspecto magnífico: el sonido y la música de la cinta, central además en la trama.

Y sin embargo, lejos como estoy de los treinta años y más bien cerca del final de los cuarenta, me doy cuenta de que toda esa conmovedora y al fin estéril pasión amorosa, ese fuego en el que los protagonistas consumen sus vidas, me conmueve, sí, pero me interesa más bien poco en estos momentos. Cerca del final de los cuarenta, me interesa más, cómo decirlo, el encuentro entre la realidad y el deseo o, más bien, entre el deseo y la realidad, de qué modo seguimos amando y deseando ante una realidad limitada por el tiempo y las circunstancias, por todo lo que ya sabemos, por la falta de belleza o una energía que ya no se derrocha impunemente como antaño… O tal vez siempre ha sido así y yo sólo ahora lo entiendo.

Regreso (o Ir sola al cine)

11 viernes Ago 2017

Posted by Eva Muñoz in Cine, Libros, Una habitación propia

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Cine; Natalia Ginzburg; A propósito de las mujeres

Natalia Ginzburg en blog Eva Muñoz

Hay un generoso proverbio, yogui, creo, que dice que no importa cuántas veces te pierdas, lo importante son las veces que eres capaz de regresar.

El aire, fresco, parece tan leve, hoy.

El mar de un azul lechoso, algo turbio, en la orilla, y color turquesa después, un milagro doméstico, en la Barceloneta. Me veía el cuerpo bajo el agua, que se movía como en un latido inmenso. Las cosas ocupando su lugar. La gravedad sólo en la tierra.

La otra tarde sobre la bicicleta, camino al cine. También el tiempo era grato, y leve, y todo lo demás afirmado.

Amo ir sola al cine. La primera vez que fui sola al cine tenía dieciocho años. Fue al cine Capsa. No recuerdo el título de la película, aunque sí que era francesa y que había una relación entre un adolescente, el protagonista, y una mujer madura (¿quizá su profesora?) en los años cincuenta, ¿quizá en alguna excolonia? La película, de la que recuerdo sobre todo la luz, me gustó. La experiencia de acudir sola al cine me pareció fascinante. Nunca he abandonado esa afición, que jamás me ha traicionado ni me ha decepcionado. He compartido maravillosas sesiones de cine con algunas amigas o amigos, con amantes, con parejas… Recuerdo estallar en carcajadas de forma totalmente extemporánea al inicio de un drama, con E. Por supuesto, he olvidado el motivo. Quizá por el drama. Recuerdo en especial desternillarnos de risa con una película reciente, también francesa, también un mes de agosto, una película extraña, entre la astracanada y el drama, y ser las únicas que nos reíamos en la sala, exageradamente, sin poder parar, como si tuviéramos la edad de los protagonistas adolescentes de la película… Uno nunca se ríe así en solitario, es cierto… Recuerdo, cómo no, la felicidad de compartir películas con mi hijo y conservo, sé que conservamos, sesiones memorables, como la mañana en que descubrimos juntos, este invierno pasado, Eduardo Manostijeras, o modestas pero inolvidables sesiones domésticas, como aquella en la que vimos El viaje de Chihiro o Los niños lobo… Y por supuesto descubrir que le gusta Cantando bajo La lluvia, Chaplin, Keaton… Sí, la noche en que me tumbó -¡qué felicidad, él resistió, yo no!- viendo El maquinista de la general…

Pero vuelvo a esa otra tarde sola, sobre la bicicleta. La extraordinaria sensación de libertad de la tarde disponible. Ir con tiempo, mejor; entrar sola en un bar, tomar una cerveza, mirar. Mirar. Ocupar sola la butaca, acomodarme como si estuviera en los brazos de un amante fiel y acogedor, mirar de soslayo o con descaro al resto de los ocupantes de la sala o no mirar a nada ni a nadie en absoluto, simplemente esperar a que se haga la oscuridad en torno, a esa seguridad a un tiempo fetal y festiva, al festival de luz y sonido estallando frente a ti, atrapándote, llevándote lejos, sorprendentemente tan lejos y tan cerca de ti al mismo tiempo… Porque sí, he vivido momentos de rara comunión, de milagrosa comunión leyendo y en interiores de museos, en estaciones de tren o en aeropuertos, en playas, campos, ciudades, ante la contemplación de obras de arte o inmersa en la vida… Recuerdo leer, ¡enferma!, La montaña mágica, no hace tantos veranos, y tantos otros libros… La otra tarde, un poema de Ferrater, en un bar… Pero la lectura es una amante mucho más exigente, debe hallarnos en una disposición de ánimo que uno no siempre tiene… El cine es el único que es capaz de hacerse cargo de mi dispersión, de mi disgregación a veces, de mis caídas en agujeros más o menos profundos. Por supuesto, cuando llego a casa, leo, además de ver películas, y me salvo un poco más, o me voy de viaje y siempre vuelvo con las manos llenas… El otro día, releí este texto, a propósito de agujeros. Es un texto de la Ginzburg, una de mis escritoras favoritas, maravillosa, tan personal e inconfundible. Se llama A propósito de las mujeres y habla de agujeros, de esos agujeros en los que caemos nosotras. Sí, nosotras. No ellos. Un día, queridas, todas las que me leáis por aquí o fuera de aquí, a las que yo leo, tenemos que hablar de este texto, y de esos agujeros. Porque yo no sé exactamente qué cosas importantes tenemos que hacer, pero la vida, esta de ahora, este escrito, es importante. Sin duda.

Entra una hermosa luz a través de las puertas abiertas de mi balcón. Luz de sol que atraviesa nubes oscuras. Son las nueve de la mañana. Viernes.

La otra tarde, por cierto, en la sala oscura me esperaba Estiu 1993, de Carla Simón. Maravillosa película, maravillosa protagonista de la estirpe de la niña Ana Torrent, perfecta sensibilidad para capturar la complicidad infantil, la morosidad del verano… y ese estallido final.

Tanztraüme

13 lunes Feb 2017

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Teatro, Una habitación propia

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Tanztraüme; Pina Bausch

Anoche fui feliz durante la hora y media que duró la proyección de Tanztraüme en la Filmo: un docu de Anna Linsel y Rainer Hoffmann que recoge la puesta en escena por adolescentes de 14 a 18 años sin experiencia de baile del proyecto de Pina Bausch Kontakhof. Un ensayo a través del cuerpo y la emoción acerca de las relaciones entre hombres y mujeres, el amor, la violencia, la fragilidad, la seducción… Cuánta emoción, belleza y creatividad! Arte ‘popular’ pero ‘exigente’ a un tiempo: la demostración fehaciente de que tal cosa es posible. La danza como experiencia artística autotransformadora y vivencial. Grande! Energético y contagioso. Cielos: algo así debería ser un servicio público!!

A propósito de Arrival y Toni Erdmann

29 domingo Ene 2017

Posted by Eva Muñoz in Cine, Una habitación propia

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Arrival; Tonni Erdmann

Dado cómo está el patio doméstico y el (des)concierto internacional, no sé si llamar a los heptópdos de la doctora Banks o a Toni Erdmann y su repertorio trash. Una cosa parece clara: atrapados como estamos en este sistema que algunos definen precisamente porque “no hay afuera”, hay que buscar algún modo que nos permita salir y llegar de nuevo, tenga ese extrañamiento forma de alienígena o de sujeto de aspecto perfectamente asimilado pero que gracias a una peluca, dientes postizos y una extraordinaria capacidad para la extemporaneidad, nos ayude a recuperar la mirada sobre nosotros mismos. Buen domingo y buen cine!

Arrival en blog Eva Muñoz

Toni Erdmann en blog Eva Muñoz

 

Paterson

11 domingo Dic 2016

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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Paterson; Jim Jarmusch

Hay algo en Paterson, el protagonista de la película de Jarmusch -un conductor de autobuses, exmarine y poeta-, de labrador, de hombre de campo: esa perpetua rutina a través de la que avanza su vida y la película que aquí carece de cualquier connotación negativa, al contrario, parecería que es la que le permite observar la vida y sus ritmos. Jarmusch ha construido un precioso “cuento de Navidad”, una película tan espiritual (que no religiosa) como cotidiana. Y pienso que nuestras vidas, no por elección cada vez más caóticas, nos alejan de la posibilidad de sentir ese discurrir del tiempo y sus mutaciones, haciéndonos sentir simplemente viejos y vacíos. En fin, queridos, es domingo por la tarde…

Heridas de melancolía y de belleza

30 domingo Oct 2016

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, poesía, Una habitación propia

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A quiet passion; Terence Davies; Historia de una pasión; Emily Dickinson

a_quiet_passion en blog Eva Muñoz

El agua se aprende por la sed;

la tierra, por los océanos atravesados;

el éxtasis, por la agonía.

La paz se revela por las batallas;

el amor, por el recuerdo de los que se fueron;

los pájaros, por la nieve.

Emily Dickinson

La belleza de A Quiet Passion (Historia de una pasión) hiere. Heridas de imposibilidad de absoluto y de melancolía. Así están las mujeres de A Quiet Passion. Así están Emily Dickinson y su madre: una presencia, la de esta última, que en su casi mudez, casi habitante del mundo de las sombras o de los muertos, me parece determinante. Y hay un momento en que habla que es para mí crucial: cuando evoca la maravillosa voz de aquel muchacho que murió a los diecinueve años y cantaba en la iglesia. Se diría que aquella mujer quedó anclada en aquel instante. Su emoción, su hálito vital, ella entera, quedó allí, y lo que sigue entre los vivos es apenas una cáscara… Desconozco absolutamente la intención de Terence Davies. No soy más que una lectora reciente y aún poco conocedora de Dickinson. Pero para mí ahí reside la clave de la película, ese es el momento que me permitió entender el drama de esas mujeres, de Emily, de su madre: la imposibilidad de absoluto, sea este Dios o el Amor. Su ausencia en esta vida. O, tal vez, su evanescencia, su estado de perpetua promesa, su pertenencia a un tiempo que nunca es presente… y la consiguiente melancolía que en ellas, en ella, Emily, un ser extremo, deviene insoportable. Más aún cuando se ha confinado a todas esas mujeres fuera del cuerpo (a toda la sociedad, en verdad, pero siempre es en ellas en quienes recae la responsabilidad de velar por el mantenimiento de la cosas: el hogar, las normas, la cultura…), pues aunque los misterios del amor (o los de Dios) son del alma, un cuerpo es el libro en que se leen.

Ellas dos, madre e hija, son el otro rostro del imperio de la ley del padre: ese mundo victoriano, ascético, aplastado por el absoluto de Dios, de la ley, del rigor, que pretende contener las pasiones y el cuerpo, donde residen, para contener un mundo que se desborda… para que toda la energía sea trabajo y loa a Dios y a la Ley en su perpetua reproducción. Emily es plenamente consciente de las grietas, de las más hondas, por las que se cuela la intensa llama que alumbra su poesía, pero es difícil sostener tanta melancolía…

Acostumbrados a un dibujo simplificador que sitúa a la poeta mucho más en la esfera del padre que en la de la madre, como una solterona mística y contenida, ajena a las pasiones del mundo, constituye un hallazgo la mirada de Terence Davies. Porque Emily Dickinson ardía de amor, de un amor carnal y real que la fundía a ella toda en espíritu.

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