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Eva Muñoz

~ Periodista y escritora

Eva Muñoz

Publicaciones de la categoría: Una habitación propia

Una habitación propia de Eva Muñoz

Textura / Trama / Abstracción

16 domingo Mar 2014

Posted by Eva Muñoz in Arte, Cultura, Una habitación propia

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estrany-de la mota, Fede Montornés, Gonzalo Elvira, José Antonio Hernández-Díez, José Damasceno, Meyer Vaisman, Patricia Esquivias, Sara Ramo, Textura/Trama/Abstracción, Wilfredo Prieto

Estrany de la Mota en blog Eva Muñoz

Tres categorías formales: textura, trama, abstracción. ¿Seguro? ¿Qué es una textura sino un tejido, un texto, una narración? ¿Qué es una trama? Lo más interesante de la exposición comisariada por Fede Montornés que se inauguró ayer en la galería Estrany de la Mota es su permanente y espontánea fuga hacia la narratividad a partir de un planteamiento puramente (o tal vez sólo en apariencia) formal. Una fuga íntimamente vinculada a la naturaleza orgánica a la que remiten las formas y los materiales.

Es una propuesta valiente y muy oportuna esta concepción abiertamente formalista, en un momento en que la supuesta o aparente democratización de la expresión artística tiende a reducirla a experiencia de producción y consumo, a práctica fuertemente vinculada a la definición del yo pero más desde una perspectiva de autocontrol y sometimiento a la moda que de ejercicio de libertad e indagación.

Sin embargo, lo que realmente me ha interpelado de la propuesta de Montornés es que, de algún modo, todas aquellas obras y, desde luego, todas ellas vistas en su conjunto, no hacían sino recordarme, desde la abstracción, que somos seres narrativos. Que precisamos de la creación de narraciones (tramas) que nos sostengan y doten de sentido a nuestra experiencia.

Nos las construimos desde luego con la ropa que vestimos (José Antonio Hernández-Díez), pero también la sucesión de delgadísimos trazos verticales, horizontales y oblicuos alternando el color rojo y negro de los cuadros de Gonzalo Elvira que nos remiten a un código binario, a un sistema de cómputo, contienen una narración en ese afán por registrar el tiempo. Y a su vez, esta última tentativa y la forma gráfica que adopta, sugieren al espectador distintas narraciones, alguna de las cuales podría incluso coincidir con la que el artista nos relata a un grupo de asistentes: que esos dibujos dan forma a una lectura, a un trabajo de investigación de índole personal que parte del descubrimiento de un paralelismo entre los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona y otros acaecidos en Buenos Aires, ciudad de la que viene y a la que fueron a parar anarquistas de muy distinta procedencia y que han dejado el color de sus banderas en esos trazos, como el número de las leyes que los condenaron o el cómputo del tiempo que pasaron en prisión… Pero nada de eso importa, es decir, todo eso le importa a Gonzalo Elvira y a los protagonistas de aquellas historias y nos concierne a todos, claro, pero lo que de verdad importa es hallar nuestra propia conexión con esas líneas delgadas como individuos vistos desde muy lejos, dese cualquier otro tiempo o lugar…

La escritura, también el trazo del artista sobre una superficie, es siempre una forma de (re)conocimiento. El persistente trazo de Meyer Vaisman tras lo que parecen marcos de puertas y ventanas y que semeja la trama de un tejido, no es sino su firma mil veces repetida en una incesante búsqueda de reconocimiento, probablemente propio y ajeno, lo que a su vez se abre inevitablemente a la narración de su vida, de su circunstancia… o a la de cualquiera de quienes observamos esa búsqueda.

Narraciones hay también tras los remolinos que succionan las fechas de los calendarios de Sara Ramo o tras esa falda, cabellera o pubis tejido por con tiras de las omnipresentes noticias de economía del periódico, tras los trazos que parten de distintos puntos pero reiteradamente confluyen en uno solo de José Damasceno, y en la huella que queda en lo que parece el mantel de papel de una fiesta infantil de cumpleaños (José Antonio Hernández-Díez). También esos mosaicos de Patricia Esquivias me parecen una suerte de modestos diarios personales en los que, pieza a pieza, va dando cuenta de algo, va componiendo una trama que dé a ver el paso de los días, deja un rastro que persista.

El rastro, la necesidad de pautar el espacio, el tiempo, se expande hasta el suelo de la galería (Wilfredo Prieto)…

Encuentro Albor nº 5

22 miércoles Ene 2014

Posted by Eva Muñoz in Cultura, Una habitación propia

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Albor, David Casassas, Jean-Yves Bériou, Misael Ruiz Albarracín, Sandra Pareja

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Lejos aún la primavera, traigo estos versos de Misael Ruiz Albarracín:

LA OPULENCIA en todas sus formas:

la humilde, del jardín,

un pedazo de queso, unos pocos

amigos y un árbol que dé sombra;

la de los dones del cuerpo

y el mundo, la carne rebosante,

las flores que se abren, los manjares

que son festín de la muerte;

la de la mente chispeando entre

dos ideas, una sílaba

que remite como un rayo subterráneo

a todas las palabras de un hombre;

la del silencio y el vacío, la del

aire que apenas se mueve,

la del olvido, la de la vida

sin huella, la de lo nunca dicho

(opulencias)

No lo conocía. Lo escuché el jueves en el Encuentro Albor nº 5: esas veladas de poesía o narrativa que organiza con tan buen hacer Sandra Pareja, también poeta.

Dijeron sus versos Misael, Jean-Yves Bériou y David Casassas. A Casassas no lo escuché, llegué tarde.

Me gustó mucho Misael. Y fue emocionante oírlo recitar. Su poesía despojada, esencial y carnal a un tiempo, la transparencia que se adensa de vida y se estremece.

Luego Jean-Yves, en un registro tan distinto, evocó con grandísima intensidad aquel paisaje de muerte amarillo, arrasado por el sol… Qué curioso, la muerte que en Gamoneda adopta los colores blanco y negro del frío y del luto castellanos en el poeta que lo vierte al francés se presenta con una forma y un color tan distintos y, sin embargo, ahí, en esa violenta certeza se encuentran…

Y nada más. Leerlos. Ya es muy osado lo que he dicho hasta aquí. Pero léanlos. No hay duda en ello: les alcanzará la intensidad.

Visita a una exposición

19 domingo Ene 2014

Posted by Eva Muñoz in Arte, Cultura, Una habitación propia

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estrany-de la mota, hans-peter feldmann, projectesd, Sergi Aguilar

 

Exposición Sergi Aguilar en blog Eva Muñoz

No sé qué fue. Llegué completamente virgen. Por no saber, no sabía ni el nombre del artista cuya exposición iba a ver. Sencillamente, había quedado allí con F. y sentía curiosidad. Bendita curiosidad. Como no conocía a nadie, salvo a F., que hablaba con amigos o conocidos, pude dedicarme tranquilamente a ver lo que se mostraba, primero sin acompañamiento de ninguna clase, luego con la dosis justa de alcohol que, digámoslo así, derriba barreras a la asociación libre. O tal vez simplemente proporciona una agradable y particular distorsión.

Lo cierto es que me sentí bien. De pronto sentí una gran simpatía, cariño, incluso, por la persona que había hecho aquel trabajo, por el artista, vaya. Digo que no sé qué fue y no pretendo que esto constituya ningún tipo de crítica de arte. Esto es mi cuaderno. Mi diario. Por algún motivo que desconozco sentí que quien había construido y dispuesto aquellos objetos y fotografías en aquella sala trataba de cuidarse, cartografiaba de algún modo el espacio, el espacio a habitar, este espacio inhóspito en el que andamos, lo reconocía, lo humanizaba. Sí, no era tanto una cuestión de reconocer como de humanizar, de hacer del entorno algo que cuide y no que agreda. Y ahí, en ese trabajo de cuidarse, no desde el estéril egoísmo contemporáneo sino desde el reconocimiento de la fragilidad propia y de todos nosotros, es donde sentí una honda simpatía, proximidad, por el creador de aquel mundo precario.

¿Fue el uso de un material como la escayola, como me sugirió F., lo que disparó esa percepción del cuidarse en mi interior? Es probable, ¿por qué no? Pero eso, creo, tendría mucho sentido. Y el tamaño de aquellos suaves montículos blancos, la dimensión de todo, en verdad, la pequeña escala, la delgadez de los hilos, la equilibrada disposición de planos y secciones en la pared, y aquella suerte de refugio endeble, de pequeña dimensión también, una maqueta, a escasos centímetros del suelo, que automáticamente me trajo a los labios el título de aquella película, Take Shelter. Pero esto no era un refugio nuclear construido por un hombre neuróticamente asustado. Aquí había alguien tratando de evitar aquel abismo.

El artista es Sergi Aguilar y la galería es Estrany – de la Mota, de donde procede la fotografía de más arriba. Luego acudimos a otra exposición apenas unos números más arriba o más abajo en el mismo pasaje con naranjos del Ensanche. Allí había otra exposición en miniatura, radicalmente distinta, muy bella: una serie de sellos que reproducían desnudos femeninos de grandes pintores dispuestos en una hilera a lo largo de tres de las paredes de la sala de la galería ProjectesD. Me dijo F. que el autor de la obra, Hans-Peter Feldmann, suele llevar a cabo este tipo de trabajos a partir de series de objetos lo que, en su radical diferencia con lo que acabábamos de ver, me hizo traerlo, no obstante, hacia el mismo territorio sensible, pues aquella colección del artista me transmitía esa misma idea de construirse un espacio propio.  Y pensé que en este tiempo precario e inhóspito en el que vivimos, el arte puede o necesita sin duda expresar el dolor y el desasosiego que ello produce, pero también, por fortuna, algunas maneras de sostenerse.

 

Impresiones de salas navideñas

08 miércoles Ene 2014

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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blue jasmine, breaking bad, cine, la vie d'adèle, the counselor, walter mitty

Estas Navidades he ido al cine. He visto The Counselor, La Vie d’Adèle, Blue Jasmine y La vida secreta de Walter Mitty. Y tengo pendiente una nueva cita con Fassbender, que repite a las órdenes de Steve McQueen. Impresiones: Pese al prometedor tándem Ridley Scott – Cormac McCarthy, el mejor cine de acción sigue estando hoy en las series de televisión. The Counselor no está a la altura de Breaking Bad, quizá porque carece de personajes con el carisma de Walter White, su impagable esposa, su cuñado o la mujer de éste. Es cierto que las series ofrecen mucho más espacio para construir esos personajes, para permitirles giros (como la otrora moral señora White reconvertida en blanqueadora del dinero de su esposo, ejecutando su nuevo papel con un celo rayano en el desquicie, al extremo de que el tándem, de una situación dramática evoluciona a una que a mí me resulta casi de ópera bufa, pura astracanada). Ese giro del guión y de los personajes, por ejemplo, que siempre asoma y de pronto se deja ver en distintos momentos de la serie, es una de las marcas de la maestría de la serie de Vince Gilligan: esa facilidad para el cambio de registro, del drama, del horror, al humor más o menos negro. No, The Counselor carece de esa flexibilidad y esa riqueza, de esa capacidad para la sorpresa genuina: nada sorprende, todo es demasiado homogéneo, todo va permanente y constantemente en serio, aún a pesar del histrionismo de personajes como el de Bardem, incluso del de Brad Pitt. Pese al despliegue de recursos fílmicos resulta una película aburrida y poblada de estereotipos, remedos de otros personajes o de sí mismos (Bardem) o de personajes algo pálidos (Fassbender). La comparación no es nada ociosa. Tengo la impresión de que The Counselor va demasiado a la zaga de la serie. No de un modo burdo o descarado, no en su trama, pero si en su aliento, su estilo y hasta su geografía, y no despega, ni de la serie ni de sí misma. De hecho, el cameo de Dean Norris (Hank Schrader, agente de la DEA y cuñado de Walter White) al final de la cinta de Ridley Scott, no hace sino confirmar el tributo.

breaking bad en blog Eva Muñoz

The Counselor en blog Eva Muñoz

De la aclamadísima La Vie d’Adéle, de Abdellatif Kechiche, me quedo con Adéle: tan sensible, tan entregada y sincera, tan bella,  y con la interpretación de Adèle Exarchopoulos. Fuera de ella, que resulta realmente excepcional, la película es sólo correcta, aunque tal vez la película sea ella, pues no es sino la vida de Adèle, los dos primeros capítulos de su vida, según reza el título completo, su adolescencia y su primer amor (y desamor), su paso de la adolescencia a la vida adulta, con la herida que ello comporta. Por cierto que un elemento que me interesó mucho fue ver al personaje de Léa Seydoux comportándose como un auténtico machito ante la infidelidad de Adèle: egótica y despiada. Su egotismo no puede tolerar el engaño, le hace sentirse terriblemente insegura, pese a que una intuya que ella le ha sido infiel a Adèle primero (sino en cuerpo, en alma, desde luego, ya la ha abandonado), que ya no quiere esa relación de pareja porque necesita tener a una supuesta igual: un espejo en el que contemplarse, y que, aunque no sea de modo consciente, está utilizando esa infidelidad para librarse de ella, porque ella ya ha elegido otra pareja y otra vida aunque Adèle aún no lo sepa.

La Vie d'Adèle en blog Eva Muñoz

También adoré a Jasmine, la protagonista de la última entrega de Woody Allen. Y a Cate Blanchet, desde luego, que dota a su personaje de un encanto que no veía desde actrices clásicas como cualquiera de las Hepburn. Jasmine es adorable a pesar de, o precisamente por, ser tan terriblemente superficial, mentirosa… ¡pero lo es tan sincera y felizmente!, sin complejos ni complejidades… aparentes. Porque la falla emerge, ya no cuando su marido se arruina (es uno de esos terroristas financieros que nos han hundido a todos), ni siquiera cuando le es infiel (lo ha sido siempre), sino cuando decide abandonarla como esposa. Porque eso es lo que ella es: la perfecta esposa high class, un bien de consumo de lujo, el complemento que todo hombre poderoso precisa a su lado. Por eso, cuando su marido le anuncia que la deja por una jovencita entra en crisis: una crisis de identidad. Y el modo cómo Blanchet sabe hacer convivir a la esposa perfecta y millonaria y ligera como las burbujas de champán y a la mujer a la que se le ha venido encima toda la tramoya, el modo en que esa especie de Mrs. Hyde emerge en medio de la calle o de una conversación o bajo la ducha sin apenas transición es prodigioso; como es acertado el modo en que Allen construye y hace avanzar toda la película, yuxtaponiendo, de forma simple y sin sofisticación, así como en la realidad acontece, tiempos y parejas: el auge y la rotunda caída, el lujo y la falsedad y endeblez que lo sustenta, en una película que es mucho más gestual que reflexiva, como la propia época que retrata, y que entrega una mirada poco amable acerca de la naturaleza humana y la persistencia de nuestras tendencias e inclinaciones.

blue jasmine en blog eva muñoz

Mucho más halagüeña es La vida secreta de Walter Mitty, dirigida por Ben Stiller: una verdadera y gratísima sorpresa, una película felizmente enamorada del cine, del espectáculo, de la sorpresa, de la necesidad de soñar y de darse la oportunidad de realizar los sueños… En fin, de todas esas cosas tan americanas pero llevadas aquí a la pantalla con una gran frescura y mucho talento para la comedia y para el cine. Una película -esta nueva adaptación de un relato breve devenido en clásico- que contiene una abierta crítica nada sesuda (ni pretendidamente) a la virtualidad y a estos tiempos fagocitadores de procesos, oficios, personas y empresas… Por cierto que me encantó el look que regala a los tres tipos listos (es un decir) que van a manejar la transición hacia la versión digital de la mítica revista “Life” (nótese, por favor, la forma abierta y descarada en que se presentan aquí los juegos y los “recados”): gafapastas, con barba poblada e impecable traje sesentero y jerga marketinera. Sí, la verdadera plaga de hoy, disfrazados de modernos pero los auténticos mantenedores del statu quo: que todo cambie para que todo siga igual. Porque, ¿no se lo había dicho?, empiezo a detestar ese look y a los hombrecillos que lo gastan.

walter mitty en blog eva muñoz

Postales de agosto

01 domingo Sep 2013

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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Barceló, Barceloneta, Coney Island, Eduardo Lago, Giacometti

Postales de un verano urbano.

Domingo, 11 de agosto

La Barceloneta en Eva Muñoz blog

Nunca he estado en Coney Island, a pesar de haber estado un par de veces en Nueva York. Víctor, un amigo que vivió una temporada allí me dijo, cuando conoció la Barceloneta, que le recordaba a Coney Island. Me pregunto si a la Coney Island real o a la literaria. Como no conozco la real, para mí las dos son la misma cosa. La Coney Island literaria es una playa popular. Y sí, la Barceloneta también lo es, además de ser una playa al final de la ciudad, y ahora tiene un paseo de tablas de madera en uno de sus tramos.

Este verano me he reconciliado con la playa de la Barceloneta, con la que es desde la operación urbanística que arrancó con las Olimpiadas del 92 y que “abría la ciudad al mar”. Apenas alguna vez en los últimos años me había bañado en el mar en la playa de la Barceloneta. Detestaba su arena basta y polvorienta como la que se emplea en las obras, sembrada de basura y atestada de turistas, el agua turbia. Todo ello bajo un sol implacable que me parecía derretir los cuerpos en una amalgama sucia.

La sorpresa ha sido encontrar este año, en los días en que hay pocas olas, el agua transparente; fijarme en que, además de los turistas, a la playa acudimos muchos de los que vivimos en la ciudad, aún. Le hablo hace un momento a Trevor de mi reciente e inesperado hallazgo y me dice que sin duda es obra del alcalde Trías, y me río imaginándome al alcalde -el hombre dotado de una de las voces más feas y ridículas que conozco- dragando la playa a pleno pulmón en su enloquecido afán por convertir Ciutat Vella en una “ciudad de vacaciones”, lo que, según mi amigo, requiere una playa limpia, y no el desaguadero urbano con que contábamos. Disfruto pues de rebote de esta playa que no es para mí.

Es Eduardo Lago quien me lleva a Coney Island. Leo su novela Llámame Brooklyn, magnífica, sentada en la terraza del Santa Marta, frente al mar. Un año más y estoy de nuevo sentada en el Santa Marta. Escucho las conversaciones de los vecinos, pero ésta de hoy no me interesa (por eso, cuando transcribo estas notas, ni la recuerdo).

En el extremo derecho de la playa, entre el Club Natación Barcelona y el hotel Vela, el agua estaba hoy transparente, sin apenas olas. No había una sola nube en el cielo y el mar tenía un profundo color azul a lo lejos, que se aclaraba en turquesa y verdoso conforme acercabas la vista a la orilla. Lo surcaban veleros blancos, surfistas remando sobre sus tablas, una moto acuática que rompía la calma. Al fondo, a veces, un trasatlántico aparecía en el campo de visión por la derecha, una golondrina cruzaba el cuadro de izquierda a derecha, de regreso al puerto. Me he dado un largo baño. La brisa era dulcísima. Veía mi cuerpo bajo el agua y, muchos metros más abajo, el fondo de arena ondulado.

Sigo leyendo en la terraza del Santa Marta. El camarero guapo, el moreno de pelo rizado y labios gruesos, sigue trabajando aquí. Acaba de llegar. Ha recogido la sombrilla a mi izquierda, ha coqueteado con una clienta, no conmigo. Son las seis de la tarde.

Jueves, 15 de agosto, gradas del hotel Vela

Contemplo los dos lienzos, el del mar y el del cielo, desde aquí. El mar bullente y vivo, intensamente azul, salpicado de algunos barquitos blancos, veleros que a esta distancia son como los dibujan los niños, graciosos triangulitos. El cielo pálido a causa de las nubes, que hoy son bastantes, de la neblina.

Viernes, 16 de agosto

Bar El Born – Miro al hombre joven y delgado que toma su café con leche acodado en la barra y luego sale a la puerta a fumar un cigarrillo. Aún no ha alcanzado los cuarenta, aún le favorece el mal dormir, la camiseta de interior y el pantalón bermuda arrugado, las alpargatas… mientras mastica el sueño y el cruasán, con voluptuosa indolencia, a las cuatro de la tarde. Tenía, cuando era joven, predilección por lo hombres flacos, andróginos, de perfiles afilados.

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En casa – No lo sabía. Nunca había reparado en ello y ahora lo hago. La casa en la que vivo, en la que llevo viviendo catorce años, es la casa en la que he vivido más tiempo en mi vida. Cuando la miro a lo largo, en penumbra, desde mi cama -la vista me alcanza hasta el balcón abierto frente a los vitrales de la iglesia, en el otro extremo-, me parece un barco. Y me gusta. R. y yo la abandonaremos pronto. Nos mudaremos. Qué bonita posibilidad: mudar, por mor de cambiar de casa. La constatación del tiempo transcurrido me hace sentir vieja, como la juventud del camarero, del chico acodado en la barra. Oh, pero ellos no son tan jóvenes. Todos prolongamos hoy nuestra juventud. Es una distancia perfectamente franqueable de forma transitoria.

Domingo, 18 de agosto

De nuevo en “el confín”, en las gradas detrás del hotel Vela. El viento sopla hoy un poco más fuerte. El mar moteado de gaviotas. Un hombre navega, con un remo, sobre una tabla de surf. Hace no mucho tiempo, creo, que se ha puesto de moda este deporte. Es hermoso ver las figurillas delgadas en la distancia, remando sobre la tabla. Recuerdan esas figuras esbeltas, apenas unos trazos simples su silueta, de las pinturas africanas de Barceló, los individuos de Giacometti. Parecen tan frágiles, tan precario su equilibrio. Una perfecta metáfora de todos nosotros en nuestras vidas.

La Barceloneta en blog Eva Muñoz

¡Espléndido Cinema en curs! Un gran programa de pedagogía del y desde el cine

27 jueves Jun 2013

Posted by Eva Muñoz in Cine, Cultura, Una habitación propia

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cine, Cinema en curs, pedagogía

¡Abajo el informe Pisa! Eso es lo primero que me vino a la cabeza cuando oí a un escolar catalán de unos diez o doce años hacer, en público, el siguiente comentario: “Me ha llamado la atención el carácter pictórico de uno de los primeros planos del film, la composición del cuadro”. El comentario se lo hacía a otros niños de su edad, autores del film en cuestión. Y no era la única observación o pregunta que denotaba una notable educación por parte del escolar que la formulaba. En las dos horas que estuve sentada en una de las butacas de la sala Chomón de la Filmoteca de Catalunya el pasado 28 de mayo, tuve ocasión de escuchar por boca de una docena de adolescentes y preadolescentes muchos comentarios y preguntas de la misma categoría, más sofisticadas (como la citada) o más sencillas, pero todas igual de pertinentes y bien formuladas. El contexto: la proyección de los films realizados en los talleres anuales del programa Cinema en curs. Aunque quizá lo más sorprendente (pero discreto por su naturaleza) y prometedor, fuera observar cómo más de un centenar de chavales se mantenían atentos y en escrupuloso silencio durante aquellas dos horas –durante las seis horas que duró la proyección completa, de hecho.

pfinal_cinemaencurs_4. Más niños presentan peli en filmo en blog Eva Muñoz

Cinema en curs. Presentación Filmo contraplano en blog Eva Muñoz

“Queríamos poner en marcha un programa de pedagogía del cine y a partir del cine», dice la cineasta Núria Aidelman, impulsora y codirectora, junto con Laia Colell, de Cinema en curs, una iniciativa que arrancó en 2005 y en la que este año han participado más de mil ochocientos niños y jóvenes de entre tres y dieciocho años de escuelas e institutos públicos de toda Cataluña, además de algunos centros de Galicia y Córdoba (Argentina), que se han sumado en los últimos años. La idea es “acercar a niños y jóvenes el cine como arte, como forma de creación y cultura, y explorar las potencialidades pedagógicas de la creación cinematográfica”. En un contexto cultural en que el audiovisual es el lenguaje dominante, no parecería que hubiera que insistir demasiado en la pertinencia de un programa de estas características. Lo cierto es que las líneas de subvención con las que se financia el programa están desapareciendo.

Cinema en curs 2. Dos niñas, dirección cámara y foto fija en blog Eva Muñoz

Ésta y las siguiente fotografías de rodaje proceden de los talleres de Córdoba (Argentina).

Transversal

Los talleres son la actividad central en la que se concreta el programa. Se articulan a partir del vínculo entre ver y hacer cine, con el convencimiento de que “la experiencia de la creación es fundamental para formar espectadores activos, sensibles, críticos y creativos”. Los imparten de forma conjunta los profesionales del cine asignados a la escuela -que trabajan de manera estable en el centro durante todo el curso escolar- y miembros del equipo docente. Cinema en curs se desarrolla dentro del horario lectivo, no como una actividad extraescolar. Este aspecto parece importante puesto que traduce la confianza de sus responsables en el potencial pedagógico del programa y en su transversalidad a la hora de abordar contenidos y competencias escolares. Los talleres permiten no sólo abordar desde el registro audiovisual muchos contenidos curriculares sino diferentes competencias: desde el trabajo en valores a “aprender a aprender”. Además, Cinema en curs trabaja en otras dos líneas: la formación del profesorado y el desarrollo de los recursos y metodologías necesarios para la transmisión del cine, que son extensibles a otras materias educativas. Son metodologías siempre basadas en el tándem ver – hacer, es decir, de algún modo, en la pareja observación – acción, teoría – práctica, interiorizar – exteriorizar… Esto es: aprendizaje experiencial y activo.

Vivencial

“Sí, sorprende encontrar a un grupo de chavales de esas edades capaz de estar atento y en silencio durante tantas horas, respetando escrupulosamente las reglas del juego”, afirma Aidelman. Y es que, de pronto, “lo que allí sucede es verdad”. Y esa cualidad se traduce en una “intensidad” que era palpable en la sala. A mí me alcanzó. La escuela, vienen a decir los chavales a su manera, es un simulacro. O lo que vendría a ser lo mismo: el conocimiento que no se vivencia, es conocimiento ajeno, muerto. “En cambio, en los talleres ellos tienen un papel muy activo”. Se ejercitan en aprendizajes muy importantes y para los que con frecuencia en la escuela hay poco o ningún espacio, como la toma de decisiones. La práctica cinematográfica es un ejercicio de decisión constante. También es distinto el tempo con el que se trabaja. Se pone en práctica la lentitud, la repetición. En las escuelas, es lógico, los tiempos que se dedican a las tareas están muy predeterminados, y apenas se practica ya la repetición. “Aquí se aprende a avanzar lentamente, y a avanzar repitiendo”, relata Núria. Además, la entrada en escena de un profesional externo al ámbito escolar es algo que les resulta muy estimulante y les genera muchas expectativas, es decir: ganas de aprender y disposición a esforzarse. Y “los niños suelen estar a la altura de las expectativas”. Si el reto les estimula y lo hacen propio, no repararan en esfuerzos y energías. “Somos los adultos quienes no siempre estamos a la altura”.

Cinema en curs 10. Panadería en blog Eva Muñoz

Otras dinámicas

En los talleres, los niños también se ejercitan en dinámicas de funcionamiento en grupo distintas a las habituales. Por ejemplo, se pone el acento más en el “compartir” que en el “competir”. Ello se manifiesta en la importancia que adquiere el reconocimiento del trabajo de los otros. Se desarrolla la empatía. Desde el momento en que se sabe, porque se ha experimentado, que todo el mundo se ha esforzado por sacar adelante lo mejor que el grupo ha sido capaz de dar, se observa con complicidad y respeto el trabajo de los otros. En cuanto al proceso de preparación de los cortometrajes que se realizan, las decisiones suelen tomarse por consenso, no por votación. Eso obliga a ejercitarse tanto en la consideración de los puntos de vista del otro como en la argumentación de los propios. En cuanto a la metodología de trabajo, trata de hallar un equilibrio entre lo individual y lo colectivo, algo en lo que, de nuevo, la práctica cinematográfica es un buen referente. En todo caso, y en cuanto a la asunción de los distintos roles que el proceso de realización de la película entraña (dirección, cámara, sonido, foto fija, script, montaje), se hace de modo rotativo. “Se trata de dar la oportunidad a todos los chavales de ponerse al frente de un equipo y dar indicaciones”, algo que, de modo espontáneo, muchos no harían. Luego, se procura también que exista la oportunidad de repetir, de modo que cada uno elija aquello más acorde con sus gustos y personalidad.

Cultura audiovisual

Cinema en curs trata de mostrar, en la práctica, que el cine, la imagen, puede ser algo más que un mero objeto de consumo. No se trata de hacer pedagogía audiovisual en el sentido más convencional que trata de enseñar a los niños algunas claves de la sintaxis audiovisual para ponerlos a salvo de la manipulación publicitaria (enseñanza que aquí no se discute). Se trata de que viendo y haciendo cine, “descubran las posibilidades expresivas del medio”. De proporcionarles una herramienta, que es tanto el conocimiento técnico del medio como la educación estética que incorpora, para “poder apreciar mejor el entorno”. O sea, proporcionar herramientas que permitan “dar a ver realidades distintas al tiempo que se las pone en valor” y, sobre todo y fundamental, “dar herramientas para la vida y para habitar mejor el entorno”. Algo que parece sustancial en un momento en que el entorno es caótico, precario, difícil.

Cinema en curs 15. Trabajando en la casita en blog Eva Muñoz

Por último, hay un aspecto importante que permite abordar este programa y que entra de lleno en toda una serie de cuestiones que han ocasionado y ocasionan gran debate en el ámbito educativo, léase: la “cultura del esfuerzo”, la necesidad de “recuperar” valores como la disciplina o el rigor… al tiempo que vuelven a la palestra con un sentido renovado cuestiones como la importancia y el amplio alcance de la creatividad. Cualquier disciplina artística pone en juego un aprendizaje fundamental: la posibilidad de conjugar rigor y creatividad. Toda expresión artística “da forma” a una necesidad o energía creativa. Y en ese “dar forma” entra de lleno, y la disciplina artística permite desarrollarlo, la necesidad de sujetarse a unas pautas (de ahí la “disciplina” artística), de un rigor (que no rigidez) en el trabajo, de método, tiempo, repetición… Exigencias todas ellas que la belleza y la emoción contenidas en el trabajo artístico hacen que se trate de un esfuerzo dotado de sentido. O, tal como lo expresaban algunos de los chicos: “Ha sido difícil, pero ha valido la pena”.

Cinema en curs 13. Trabajando en panadería 3 en blog Eva Muñoz

Más cine

Tenía razón la cineasta Mercedes Álvarez, que se encontraba entre el público, cuando comentaba que en las tres horas de proyección transcurridas, había visto más cine en esos trabajos de fin de curso que en las salas convencionales que había frecuentado en los últimos meses. Lo suscribo. Y la emoción que había sentido. Yo también. Y una gran alegría. Frente al panorama sombrío que nos asola, ver esa inteligencia y belleza, sensibilidad, capacidad de observación de la realidad… llevada a la pantalla de la mano de un grupo de escolares produce una gran alegría. Más aún cuando el panorama sombrío alcanza también a la educación, y a la educación pública para ser precisos, de la que no paramos de escuchar, o constatar, sus debilidades. ¡Pues este programa funciona espléndidamente! Estos niños han aprendido a trabajar con imágenes, algo sólido han aprendido de lenguaje cinematográfico y de algunas otras cosas importantes. Han aprendido, por ejemplo, a sacar un proyecto adelante en grupo, han aprendido a renunciar (¡qué aprendizaje tan importante!, en el cine, como apuntó José Luis Guerin, que también andaba por la sala, y en la vida). Y aunque la renuncia, entendida no como castigo sino como la necesaria elección a la que la libertad y las limitaciones inherentes a la existencia nos obligan es importante, necesaria y positiva, era una buena propuesta la de Guerin cuando invitaba a aquellos chicos y chicas a conservar alguna de las secuencias a las que habían renunciado para desarrollar futuros proyectos.

Porque, ¿qué harán esos chicos y chicas después de esto? Una niña decía en su intervención pública, “… quizá nunca más tengamos una experiencia como ésta”. ¡Sonaba tan triste y definitivo! Ahí, sí, demasiado pronto para renunciar. Porque las experiencias se encuentran pero también se eligen desde nuestro ámbito de experiencia y conocimiento previos. De ahí la importancia de un programa de estas características. De ahí la importancia de la educación pública. Al salir de la sala, Óscar Pérez, otro cineasta que andaba por allí, comentaba que aunque al salir del aula aquellos niños encontraran en la tele y en su entorno lo de siempre, creía que aquella experiencia no era en vano, que cuando algún día se encontraran con esas “otras” imágenes, no les resultarían extrañas. Yo también lo creo. Experimentar la belleza, la verdad, la intensidad, tal como lo permite la experiencia artística y creativa, nunca es en vano.

Cinema en curs 0. Rostro negro en blog Eva Muñoz

Cinema en curs 6. Fotograma prado plano general en blog Eva Muñoz

Cristina Núñez: Someone to Love. Reapropiarse del cuerpo y la mirada

09 jueves May 2013

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Cine, Cultura, Una habitación propia

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autoficción, Cristina Núñez, cuerpo, Elías León Siminiani, film diaries, fotografía, Mapa, Someone to Love

Publicado en Transit

Artículo sobre el trabajo de Cristina Núñez, a partir de su montaje fotográfico Someone to Love. 

«Intuyo que el trabajo de la artista es poderoso porque vivimos en una cultura que se ha parapetado tras el signo, tras el lenguaje, los lenguajes, despegados del cuerpo. Una cultura racional y extraordinariamente mediada donde la expresión se aleja de la materia que la sustenta por la vía del dualismo y de la falsedad, de la corrección política, del miedo al dolor, a la expresión demasiado cruda. En suma, miedo a todo lo que significa el cuerpo desnudo y sin maquillaje».

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No es Malibú, es Barcelona

14 jueves Mar 2013

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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Barcelona, barrio, fotografía, Los Ángeles, Malibú, mirada

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Paseo por Barcelona a deshora

extrañada la mirada el barrio ajeno la hora prestada el paseo imprevisto

vacía quietud del medio día

arriba, un hermoso cielo poblado de nubes.

Un hombre con un fardo camina hacia mí

un hombre con un garfio arregla motos en un taller

la música suena en toda la calle, rock duro.

Anchas avenidas desiertas apenas se levanta viento, polvo

y me digo esto es Barcelona aunque parece Los Ángeles.

Quiero esta Barcelona sin maquillje, sin posado fotográfico, sin turistas

desnuda, polvorienta, envejecida

joven en la mirada de quien la recorre con sorpresa

en los cuerpos morenos y en los ojos de los adolescentes

que trasiegan cien veces el circuito de cemento con sus monopatines.

Las siluetas de las palmeras recortándose contra el lívido azul

y me digo esto no es Malibú, es Barcelona.

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Acerca del cuerpo II. Particular crónica del Campeonato de España de peso superwelter

04 lunes Mar 2013

Posted by Eva Muñoz in Acerca del cuerpo, Una habitación propia

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Boxeo, campeonato, Delgado, Dinky, hombres, Roche, Sandor, superwelter

Acudo por primera vez a un combate de boxeo. Acompaño a T. Es en la Farga de Hospitalet. Se celebra el campeonato de España de peso superwelter. Antes hay varios combates, algunos amateur y otros profesionales.

En la cola me separan de los hombres, que son el noventa por ciento del público. Una guardia de seguridad alta y corpulenta revisa mi bolso y me cachea. Para los hombres, hay hombres. Me siento como una perfecta intrusa en este ambiente de chavales de gimnasio y estoy encantada. Excitadísima. Una intelectual de mierda, fina y sofisticada, yendo a ver cómo varias parejas de hombres se parten la cara en el cuadrilátero: me parece un plan sideral. Voy flanqueada por otro, que aunque no es boxeador es grande y lleva el cráneo afeitado, así es que se me antoja el partenaire perfecto, con ese aire inequívocamente extranjero. Tiene razón él: él es el intruso, yo soy de esta ciudad, aunque haga muchos años que no viva en ella.

Una intelectual de mierda, fina y sofisticada, yendo a ver cómo varias parejas de hombres se parten la cara en el cuadrilátero: me parece un plan sideral.

Disfruto como una niña en una feria del abigarrado ritual y los códigos del espectáculo, reconociendo lo que he visto mil veces en la pantalla, tomando conciencia (cuando se es una intelectual de mierda, aunque notablemente ignorante, no hay modo de evitar estas reflexiones) de lo poblado que está nuestro léxico de palabras y expresiones procedentes del ámbito pugilístico. Supongo que en la colectividad, por fuerza han de calar estas actividades en las que los hombres deciden jugarse la integridad física, la vida, libremente, aunque cobren por ello. Antes de acudir al torneo, E. me cuenta por teléfono que sus padres se citaron por primera vez en un combate de boxeo y que uno de los contendientes mató al otro (el detalle de la sangre salpicando la primera fila ya no sé si es suyo o de mi propia cosecha).

Me recreo en todos los detalles: el gran recinto frío y oscuro potentemente iluminado en el centro, sobre el ring -T. opina, con razón, que el recinto es cutre-; el locutor, con su exageradísima forma de arrastrar la primera sílaba del alias de cada boxeador; la entrada de los boxeadores hasta llegar al ring, bajo el barrido de las luces y el estruendo de la música, saludando al público como auténticos héroes, luciendo sus brillantes y breves atuendos, sus cuerpos trabajadísimos; la perfecta coreografía al traspasar las cuerdas, cada contendiente en su esquina: el modo serio y sincrónico en que los amateurs levantan cada brazo y adelantan la cabeza para que sus segundos les coloquen guantes y casco protector, un segmento del espectáculo que, en el caso de los profesionales, que salen con los guantes ya puestos y pelean con torso y cabeza descubiertos, adopta una estética casi religiosa: los segundos masajeando por última vez la carne aún intacta pero a punto de ser lacerada del luchador, la concentración y la determinación en el rostro ligeramente adelantado, el cuerpo tensado como un arco, exactamente como en la bestia presta a atacar, aunque en algunos casos se añaden muecas y gestos humanos: máscaras de una soberbia teatralidad, el choque de puños con el que se saludan ambos contendientes, que se adelantan como si ejecutaran un paso de vals.

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En este registro desde el que yo miro (desconozco el reglamento del boxeo y el único combate real que he visto es el que recoge el documental When We Were Kings entre Muhammad Ali y George Foreman), uno de mis hombres sin duda es Toni Delgado: todo un maestro de la puesta en escena. Me fascina ese cuerpo delgado (es un peso súper ligero) en el que se leen todos los músculos estampado de magníficos tatuajes multicolores, la expresión desafiante y obstinada con la que espera a que la campana señale el inicio del combate, rostro y pelvis adelantados, la seguridad o la provocación que me parece expresan sus brazos con frecuencia a baja altura frente al contendiente. El otro (también peso súper ligero) se llama Sandor Martín y tiene cara y cuerpo de adolescente y una arrebatadora energía infantil. Es rápido y fulminante y acaba con su contrincante por KO en el segundo asalto y, con la misma energía infantil, se encarama de un salto a las cuerdas para celebrar el triunfo y recibir el aplauso del público.

El único combate real que he visto es el que recoge el documental When We Were Kings entre Muhammad Ali y George Foreman.

Llega el momento de Javier García Roche e Iván “Dinky” Sánchez, quienes compiten por el título de España de peso superwelter y a quienes todo el mundo ha venido a ver. El recinto está ahora lleno. Hay gente mejor vestida que al principio, de más edad, y más mujeres. Me entero de que Sánchez, gallego, ostenta en este momento el título de España y es el favorito, pero el catalán, Roche, valiente, carismático y en racha, cuenta con la simpatía del público. El celta, alto, enjuto, de espeso pelo ceniza y rostro adusto, tiene aspecto de hombre de otro tiempo, de campesino; más que agresivo parece duro, dotado de una infinita resistencia, como el protagonista de un cuento de London. Miro a su contrincante, el notablemente más bajo y más menudo Javier García Roche, que lo mira retador y determinado, y pienso que el otro va a hacerle mucho daño. Sin embargo, el gran fajador acaba conmoviéndome, cuando veo que Roche, pequeño pero energético y rápido como un gato callejero, le lanza profusión de golpes, incluso llega a tirarlo al suelo, mientras el gallego, con un corte en la mejilla izquierda que le ensucia la cara de sangre, parece dispuesto a encajar todos los golpes, aunque también devuelve y ataca, pero a un ritmo más lento. Desconozco si se trata de una estrategia para cansar al oponente, son formas y energías distintas, de eso no hay duda, pero al comienzo del quinto asalto Dinky empieza a golpear a Roche con contundencia, ritmo constante y notable velocidad y pienso que si Roche no es capaz de librarse del ataque, de reaccionar, va a caer. No hay tiempo de que eso suceda. El árbitro pone fin al combate por KO técnico dando la victoria a Dinky, para sorpresa del público, que se levanta enfurecido de los asientos y protesta y chilla e incluso lanza objetos. Un final que no merecía ninguno de aquellos dos hombres entregados al combate.

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Discretísimo homenaje a Dorothy

13 miércoles Feb 2013

Posted by Eva Muñoz in Una habitación propia

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abandono, él, Dorothy Parker, ella, hijo, verbo

dorothy

Un día, él se va de casa. Más tarde, se va del país.

Ella le reprocha que abandone al hijo de ambos.

No lo abandono, dice él, indignado, mientras pone más de mil kilómetros de distancia entre su actual lugar de residencia y el de su hijo.

De acuerdo, concede ella, “abandonar” es un verbo muy dramático. Digamos que lo dejas atrás.

Me he ido a buscar trabajo para poder ofrecerle un futuro a mi hijo, se defiende él.

“Para poder ofrecerle un futuro a mi hijo”. El lugar común la deja sin palabras, noqueada.

Mientras, ella, no le ofrece un presente a su hijo porque el presente ya está ahí. Ella, simplemente, se ocupa del presente de la mejor manera que puede. A veces buena, incluso con momentos de verdadera luz, muchas veces mala.

Entonces, muchos días después de que él arrojara aquella frase hecha que penetró en el cuerpo de ella y aún resuena en su cabeza, ella reflexiona acerca de esta pequeña pero definitiva digresión temporal, y concluye que quizá ese discreto cambio de tiempo verbal -ellos siempre prestos a conjugar el futuro, ellas conjugando el presente en cualquier caso- explique tantas otras cosas y algunas estupefacciones.

Y el futuro, pregunta ella, ¿no se construye cada día?

Pero hace tiempo que ya no hay nadie al otro lado de la línea.

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